Capítulo cuatro.

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Terquedad. Cualidad o actitud de la persona que se mantiene en sus ideas, opiniones o deseos aun en contra de razones convincentes.

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Me terminé de poner mis tenis y finalmente mi sudadera tono rosa. Pasé un mechón de cabello por detrás de oreja y para que este no se moviera de su lugar puse unas gafas de solo adorno. Eché las llaves de la casa en mi bolsillo de la sudadera y miré la hora. 4:42p.m. Salí de la casa y me senté en el cordón de la acera. Han pasado tres días desde aquel día que quedé dentro de la pizzería y una semana de la desaparición de mi hermano.
No he podido mirar la cinta de grabación, ya que yo no tengo ese aparato para leerlas y en mi cabeza no tengo idea de en donde podría hacerlo. Es por eso que desde hace tres días espero aquí sentada afuera de mi casa por si llego a ver a Michael, quizás él pueda ayudarme. Desde el primer día fui a buscarlo a su casa pero nadie abrió la puerta. Así que no me ha quedado de otra más que esperar a que la vida me lo ponga en frente de mí.

De lo de la cinta de grabación nadie sabe hasta el momento, si llego a contárselo a mi madre ya estaría muerta y en mi hermano realmente no confío, sabe guardar secretos pero si ve que mi vida corre peligro no dudaría en contárselo a mi madre.

Suspire y tomé una ramita del árbol, empecé a dibujar imaginariamente.
Escuché unas voces de chicos y miré esperanzada de que él fuera con ellos pero no, no iba ahí. Aventé la ramita fuera de mi alcancé, junté mis rodillas para luego abrazarlas. Si esto sigue así tendré que ir yo misma a buscar una solución. Esperé unos quince minutos más, no dejaba de girar a mis lados para ver si se veía por ahí pero no, solo unas calles solitarias. Me puse de píe y limpié la parte trasera de mi falda, abrí y la puerta y me adentré a mi habitación. Agarré la cinta y fui para el centro de la cuidad.

Pasé por los miles de locales que había preguntando si alguien sabía donde podría reproducir eso pero nadie tenía ni una sola idea.
Estaba dándome ya por vencida cuando vi una sala de videojuegos, tal vez allí. Entré un poco avergonzada estaba por preguntarle al empleado que se acercó a mí pero alguien tocó mi hombro.

—Hola... -dejó las palabras al aire.

—Sun. -completé su frase y le sonreí.

—Nunca me lo dijiste. -hizo una pequeña mueca. —¿Qué haces por aquí? -preguntó viéndome de arriba a abajo.

Levanté la cinta hasta su rostro y la agité un poco.

—¿Qué es? -me la quitó y la analizó. —¿Es...? -me miró directamente.

—S-si. -dije un poco apenada.

Fruncio un poco el ceño mostrando su molestia.

—Perdón, Mike. Tenía qué. -este me la puso bruscamente en el pecho y yo rápido la sujete ya que la soltó al momento.

Estaba por preguntar lo que es obvio cuando se puso frente a una máquina grande. Me acerqué lentamente y me di cuenta que era para la cinta de grabación, sonrei ampliamente y me senté en la silla que estaba justo ahí.

Mike volvió a quitarme la cinta, presionó unos botones y la metió dentro de esa máquina, siguió pulsando unos cuantos más botones hasta que esta empezó a reproducirse. Le movió a la velocidad y ya iba en el momento en el que anteriormente me había quedado, miré de reojo a Michael ya que se veía un poco nervioso. Me puse muy atenta a la escena y ya habían pasado más de diez minutos y mi hermano no se movía, estaba esperando a poder ver el coche que anteriormente se veía llegar pero no llegó a pasar, frunci el ceño y de pronto la imagen se congeló. Escuché como Mike tragó duro y bajó un poco ma mirada.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora