Capítulo trece.

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El sonido del teléfono fijo no dejaba de sonar frenéticamente ocasionando que sintiera irritación. Traté de evitar el sonido llevando una almohada en mi cabeza pero este seguía sonando demasiado fuerte. Agotada me quité la almohada llevando mi mano al teléfono, lo puse en mi oreja esperando a que del otro lado comenzaran a hablar.

—¿Sun? -escuché la voz de Michael.

Mis ojos que estaban entre cerrados por la luz del día se abrieron de golpe. Michael.

—Hola, Mike. ¿Q-qué tal? -saludé alegre pero nerviosa.

—Todo bien, Sun. ¿Qué tal tú? -contestó algo cortante.

—Bien. -pasé saliva con dificultad.

En estos momentos Michael comenzó a hablarme sobre pequeñas cosas que había hecho al llegar a su casa y unas cuantas cosas más que no puse suficiente atención por estar pensando en lo ocurrido de ayer. Me sentía sucia. Y mis mejillas se seguían sonrojando al pensar todo eso, quería callar mi mente pero era imposible, como si en estos momentos yo no tuviera el control de esta.

—Sun, ¿estás bien? -preguntó sacándome de mis pensamientos.

—Si, Michael. Sólo fue una mala noche. -me excuse rascando mi cabeza. Si tan solo supiera la estupidez que estaba por cometer ayer. —¿Te parece si te llamo más tarde? -propuse.

—Está bien. -contestó en un hilo de voz.

Colgué el teléfono y me eché rendida en mi cama, viendo como todas esas imágenes de ayer se repetían una y otra vez en mi cabeza. Maldecí por lo bajo levantándome de mi cama, miré mi reloj arriba de mi puerta, marcaba las 2:17p.m. Suspire frotando mis ojos, entré al baño dispuesta a darme una corta ducha para poder despertar y quitar todas esas imágenes de mí.

Al finalizar salí del baño con mi toalla al rededor de mi cuerpo, me acerqué a mi tocador viéndome por unos segundos en mi espejo, después miré unos centímetros más de este, era una nota que había puesto recién que comenzaban las vacaciones, un recordatorio de hacer mis compras para el regreso a clases. Miré el calendario viendo como faltaba tan poco tiempo para entrar a mi último año. A un lado de este estaba una foto de Chris junto conmigo posando cuando fuimos al zoológico de la ciudad vecina. Sonreí un poco sintiendo en el presente ese recuerdo.

Elegí algo fresco para vestir el día de hoy, cepille mi cabello dejándolo secar un poco para poder hacerme una coleta suelta. Saqué unos dólares de mi cajonera echándolos a mi bolso, estaba por bajar cuando decidí llevar unas gafas para cubrir un poco la desvelada de a noche. Ahora sí, bajé las escaleras llegando a la sala principal, toqué la manija de la puerta cuando unos gritos provenientes de la cocina me hicieron retornar. Eran mis padres, tal parece que estaban teniendo una discusión, me acerqué un poco para escuchar mucho mejor. Nunca los había visto tan alterados o al menos que yo supiera no.

—¡No quiero seguir aquí! -gritó mamá.

—¡No podemos irnos así y olvidarnos de todo! -contestó papá exaltado.

—¡A la mierda con todo! -escuché la puerta abrirse bruscamente, entonces salí huyendo de ahí no quería que supieran que los había escuchado o algo así.

Abrí la puerta principal y por un lado mío pasó mi mamá que parecía muy molesta, miré como se alejaba hasta perderla de vista. Me di media vuelta cerrando lentamente la puerta ya que papá estaba ahí parado mirando hacia acá cabizbajo. Mordí mi labio nerviosa, entiendo lo frustrado que es para mi mamá pero no creo que sea la manera correcta de reaccionar.

Caminé al centro de la ciudad para ir a comprar lo necesario del colegio y ya tener todo listo de una vez, igual no es como si tuviera más cosas qué hacer y menos con lo antes ocurrido no quisiera pasar el día en casa. Hoy era uno de esos días en los que el sol quemaba muy fuerte por suerte llevaba gafas aunque aún así me cegaba lo suficiente para entre cerrar mis ojos. Jugué un poco con las puntas de mi cabello mientras caminaba por las calles viendo a cada una de las personas que pasaban. Miré a dos chicas y un chico pasar por la otra acera, reían y se daban leves empujones, deseaba con tener una buena amistad y cuando la tenía simplemente la vida nos separaba tal ejemplo como con Michael. Es por eso que me ponía nerviosa el volver a clases ya que todos contaban con sus amistades y aunque yo les hablara a todos no encajaba con nadie.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora