Capítulo veintiuno.

21 7 2
                                    

Me senté en el jardín delantero del colegio guardando mis libretas ya que había salido de una cuando escuché la campana que sonó para finalizar clases. Los chicos hoy no habían entrado a la última clase cosa que me pareció bastante extraño pero no me puse a pensar más en eso.

Cuando finalicé me puse de píe llevando después la mochila a mi hombro, poco a poco la entrada/salida del colegio se iba llenando.

Estando ya casi por salir mis compañeros se acercaron a mí alegres, les miré confundida pero después no fue difícil de saber que se la habían pasado comiendo esa última clase.

Ethan se acercó a mí obsequiando una paleta de chocolate en forma de sol, de hecho la envoltura estaba preciosa. Le agradecí sonriendo a lo que este imitó tímido.

—¿Nos dejarás llevarte a casa? -preguntó de una Charles riendo por lo bajo.

—No. -rodeé los ojos divertida.

—Vendrán por ti. -afirmó la pelinegra con emoción. —¿Desde cuándo comparten...? -Charles le tapó bruscamente la boca a esta.

Les miré sin expresión alguna cuando todos tenían la vista sobre Ethan, yo también le miré pero este se mantenía sereno.

—Otro día nos cuentas sobre él. -habló ahora Charles guiñando su ojo.

Estos se despidieron alegres caminando directamente hacia el estacionamiento del colegio, les seguí un poco con la vista para después concentrarme en buscar a William por el lugar.

—Paso por ti, no lo olvides.

Recordé sus serias palabras del día de ayer. En mi rostro se formó una gran sonrisa al recordar lo bien que la pasamos, de verdad que con este hombre es muy fácil que te enseñe a salir victoriosa en cualquier cosa que no hayas probado nunca. Siempre me sorprende.

Estuve mirando coche por coche que pasaba pero ninguno era el de él, igual no dejaba pasar de largo a ninguna persona. Esperé algunos diez minutos más, la verdad es que me estaba empezando a poner nerviosa. Si es verdad que aunque William fuera de palabra a veces se le pasaba de largo algunas cosas, pensé que este era uno de esos casos así que cansada y desilusionada empecé a hacer camino para la casa.

Nuevamente ese sentimiento de paranoia apareció, cada cinco segundos giraba a mi alrededor checando que nada ni nadie estuviera siguiéndome u observándome entre las sombras. Caminé un poco más rápido sujetando fuertemente la correa de mi mochila sobre mi hombro. Odio sentir eso, hace unos días no me pasaba y llegué a pensar que pararía definitivamente pero veo que estaba equivocada.

Un coche de color negro se posicionó a un lado mío, por un momento en mi cabeza pasó que era William ya que era casi idéntico al de él. Giré de golpe mirando directamente por la ventana, estaba apunto de hablar pero no lo hice cuando de este no salía nadie, ni daban indicios a querer interactuar. Miré con detalle el coche y me di cuenta de que no era el de William, mi expresión era de total confusión. Después reaccioné imaginando de que quizá ese coche pertenecía a justo la casa detrás mío, di la media vuelta retomando mi camino.

Sólo es la paranoia dándote malas jugadas.

Respiré profundamente apretando aún más mi agarre sobre la correa, cuando estaba ya retirada del coche giré una vez más sólo para darme cuenta de que quizá y si venía siguiendo mis pasos. Nerviosa sentí mis pasos cada vez más pesados, corté camino pasando por un jardín de una casa, el ladrido de un perro me alteró haciendo que mi corazón latiera aún más.

—Tranquilo, chiquito. -dije entrecortada hacia el perro que se acercaba lentamente a mí. —¿Quieres esto? -agité en el aire la paleta de chocolate que me había obsequiado Ethan. —Corre, ve por ella. -la lancé con todas mis fuerzas recorriendo varios metros delante mío, así pude aprovechar a pasar sin problemas.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora