Capítulo quince.

28 6 21
                                    

Escuché entre sueños la voz de mi papá llamándome pero me sentía tan agotada y a su vez tan a gusto que me costaba despertarme. Sentí leves movimientos pero solo llevé la sábana hacia mi cabeza acostándome ahora de lado. Escuché sus pasos alejándose hasta que se escuchó la puerta cerrarse. Intenté volver a dormir pero ya no podía, di mil vueltas por la cama esperando a que el sueño regresara a mí pero no, no pude. Quité la sábana de mi cuerpo bruscamente pero aún con mis ojos cerrados ya que aún los sentía muy pesados.

Bueno, aquí vamos. Otro día más.

Me senté en mi cama llevando una mano a mi cabello para aplacar mis cabellos rebeldes, fui abriendo lentamente mis ojos pero volví a entre cerrarlos, me sentía tan cansada emocionalmente. Miré la hora que marcaba mi reloj, 2:43p.m. Suspire, era ya tan difícil lograr despertar temprano, sólo puedo pensar en que cuando regrese al colegio voy a sufrir bastante.

Caminé al baño haciendo mi pequeña rutina, al finalizar sonreí conforme. Salí del cuarto de baño sintiéndome limpia, iba a bajar a la cocina cuando en mi mesita de noche miré que había una caja blanca con una nota encima. Confundida me acerqué hasta ahí, tomé la caja con ambas manos sentándome en la cama. Abrí la caja viendo que eran bastantes chocolates, estaban muy bien acomodados y decorados a su alrededor, se veía muy elegante, tomé uno percatandome que su valor de precio era muy alto, a lo que una sola persona se me vino a la mente. Rodeé los ojos tomando la nota de la caja.

“Hola, Sun. Espero que el detalle sea de tu agrado. W.”

Dejé eso al lado ahora sí para bajar a la primera planta, necesitaba comer algo, muero de hambre. Cuando estaba pasando por la sala principal escuché la voz de mi papá llamando mi nombre. Regresé de espaldas mirándole con mis ojos cansados.

—¿Quién ha sido el chico? -preguntó con una enorme sonrisa en su rostro.

Hice una pequeña mueca de disgusto.

—Es un muy bonito detalle. -dijo alegre. —Recuerdo cuando yo le mandaba también pequeños detalles a tu madre, no eran la gran cosa. -rascó detrás de su oreja tímido. —Pero a ella siempre le gustaban demasiado, hasta la fecha todavía lo hace.

Por un momento me quedé boquiabierta escuchándolo hablar, ya cuando este terminó le sonreí amable retirándome de la sala.
Tal vez estaba siendo un poco grosera al despreciar el detalle de William pero es que me incómoda bastante como es su comportamiento conmigo, aparte de qué no sé la intención con lo que lo hace ya que no creo que existan sentimientos ni de su parte ni de la mía, es absurdo.

Entré a la cocina sirviendo un poco de yogur con fruta picada, la fresa era mi favorita.
La verdad que haber pensado en William hasta se me había quitado el hambre. Agarré ahora una fresa entera, mientras la comía miraba fijamente a un punto de la cocina. Tal vez debo bajar la guardia.

Puse todo en orden en la cocina y salí disparada a mi habitación, me vestí rápidamente con mi conjunto deportivo favorito, dejando mi cabello suelto volví a bajar.

—Ten cuidado, Sun. -escuché a papá.

—¡Sí, papá! -grité saliendo de la casa.

Caminé poniendo la capucha de mi sudadera y también metiendo las manos en el bolsillo de esta.

Empecemos a poner orden desde el comienzo. Me paré fuera del jardín de casa de William sintiendo el arrepentimiento pero luché contra este, pues así no lograría mi objetivo. Jugando con mis manos dentro del bolsillo me acerqué hasta su puerta, miré la madera por unos instantes memorizando lo que iba a decir, aunque sé que era tonto porque ya estando se me olvidaba todo al segundo. Llené mis pulmones de aire reteniéndolo un poco, cuando llamé a la puerta lo solté lentamente, esperé ansiosa porque abriera, cuando no hubo respuesta volví a llamar mirando a su ventana del piso de arriba. Bueno, la tercera es la vencida, iba nuevamente a repetir mi acción cuando esta se abrió por fin.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora