Capítulo uno.

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Manipulación. La manipulación puede consistir en brindar información sesgada para favorecer un determinado interés.

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1983.

Junté mis rodillas para abrazarlas y seguido poner mi frente en ellas. Mi respiración se tranquilizaba un poco  cada vez que pensaba y me hacía la idea de que todo esto sólo era una mal pesadilla. Mi espalda tocaba una rasposa pared a las afueras de la pizzería, más arriba se podía ver un viejo cartel. Levanté mi cabeza y únicamente se veían las luces rojas y azules de los oficiales, personas yendo de allá para acá con linternas en sus manos y gritando un nombre, el nombre de mi pequeño hermano.
Desperté de mi trance y me puse de píe en un segundo.

No. No. No. Pequeño Chris. Hermanito.

Solté unas vagas lágrimas y la ansiedad se presentó dándome en mis puntos bajos. Siento que voy a morir. Tapé mi cara con mis manos sucias y solté un grito ahogado. Me incliné poniendo mis manos en mis rodillas e hice un intento por relajar por milésima vez mi respiración. Vamos no seas débil ahora. Levanté la mirada y pude localizar como mi mamá estaba destrozada hablando por un teléfono público, seguramente con papá que está lejos del país. Más lejos se ve a mi hermano dos años menor que yo gritándoles a los empleados de la pizzería.

Limpié con rudeza mis lágrimas, puse recta mi espalda y tomé una respiración profunda. Di unos torpes pasos a causa de las náuseas que sentía. Detrás de mi se escucharon unos pasos firmes, frunci el ceño echando un vistazo, era un tipo alto con porte, piel pálida, cabello oscuro al igual que sus ojos y sonrisa. Pasó rozando mi hombro con el suyo, mi débil cuerpo tembló e inmediato un fuerte escalofrío rondó por toda mi espalda.

Tranquila. Respira. Tranquila. Suelta.

En mi espalda una mano se posicionó y mi cuerpo y mente no pudo más, me desvanecí pero mi cuerpo nunca cayó al suelo.

Abrí mis ojos poco a poco, sentía la cara hinchada y sucia, mis manos estaban rasposas. Miré a mis lados y estaba en mi cómoda habitación, me relajé hasta que recordé, ¿un sueño? Miré mi cuerpo pero no, traía la misma ropa que me llevaba ese día en el cumpleaños. No era solo un mal sueño. Me levanté con mi vista borrosa y dolor de cabeza. Aún traía puestos mis zapatos, salí de mi habitación con paso cauteloso, entré a la habitación de mi hermano Chris esperando encontrarlo ahí pero desafortunadamente no estaba.

—¡Hermana! -escuché detrás mío. Era la voz apagada de mi hermano Tristan. Me di la vuelta sintiendo como se juntaban las lágrimas en mis ojos, este sin pensarla dos veces me abrazó. —Necesitas darte un baño. -suspiró. —Todo estará bien. -movió sus manos sobré mi espalda.

Todo se siente tan mal. Me siento aturdida, todo pasó tan rápido.

Le asentí con la cabeza y me solté del abrazo, le dejé ahí sin más, entré a mi habitación más exactamente al cuarto de baño. Abrí la regadera dejando caer el agua caliente, el baño en segundos se llenó de vapor. Quité mi chamarra de mezclilla cayendo esta al suelo, bajé mi falda de la misma tela y miré detalladamente mi piel ahora amarilla. Sentí náuseas y una gran arcada se presentó pero no boté nada pues no había probado alimento alguno. Quité mi blusa de rayas junto con mi sostén, los dejé caer débilmente al suelo y continúe con mis panties.

Me abracé a mi misma y caminé a la regadera, dejé que el agua caliente quemara mi espalda y después mi cabeza. Cerré mis ojos y una imagen de mi hermano pequeño apareció, estaba ahí tirado solo, con sangre en todo su cuerpo a mitad de un oscuro cuarto. Abrí los ojos de inmediato sintiendo mi pecho subir y bajar con fuerza.

Malédiction Violette. // William Afton. [hombre morado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora