—¡Vamos, caminen! ¡dense prisa no tenemos todo el tiempo!— Daye ordenaba a todas la esclavas recién llegadas, como era costumbre, ella se encargaban de elegir a las más hermosas para el harem y está vez, tenía una petición especial de parte de la sultana Ayse Hafsa. — El principe Solimán partirá a Manisa y algunas de ustedes irán con él.— Daye se abría paso por todas las esclavas, todas mantenían la cabeza abajo a excepción de una la cual hizo que Daye se detuviera frente a ella. —¿Cuál es tu nombre?— Aquella jóven miró a Daye, su rostro tenía algunas marcas de la mordaza que antes había tenido en su boca. —¿Qué pasa? ¿Acaso eres muda?
—Estoy en el infierno— Daye no supo interpretar aquel idioma. Observó bien los rasgos de la mujer que tenía frente a ella — En el palacio de aquel que mató a mi padre. ¡Ese maldito que deseo pierda su camino!
—¡que insolente! No levantes así la voz. Estás en el palacio del sultán Selim. ¡Cállate antes de que ordene que te corten la lengua!
—Ella es un regalo especial señorita Daye— Dijo uno de los guardias que la acompañaba. —Puede verla, al contrario de las demás ella está más limpia, tuvieron que amordazarla, porque no paraba de gritar. Es la hija del líder de los mamelucos que nuestro sultán derrotó.
—¡Mi hermano vendrá por mi! ¡Él me salvara!— los guardias tomaron de nuevo a la chica colocándole la mordaza una vez más.
—Con que es por eso que no pudo entenderla, está hablando en árabe.
—Así es señorita Daye. Aunque se sigue resistiendo no podemos dejarla fuera, fue un regalo de Yunus Pasha y nuestro sultán la ha elegido para ir con su alteza el principe Solimán.
—Ya oíste, así que más vale que no te resistas... Si haces un buen trabajo nuestro príncipe te recompensara— La muchacha hizo una mueca de desagrado notorios..
Luego de unos momentos la llevaron al harem dónde las recién llegadas murmuraban entre ellas algunas otras sólo miraba igual que ella a las que ya tenían tiempo en ese lugar.
—Hola... ¿Recién llegas? ¿Este lugar es bonito verdad?— La chica no sabía perfectamente el idioma de los turcos, pero entendía algunas palabras. —¿Cuál es tu nombre? Yo soy Firial, soy la ayudante de la señorita Daye.
—Zahra...
—Zahra, es un bello nombre. Estás un poco decaída, escuché el revuelo que causaste. Miras allá— Firial señaló el balcón donde algunas mujeres hermosas miraban a cada una de ellas. —Ese es lugar de las favoritas de nuestro sultán, ellas tienen oro, joyas, todo la seda más hermosa. Nuestro príncipe puede conseguirte lo mejor, si logras que él te escoja para ir a Manisa, esta noche su alteza tendrá entrenamiento y si logras gustarle te llevará sin duda.
—No quiero joyas... Solo quiero regresar a casa.
—Una vez que llegas aquí, no puedes salir, la única manera es muerta o de vieja, así que sí no quieres que todas aquí te consuman o te asesinen antes de ser favorita, tendrás que seducir a nuestro príncipe.
—¿Por qué querrían matarme?— Firial sonrió mirando a Zahra.
—Eres hermosa, eres un regalo de un Pasha, yo te asesinaría sin pensarlo, eres un estorbo para las demás. Así que, es mejor que te vistas lo más hermoso que puedas y que uses tus encantos para conquistar a su alteza. Si no quieres morir
Zahra miró a Firial alejarse, poco después recorrió con la mirada a todas las que estaban ahí incluída a las favoritas, un temor comenzó a invadir su interior, aquellas mujeres que se arreglaban para la noche la miraban con superioridad.
Observó las prendas que los encargados del harem le habían dado, eran hermosas y llamativas.—seducir o morir— tomó las prendas y comenzó a cambiarse. Arregló su cabello de maneras llamativa, tenía que usar su habilidad en el baile, siempre bailaba junto a su hermana menor, si quería vivir tendría que lograr ganarse la atención del principe. —Tendré... Que hacer que se enamore de mi, no bastará con solo un par de noches.
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mutawahijat aimra'a sultán Solimán
FanfictionPrimer libro... El comienzo de la historia de Solimán y Zahra Todos conocen la historia de amor entre el Sultán Suleiman y Hürrem sultán. Muchos han hablado de sus otras mujeres, Mahidevran y Gülfem pero, ¿que hay de la primera mujer que llegó a la...