XXII

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—¿Qué es lo que tiene doctora?— Gülfem preguntaba después de que Zahra se quedará dormida.

—No estoy segura del todo Sultana. La fiebre bajo pero, es posible que vuelva. Tengo una sospecha de lo que puede ser, mientras confirmo, lo mejor será que los príncipes no estén en contacto con la sultana— la médica suspiró mientras quitaba los guantes de sus manos. —Tampoco usted debería estar aquí. Revisaré a los niños especialmente al príncipe Mehmed, la enfermedad podría ser contagiosa.

Había comenzado el escándalo entre los muros del palacio, la noticia de que la Sultana estaba enferma no tardó en esparcirse, llegó tan rápido a los oídos de Solimán que suspendió su viaje para regresar lo más rápido que pudo, pero aún con toda la velocidad, tardaría dos días en llegar.
Quién llegó al palacio de inmediato fue la sultana Hafsa ya que iba a conocer a Mehmed, al enterarse de que Zahra estaba enferma se quedó en el palacio para rezar por ella.

—¿Cómo pudo pasar esto? No entiendo. La Sultana siempre ha sido alguien muy cuidadosa.— Esma estaba al borde del llanto contestando a las preguntas que Kahzarah le hacía.

—Por favor Esma, debe haber algo que se te haya pasado. Ustedes han salido del palacio tal vez en ese momento...— Esma trató de recordar lo más que pudo pero nada le cruzaba por la mente.

—la única vez que pudo suceder algo fue cuando su alteza nos llevó al bazar. Había muchas personas ahí. La sultana, Mahidevran, Sofía y yo nos separamos solo para comprar un poco de tela y... ¡Por Allah! Claro... ¡La mujer!

—¿Qué mujer? ¡Dime Esma!

—Había una mujer pidiendo caridad, no se veía muy bien y todos la evitaban, en cuanto ví su rostro supe que estaba enferma, me lleve a la sultana de ahí pero la mujer alcanzó a tocarla.

—¿Por qué no dijiste nada de esto!?— Kahzarah levantó la voz ante las palabras de Esma, ella encogió sus hombros, tenía razón, debió actuar antes.

—¡No pensé que fue tan grave! La Sultana se dió un baño y me asegure de limpiar las prendas pero... No pensé que eso bastaría para contagiar a la sultana además, todas estabamos tan bien que  solo... Lo deje pasar.

°

—Mi hermana ha enfermado.. al parecer está grave.

—¿Te sientes mal por ella Mahidevran?— Mahidevran miró a Gülsah y después sonrió un poco

—Si ella muere... Podría ser mi momento. Ya una vez pensé que ella estaba muerta, puedo dejar pasar eso.

—Yo que más daría por que fuera así. Tu hermana me robó mi momento con su alteza, no solo eso, cada momento en el que la veía, ella me miraba con superioridad, hizo que todas aquí se burlarán de mi.
Comencé a odiarla cuando los príncipes nacieron.
Pensé que nada podía derrotarla, por un momento olvidé que ella también es humana. Nadie se libra de la enfermedad por más poderosa que seas. —Gülsah rió un poco. —¿De que le sirve en amor del principe ahora? O los príncipes, si está entre la vida y la muerte.

—Tienes razón. De nada le sirve ser la Sultana Zahra, la favorita del principe Solimán, si ahora mismo... Está en una cama.

—¡Sultana por favor! No sé levanté.

—¡Mi hijo! ¡Quiero ver a mi hijo! ¡Mis hijos me necesitan!— Zahra hacía fuerza para librarse de los brazos de la médica, con todo el esfuerzo terminó haciendo que las dos cayera al suelo tirando la mesa donde una bandeja de fueras cayó al suelo con un gran sonido que pudo escucharse fuera de los aposentos.
Zahra se movió un poco hasta toparse con su rostro reflejado en la playa de aquella bandeja.
Sus manos temblaron, lentamente subió sus manos hasta tocar aquellas herida en su rostro.

—yo... ¿Está soy yo?— Un grito desgarrador llegó a los oídos de Gülfem que estaba tratando de calmar a Ahmed y Raziye.

—¡Esa fue mi madre!

—principe por favor. Quédense aquí, iré a ver a su madre.— Gülfem fue lo más rápido que pudo, los agâs no la dejaron pasar pero a través de la puerta podía escuchar los llantos de Zahra.

—¡Está no soy yo! ¡No soy yo! Yo debo estar hermosa para el príncipe...el no puede verme así. ¡No puede!

—¡sultana debe volver a la cama o no podrá reponerse!— Gülfem se recargó en la puerta y comenzó a hablar fuertemente para que Zahra la escuchara.

—¡Zahra! Por favor haz caso a la doctora... No preocupes a tus hijos ni a mí.
Estaremos rezando por ti... ¡Debes ser fuerte por nosotros! ¡Por los que te queremos! ¡Su Alteza no tarda en llegar! El querrá verte bien. Así que... ¡Debes hacer caso a la médica!

mutawahijat aimra'a  sultán SolimánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora