XV

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Las pequeñas manos de los niños apretaban los dedos de Zahra, sus pequeños ojos recién comenzaban a abrirse y sus labios, aquellos con la forma de un pequeño maní, se movían mientras balbuceaban.

—Ahmed, Raziye— hablaba a los pequeños cada que los veía inquietos, les hacia ver qué ella estaba ahí. —Siempre voy a cuidarlos, crecerán y serán tan hermosos como su padre. Raziye... Serás una sultana muy bella y Ahmed, mi príncipe, sé que serás tan valiente como su alteza.— la puerta de los aposentos se abrieron después del sonido qué hicieron a través de esta. —mm... Ah, eres la señorita que su majestad mandó para ayudar a Esma, que bueno que llegaste.— a pesar de que Zahra recibió a aquella joven de buena manera está no parecía estar muy feliz, podía notar en su mirada la molestia.

—Si, su alteza, además de que soy una de sus favoritas, me ha mandado para estar cerca de sus hijos y ayudarle— Zahra hubiera reaccionado de otra manera si Gülsah no mostrara aquél tono de superioridad y sobretodo, las palabras que había usado no habían sido de su agrado.

—¿Cuál es tu nombre?

—Gülsah

—Gülsah— Se puso se pie y sonrió falsamente por unos momentos. —Sabia que su alteza mandó a llamar a una muchacha la noche en la que di a luz, me disculpo, arruine el momento entre ustedes ¿Verdad?— Al ver la expresión de molestia, rió levemente. —Ya veo, realmente no fue mi intención. Gülsah, puedes regresar al harem.
Sabes, mi padre dijo una vez, que cuando un buitre vuela alrededor tuyo, el hedor de sus malas intenciones sale de todos sus poros. —su voz seguía siendo gentil y al sonrisa no se desvanecía, pero eso solo hacía enfadar más a la contraria.
Zahra lo sabía, luego de decir aquello se acercó a la cuna dónde estaba sus bebés. —No quiero que el hedor les moleste. Vuelve al harem y no te acerques más a mi ni a mis hijos, buitre.

...

Gülfem se adentró en los aposentos de Zahra llevando a su hijo en brazos, Zahra como siempre, la recibió con buen humor.

— Sultana, príncipe Murad.— dijo sonriente ofreciéndoles un asiento a su lado, junto a las cunas dónde los más pequeños dormían.

—son hermosos, los tres son hermosos. Allah, realmente nos dió una bendición con los principes y la Sultana Raziye— Gülfem notó el malestar en el rostro de Zahra. — ¿Ocurrió algo sultana? No la veo del todo bien. ¿Aún esta mal por el parto?

—No, no es eso sultana. Yo, conocí a una criada, Gülsah, dijo que era la favorita del su alteza. No sé que me pasó, dije cosas horribles.

—creí que no le molestaba que su alteza, estuviera con más mujeres, aunque, sabía que después de usted y yo, no ha llamado a más criadas. ¿Se ha sentido celosa? Eso es normal.— Zahra suspiró llevando sus manos a las pequeñas mejillas de Murad dándole un par de caricias con delicadeza.
—Esta situación, era más agradable cuando solo éramos nosotras dos.
Sé que su alteza no es de una sola mujer, pero tú eres mi amiga, eres buena y gentil.
Todo lo contrario, Gülsah, desprendía esas malas vibras con solo mirarla, si hubiera sido diferente seguramente estuviera tomando el té con nosotras.
Sultana, ¿Usted se siente bien con esta situación?— Gülfem dió un largo respiro, debía ser honesta ante todo, sabía que Zahra lo era también.

—Si, estoy cómoda. Su alteza me quiere, mucho y lo ha demostrado. Claro que, en un inicio me sentí celosa y se que el principe tiene un cariño mucho mas grande y especial hacia tí, pero...  Cuando una ve un amor así de grande, no queda más que inclinarse ante él.
Su alteza me ama, pero no tanto como a ti. Estoy bien con eso, porque  usted sultana no me mira como menos y el principe me da un lugar en su corazón. Estoy cómoda.— Zahra sonrió, entendía eso. Ella también se había sentido celosa de Gülfem, como no sentirse así, Gülfem era maravillosa.

Zahra tomó la mano de Gülfem, ella le sonrió con sinceridad viendo cómo Zahra colocaba en su muñeca un brazalete.

—Sultana, usted es la única amiga que tengo. Gülfem, te aprecio mucho, eres la única en la que confío. Así que, seamos así todo el tiempo que Allah nos permita estar juntas. Cuidemos de su alteza y de los príncipes juntas.— Gülfem sonrió quitó con cuidado uno de sus anillos y lo colocó en el dedo de  Zahra.

—Será así Zahra. No importa que pase, siempre seremos amigas. Prometo que nunca voy a pelear contigo y te apoyaré así como tú lo haces conmigo. También, te aprecio mucho, eres como la hermana que nunca tuve y te querré de esa manera.

Ambas se dieron un abrazo sincero, era un lazo que ambas habían forjado en ese palacio, y juntas enfrentarían cualquier cosa.





Nota escritora: creo que ya shippeo a Gülfem y zahra jajaja ntc.
Espero que disfruten de la amistad entre ellas dos, es como a mí me hubiera gustado que Hürrem y Mahidevran se llevaran.

mutawahijat aimra'a  sultán SolimánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora