XIII

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—¡Dulces y delicias para todos! ¡Escuchen, el hijo del principe acaba de nacer!— Todos en el palacio celebraron la llegada del recién nacido, Gülfem había dado a luz a un varón, era motivo para celebrar.

—Es muy hermoso. Es tan bello como su madre— Solimán besó la frente de su hijo y posteriormente dejó un beso en las manos de Gülfem. —Gülfem, doy gracias a Allah por habernos permitido tener este bello niño. Allah quiera, tendremos muchos más.
Esperemos al su majestad para que escoja un lindo nombre para él.

Mientras todos festejaban Zahra comía algunos dulces en sus aposentos, debido a su abdomen abultado apenas y quería levantarse de la cama y su hermana tenía que llevarle las cosas junto a Esma, una muchacha veneciana que había sido escogida por Kahzarah para ella.

—¿Cómo está Gülfem? ¿Ella está bien?— preguntaba a su hermano.

—Fue un parto complicado, según escuché Gülfem estuvo por perder el conocimiento pero, está bien gracias a Allah y su hijo esta sano.— Zahra suspiro aliviada, después de que Gülfem se pusiera mal no dejaron que la viera. Solo esperaba que las cosas estuvieran bien para ella también.

—Gülfem ahora es una sultana. Pero dentro de poco también lo será hermana. Si das a luz a un niño.— zahra dejó de acariciar su panza al escuchar a su hermano, lo miró seriamente no quería que sacara ese tema de nuevo mucho menos con Esma presente.

—Allah lo permita usted dará a luz a un niño pronto.— Esma le ofreció un poco más de los  dulces

—Allah mediante el príncipe tendrá un hermano menor en un tiempo.— La puerta de la habitación sonó y posteriormente se abrió dejando ver a Ibrahim.

—¿Qué sucede Ibrahim? ¿Pasó algo?

—Nada de que preocuparse señorita Zahra. Su majestad el príncipe me pidió que le avisará, en unos momentos la Sultana  Hafsa y la sultana Hatice  estarán en el palacio por el nacimiento del principe.
Su alteza desea que este presente en el jardín principal.

—Gracias Ibrahim. ¿Gülfem también estará?

—Una vez ella se reponga, podrá unirse. Hasta entonces señorita.— Zahra sonrió a ibrahim para que se retirara.

El jardín principal estaba perfectamente preparado para recibir a la madre de Solimán.
Cuando el carruaje llegó tanto Solimán, ibrahim y Zahra hicieron una reverencia recibiendo a las sultanas.

—Sultana, es un honor tenerla aquí.— Solimán tomó la mano de su madre para dejar un beso en esta. —Hatice querida hermana.

—Hermano— Zahra estaba sorprendida ante la belleza de aquellas mujeres, la Sultana Hafsa era hermosa y la sultana Hatice, desprendía inocencia en todo momento, sus cabellos rizados parecían ser más suaves que la misma seda. —Ibrahim, es un gusto verte de nuevo

—Bienvenida sea sultana.— al notar aquellas miradas entre los dos Zahra sonrió con ternura hasta que Solimán llamó su atención.

—Madre, ella es Zahra, mi favorita. Pronto ella también me dará un principe.— Zahra hizo una reverencia a las dos sultanas.

—Un placer conocerla. Espero que Allah te permita dar un principe más a esta dinastía.

—Amen Sultana.

—Que hermosa eres señorita.

—La belleza de la Sultana Hafsa y usted sultana es superior a la mía. Aún así, estoy agradecida por recibir un cumplido de su parte— Sabía como tratar a esas mujeres. Lo menos que quería era ser imprudente y afortunadamente, estaba haciendo bien las cosas por ahora.

—Hijo ¿Dónde esta mi nieto? Lo quiero conocer

—En un momento lo verás madre. Hatice porque no, te quedas junto a Zahra un momento.

En cuento se quedó sola con Hatice Zahra sonrió amablemente para ella. Pero pudo notar que ella no dejaba de ver a Ibrahim quien aún podía verse su espalda caminar detrás del principe y la Sultana.

—Sultana.— dijo con voz suave para llamar su atención sin sobresaltarla tanto. —¿Le gustan las Flores? Podemos ir a verlas. La llevaría a ver los caballos pero no me dejan acercarme a ellos desde hace un tiempo. O ¿Hay alguna cosa que a usted le guste

—ver las flores está bien para mí. Realmente me gustan.— zahra sonrió y ofreció caminar con ella por el jardín hasta llegar a la zona de las rosas.
Hatice miraba las flores y zahra la miraba a ella.

—Sultana... Déjeme cortar una para usted— tomó entre sus manos una rosa roja que cortó con cuidado, retiró las espinas de esta y la ofreció a Hatice. —Las rosas rojas  siempre están relacionadas con el amor.
Los grandes poetas han hecho mención de estás cada que describen a sus amadas.— Hatice tomó aquella rosa con una sonrisa, llevo está a su nariz inhalando aquel aroma  característico de esa flor. —Creo que debería decirle.

—¿A qué te refieres?— Zahra sonrió mientas trataba de no sonar tan imprudente.

—Hablo de Ibrahim. Sultana, sus ojos brillan cada que lo ve. Si pudiera escuchar mucho más que las personas normales, estoy segura de que escucharía como su corazón se acelera cuando lo ve.— Hatice acarició los pétalos de aquella flor mientras la escuchaba.

—Me gustaría poder decirlo, gritarlo sin temor. Pero es imposible. Cuando naces como Sultana, tienes a tu disposición la riqueza, las telas más finas, joyas... Incluso, los hombres mueren por un poco de tu atención.— colocó aquella rosa entre sus cabellos y el velo que estaba sobre su cabeza. —Aun así, no podemos casarnos con quien queremos, nuestros esposos son elegidos por el sultán. Un Pasha, es lo que ellos buscan para nosotras.
Por más que mi corazón quiera a ibrahim, es imposible que podamos estar juntos.

mutawahijat aimra'a  sultán SolimánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora