XVIII

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Las flores brotaron nuevamente, los colores que adornan la primavera llegó y con ellos, el príncipe Solimán pisó de nuevo el palacio de Manisa.
Las criadas miraban entrar al triunfante príncipe, cada una se ellas mantenía la cabezas agachada.

—¡Padre!— los tres hijos del principe corrieron hasta él para abrazarlo, Solimán levantó en uno sus brazos a la Sultana Raziye déjando un beso en su mejilla mientras que su otro brazo se encargaba de hacer cariño en los cabellos de sus dos príncipes, Ahmed y Murad.

—le agradezco a Allah por permitirme ver de nuevo sus bellos rostros. Mis príncipes, mi pequeña sultana. Los extrañe en todo este tiempo.— una de las criadas miraba con ternura la escena, Solimán, era un principe tan amoroso con sus hijos, le gustaba, más su sonrisa se borró al ver como Solimán extendía sus brazos una vez dejó de abrazar a sus hijos y en estos, recibía a su hermana mayor la cual corrió hasta el abrazándolo con fuerza.

—Solimán— Zahra mencionó el nombre del principe, este sonrío ampliamente mientras se mantenía abrazado a ella.
Mahidevran pudo ver qué en los ojos del principe no había ninguna otra mujer, aquel lugar estaba lleno de concubinas  pero el príncipe no despegaba su mirada de aquella que era su consorte principal. —No sabe cuánto esperé por este momento, mi corazón  comenzaba a romperse por la distancia pero una vez escuchó la noticia se ha reparado y ahora se mueve feliz... Sabe que su dueño ha llegado.— Solimán sonrió tomando las manos de Zahra, dejó un beso en cada una de ellas.

—Ahora que su dueño ha llegado, este  asegurará de que no vuelva a romperse.

—Alteza— Gülfem se acercó para recibir al principe. —Es un alivio que este de nuevo con nosotros, nuestros rezos fueron escuchados, no hubo día en el que Zahra y yo no rezamos por usted.

—Gülfem. Me da gusto verte de nuevo, te vez muy bien. Agradezco mucho sus rezos  y que estén aquí para recibirme.
Zahra, ven conmigo..

—Si alteza. Raziye, Ahmed.— Zahra extendió su mano a sus hijos, estos fueron a su lado y junto al principe fueron hacia donde el lo llevaba, mientras que Gülfem le dió un beso a su hijo Murad y le permitió ir junto a sus hermanos y su padre.

—¿Lo has notado? La Sultana Gülfem siempre es excluida, su alteza solo la lleva a ella. Cada que está a su lado se olvida de todas. Ni siquiera nos vio. Pero podrías cambiar eso sí lo quisieras.— Mahidevran miró la silueta de su hermana irse junto a la principe.

—¡Mahidevran!— Esma llamó su atención. —Vamos debemos tener los aposentos listos para cuando los príncipes deban dormír. Seguramente, nuestra sultana pasara la noche con su alteza. Vamos...— Esma se adelantó, Mahidevran miró a Gülsah quien mantenía aquella expresión

—Ve... O la sultana podría castigarte

°

Los niños no tardaron en quedarse dormidos después de cenar, los agâs los llevaron a sus aposentos.
Era tarde, Mahidevran seguía despierta, Esma ya dormía pero ella solo miraba la cama vacía de su hermana.

—“¿No te gustaría tener el lugar de la Sultana?”—Recordó las palabras de Gülsah,  Mahidevran se levantó de dónde ella estaba, caminó alrededor de la cama de Zahra hasta que se acostó sobre esta. Era mucho más suave, más grande y cómoda

—¿Por qué ella? Yo debería tener una cama así, yo no soy la criada de mi hermana. La única manera de tener lo que ella tiene, es a través del principe Solimán.

°

Las mejillas de Zahra tenían ese color rojizo, sus ojos brillaban intensamente reflejando en sus pupilas la imagen de Solimán, mirándola desde arriba.

—Alteza— dijo con voz suave, paso sus manos por los hombros del principe hasta llegar a sus mejillas, acarició estás con delicadeza para después levantar un poco su cabeza y así poder alcanzar los labios del principe.
Solimán besaba intensamente los labios de Zahra, mostrando la falta que le había hecho en todo ese tiempo que estuvieron lejos, el deseo que sentía por ella, sus manos pasaban a través de cuerpo de la mujer, disfrutaba de la sensación que quedaba en sus dedos luego de recorrer con ellos cada parte de ella.

—Zahra... No sabes cuento extrañe esto. Tenerte cerca mío es la mejor sensación que puedo tener. Tus labios saben a fresa, tu piel es tan cálida, encaja perfectamente con la mía, cada que nos unimos, mi corazón palpita cada vez más rápido y no se detiene, son miles de sensaciones las que me hacen sentir que estoy en el cielo, sobre una de esas nubes. Con solo tenerte en mis brazos, puedo ser tan feliz como un ave que vuela por los coloridos cielos.— Zahra tomó la mano del Solimán, paso sus labios por cada uno de sus dedos y posteriormente, colocó está en uno de sus muslos, subió sus manos para abrazar del cuello al principe.

—Estoy en el cielo, me has llevado al cielo Solimán. No me dejes caer de él, sigue elevandome más y más alto— nuevamente, los labios de la concubina fueron tomados por Solimán mientras esté se aseguraba de acariciar de arriba hacia abajo los muslos de Zahra, en un par de segundos, Solimán rodó por la cama solo colocarla encima suyo, sintiendo como sus cabellos largos caían hasta su rostro y podía inhalar aquel aroma a flores.

—Que tal si quiero....que me lleves al cielo también, Zahra.— ella sonrió ampliamente, su cuerpo comenzó a deslizarse hasta estar a la perfecta altura, entrelazó sus dedos con los de Solimán para unirse una vez con él.

mutawahijat aimra'a  sultán SolimánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora