Kim Seokjin es un chico que ama con su vida el color rosa, las cosas tiernas y delicadas, es más vanidoso que nadie y siempre prefiere las cosas bonitas y brillantes.
Defecto: Jin odia todo lo que tiene que ver con tatuajes. Odia a los tatuadores...
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Al precipitarse para corroborar de quién se trataba, sus ojos se abrieron como platos al ver la encantadora sonrisa del pelinegro frente al pelirrojo con el que conversaba, en ese momento su corazón golpeó tan fuerte en su pecho que se abalanzó hacia su hermano provocando que este cayera al suelo.
—Es él —Musitó quedando en frente del moreno expresando asombro.
—¿Y tenías que tirarme al piso para hacérmelo saber? —Preguntó.
—Lo siento, lo siento —Dijo tratando de calmarse mientras se levantaba y ayudaba a NamJoon —Aunque no es casual que él esté aquí, después de todo yo le comenté que eras mi hermano, sus tatuajes son tan... —Agregó mordiéndose el labio.
En ese momento el moreno levantó su mano y lo golpeó en la cabeza —Deja de pensar en voz alta, es asqueroso saber lo que mi hermano, profesor quiere hacer con un alumno —Agregó arreglando sus ropas.
— ¡Él es mayor de edad! —Se excusó.
Al levantar la voz, Jimin se asomó hasta el cuarto y sintiéndose incómodo aclaró su garganta.
—JungKook quiere ver a NamJoon —Dijo señalando con su pulgar hacia atrás.
El más alto miró en advertencia a su hermano y continuó por salir hacia adelante a recibir a su cliente, quién notó que se encontraba en la entrada del local con la mitad de su cuerpo afuera.
—¿JungKook? —Interrogó sin comprender porque se encontraba de esa forma.
—¡Hola, NamJoon! —Saludó con emoción al tiempo que se encontraba nervioso.
—¿Vienes por un nuevo tatuaje? ¿O vienes por Miguelita? —Señaló a sus espaldas.
Los ojos del joven se dirigieron al mostrador en el cuál se hallaba un frasco con la araña adentro, su piel se erizó por completo sintiendo un repudio hacia el peludo animal, para luego sentir el tirón de su brazo hacia afuera.
—¡S-sí! —Respondió nervioso al ver que se acercaba.
—¿Jin no vino? —Preguntó curioso al saber porque se encontraba con la mitad del cuerpo afuera.
El pelinegro sintió una felicidad interna al saber que había acertado con respecto al moreno, estaba claro que lo quería ver pero, ¿Cómo lo haría si el pelirosa no podía siquiera entrar a la tienda?
—¡S-sí! —Contestó de inmediato —Él... aún se siente un poco tímido por lo del viernes —Añadió agarrando con fuerza el brazo del joven que se encontraba afuera.
—No tiene que preocuparse, espero que se encuentre bien y puede entrar cuando lo desee —Dijo el moreno con una sonrisa encantadora.
—Me rindo —Comentó exhalando mientras soltaba a su amigo y entraba a la tienda de forma normal.
