Kim Seokjin es un chico que ama con su vida el color rosa, las cosas tiernas y delicadas, es más vanidoso que nadie y siempre prefiere las cosas bonitas y brillantes.
Defecto: Jin odia todo lo que tiene que ver con tatuajes. Odia a los tatuadores...
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Los pies del joven iban a gran velocidad, mientras su respiración se aceleraba a medida que avanzaba sin poder creer que lograría ganarle a su hermano, quién se mantenía varios pasos atrás.
—¡TaeHyung!
Aquel grito hicieron que los pies del joven se enredaran y terminara cayendo a los pastizales, había perdido la concentración y en ello abrazó su rodilla con las dos manos al sentir el fuerte dolor por el golpe.
—TaeHyung —repitió el menor mirando a su hermano tirado en entre las hierbas —Te dije que no corrieras.
—¿Quién fue el que me hizo caer? —preguntó sentándose despacio.
—¿Me culpas a mí? Te caíste sólo —dijo al sacar sus manos con un poco de sangre debido al raspón que se había hecho.
—Mamá se molestará conmigo si me ve así.
—No lo hará, no te preocupes —sonrió el moreno en un intento por no reírse.
—¿Ya ves? Admite que me hiciste caer a propósito.
—¿Qué? Sólo te grité porque cerca de aquí hay un pozo... ibas a caerte de todas formas —agregó sacando de su chaqueta un pañuelo.
—Quedará moretón —sollozó al sentir el pañuelo sobre su piel —¡Duele! —gritó tratando de quitar su mano.
—Ya se que duele, pero así no se ensuciará la herida.
Ambos jóvenes se la pasaban jugando en aquel campo, cerca de la casa de sus abuelos, quienes eran visitados en las vacaciones o de vez en cuando en los tiempos libres de sus padres, para ese entonces el menor recién iba a comenzar el tercer año del instituto, mientras que Tae estaba por empezar la universidad y sus padres tenían planes de separarse, aunque eso no significaba mucho para ellos, ya que estaban acostumbrado a escuchar sus peleas, pero se mantenían fuertes el uno con el otro.
—¿Aún te duele? —preguntó el menor sintiendo la brisa bajo las hojas de aquel enorme árbol.
—No tanto —respondió con una sonrisa —¿Crees que mamá y papá se separen en serio? —preguntó mirando las nubes del cielo.
—Espero que lo hagan o las cosas podrían terminar muy mal —agregó el moreno, quién se levantó de repente y acercó su rostro para mirar a su hermano.
—Papá me dijo que se iría de casa y yo quiero ir con él —habló al ver la sorpresa en los ojos del mayor.
—¿De qué hablas? —interrogó.
—Ira a Seúl y allí está el instituto de artes, después podré ir a la universidad de arte —confirmó al ver la tristeza en sus ojos.
—¿Estás seguro que quieres estudiar eso? —preguntó sentándose a su lado.
