Alicia nunca se cuestionó porque le daban tanta comida. El reino de Ayalem nunca fue famoso por su abundancia, sí por su infraestructura, sí por su tecnología, pero nunca por despilfarrar comida en una mesera como las miles de la gran ciudad. De pómulos altos y cabello castaños, la chica estaba parada frente a la estufa viendo burbujear una olla de 20 litros de chilli espeso. El cocinero le sirvió un gran plato el cual se devoró sin chistar. La chica tomó su charola y salió al comedor provisto de varias mesas. En Ayalem circulaban algunos trenes visiblemente por el ventanal de la entrada.
La jornada del día podía describirse como tranquila, solo un par de clientes había habido. Alicia fue hacia la mesa donde la llamaron. Había un chica de piel bronceada, su playera blanca de tirantes entallaba su busto discreto pero su cintura de reloj. Con el cabello recogido en una coleta detrás de la cabeza y usando una chamarra de cuero negro. La rutina de siempre, Alicia fue a ella y le ofreció el menú.
—hoy no tengo mucha hambre, comí de camino a aquí— dijo la mujer con media sonrisa.
—¿Qué desea comer?— preguntó la mesera.
—a ti—.
La mesera quedó pálida ante estás palabras. Regresó a la cocina y fue directamente con el gerente a decirle eso. El gerente salió y vió a la mujer guiñandole el ojo, el gerente sonrío amable y volvió con Alicia.
—La señorita Ray-zah es una gran cliente, no puedes negarte— dijo el gerente.
—¡Noo, por favor!— rogó con los ojos vidriosos.
—no te preocupes, mi pancita es muy amable con los de tu tipo— dijo Ray-zah llegandole por la espalda— además dejo una muy buena propina— sonrió.
Los dientes de Ray atraparon las sienes rodeando las como una corona. Al empujar su cabeza hacia atrás levantó las piernas de Alicia quedando en vertical. La morena solo dejó que se deslizarse su víctima dentro del tobogán viscoso que suponía su garganta. El último atisbo de Alicia se perdió cuando Ray-zah cerró su mandíbula en una sonrisa radiante. Un hombre corpulento apareció detrás de Ray tras ingresar por la puerta.
—señora, es hora de irnos— susurró al oído el hombre.
—pero es mi hora...¡Buarp! Del almuerzo— dijo risueña tomando un palillo y frotar sus dientes.
Ray escupió los zapatos de la chica dejándolos caer al piso sin más. Si cuerpo no se deformó, al contrario, en su blusa blanca se marcaron el relieve de sus músculos abdominales.
—la reina Débora la solicita— aclaró el hombre.
Ella bajó los hombros e hizo un puchero, ambos salieron dejando un fajo de billetes en la mesa de Ray. La morena dio una palmada en el rostro y exclamó fastidiada.
—¡Hey, nunca dijiste a quien le daría la propina!— dijo picando su estómago en un costado— ¿Sigues allí? ¡Vamos, se que sigues allí!— habló.
—¡Mmmpmmpp!— sonó como ruidos ahogados desde su vientre.
—¿Que dijo Joan?— llamó a su compañero.
El hombre agachó la cabeza y pegó su oreja debajo del busto de Ray-zah. Ella dió una fuerte palmada agitando su barriga dejando sonar el acuoso interior con ruidos de chapoteo.
—¡Aaaahg! ¡Ayyy! ¡Ayuda por favor!— sonó con voz desesperada Alicia.
—Dice que no le importa la propina— dijo levantando el rostro a Ray.
—Ya lo suponía, terminar siendo parte de mi es suficiente— dijo engreída guiñando el ojo.
El par atravesó la ciudad hacia el palacio central. Desde el aire Ayalem tenía sus fronteras bien definidas en un muro circular repleto de urbanidad. El palacio central era la cede de todos los procesos importantes y hogar de la nueva reina, Débora. Los dos entraron al amplio galerón de pisos pulidos de cuarso y pilares de mármol. Subiendo una gran escalinata se encontraba la reina Débora. De cabello café claro y ojos verdes, usando un vestido con detalles dorados color verde militar entallando su cintura de reloj de arena. Sus gruesas piernas estaban entrecruzadad dándole un aire parcimonico a su belleza.
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(Vore) Shadow Eaters (Devoradoras De La Oscuridad)
FantasyEn un mundo de fantasía, un grupo de féminas de diversas especies se unen para enfrentar un antiguo mal. El abismo amenaza con devorarlo todo a no ser que ellas se lo devoren primero. Alto contenido vore. +18