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Estaba cerca.

Jimin escaneo todo el área infantil, el rastro de aroma de Jeonmin indicaba que estaba escondido en alguno de los juegos.

Camino sigiloso entre los tantos juegos. Entre todos, hubo uno que le llamo la atención, era una resbaladilla como cualquier otra pero está tenía en la sima una especie de casita.

A paso lento llegó hasta el juego, sintiéndose aliviado de sentir el aroma de Jeonmin adentro.

Estaba por subir pero unos sollozos lo detuvieron.

Jimin se sentía tan preocupado y culpable, precisamente por esta razón no había querido decirle nada al pequeño, escucharlo llorar era tan doloroso como un puñal en el corazón.

Tuvo que limpiar sus propios ojos antes de armarse de valor y entrar al reducido espacio. En momentos así agradecía su altura.

—Cariño...

—No me llames así.

El Omega trago saliva duramente ignorando el nudo que se le formó en la garganta.

—Jeonmin y-yo-

—¿Vienes a disculparte?— Preguntó y levantó la cabeza para ver con ojitos esperanzados al rubio. Jeonmin realmente quería creer que todo fue una mala broma pero al ver la expresión derrotada en el rostro del omega supo que no era así.

El rubio bajo la cabeza tratando de ocultar sus lágrimas.

—Lo siento...—Susurro.

El silencio reino por unos minutos que se sintieron eternos. Hasta que una frágil y rota voz hablo.

—¿P-por qué no me creen?—Murmuro bajito en medio de un sollozo.

—¿Que?—Pregunto desconcertado.

—¿Por qué no me creen?—Dijo está vez más alto y sin trabajarse—Somos lobos, nos caracterizamos por nuestro instinto que nos guía en nuestras decisiones y el mío me dice que no estoy en un error, no siento que este equivocado, dime... ¿Realmente es así? ¿No puede haber una posibilidad?

Jimin lo atrajo en un abrazo dejando que el castaño se desahogué. Sentía sus propios ojos arder de tantas lágrimas, su dulce aroma estaba agrio y su lobo aullaba con tristeza.

Si, dolía.

Dolía como el demonio.

—No tienes idea de cómo me encantaría ser de verdad tu papá omega... Pero no lo soy—Murmuro bajito pero aún así Jeonmin alcanzo a oír—Yo nunca tuve hijos, ni pareja, tampoco recuerdo haber conocido antes a tu padre, es imposible que yo sea tu papá omega.

Los sollozos se Jeonmin incrementaron, no quería creer en las palabras del rubio, lo supo desde el primer día que lo vio, él era su papá omega pero toda esperanza a la que se aferraba se estaba viniendo abajo con lo recién dicho.

—¿E-estas seguro?

—Si...— Sostuvo el rostro del menor y limpio sus lágrimas con cariño.— No te puse un freno cuando empezaste a decir que yo era tu papá porque a pesar de que nunca tuve hijos siempre los quise. Trabajar con niños me hace feliz y ver qué yo los hago felices a ellos es uno de los mejores regalos que podría tener.
Fue toda una sorpresa cuando apareciste por primera vez, no te voy a mentir, me sentí aterrado cuando afirmaste con tanta confianza que yo era tu papá omega pero luego ese terror se transformó en algo cálido. Me empezó a encantar demasiado que me llamaras así y eso no tenía que pasar...

—¿No querías que esto pasara?—Pregunto refiriéndose a la situación que los abarcaba.

—No, odio ver a pequeños llorar y más saber que esas lágrimas son por mi culpa. Aunque eres el primer niño que llora por mi culpa, no es algo bonito de recordar.— Soltó una risa seca y limpio su rostro.

¡Tu eres mi papá omega! • KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora