"Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras."
- William Shakespeare.El bello amanecer se hacía presente en la lejana región de Akkala, y la luz del sol atravesaba la ventana de la habitación donde yacía el joven elegido. Despertó incómodo, debido a que el los rayos del sol naciente chocaban directamente a su cara.
A su izquierda, estaba la princesa de Hyrule, somnolienta sobre un sofá, aunque parecía ir despertándose de a poco, creía sentir que una mirada estaba sobre ella. Abriendo sus ojos con pesadez, pudo ver que el chico la estaba observando. Hace una semana, esto hubiese provocado un enfado en ella, pero ahora no podía evitar sonreír al ver que su escolta personal estaba bien.
La medicina ayudó un montón a Link, su físico se encontraba a un 75%, pero incluso siendo tan callado y serio, Zelda podía notar que emocionalmente estaba bastante bien. Desayunaron omelettes con jugo de frutas y, tras ver que el joven guerrero se encontraba en buenas condiciones para viajar, se dirigieron a su siguiente y último destino, el Dominio Zora. La distancia entre la Torre de Akkala y el hogar de los Zora era realmente corta, sin embargo, no es secreto que llegar hasta el Dominio es un verdadero martirio.
La única forma de acceder al Dominio Zora es por El Camino del Río, un laberinto lleno de piedras, colinas y charcos, con el plus de que la única forma de acceder era a pie, meter un caballo en esos caminos tan estrechos era una misión imposible. Los jóvenes dejaron a sus yeguas en el Establo del Bosque, donde el chico decapitó a esa bestia hace apenas unas horas y, sin más preámbulo, se adentraron en el camino del Río Zora.
Fue un trayecto difícil, un trayecto en el que planeaban la división de tareas mientras el rubio ayudaba a la heredera al trono a atravesar ciertas zonas. Fuera de esas dificultades, ambos parecían estar pasándosela bien, conociéndose cada vez más hasta que, sin previo aviso, el tema tabú que envolvía a este viaje salió a la luz.
"Si, supongo que Mipha debe de estar muy emocionado por verme."
Las palabras de Link provocaron un silencio abrumador cerca del Puente Oren. Zelda pasó de estar totalmente sonriente a un semblante serio, con toques de preocupación. Parecía que la bajaron de la nube, esa nube en la que estaba hablando con su escolta, siendo solo ellos dos.
— Mipha y tú se conocen desde hace mucho, ¿n-no es así? — Dudó la futura reina, bajando un poco la cabeza.
— Nos conocemos desde que yo era un niño. — Contestó el hateliano, compartiendo esa mirada seria. — Siempre me cuidó, y estaré eternamente agradecido con ella por eso y todo lo que ha hecho por mí.
— Ya veo... - Respondió la rubia. — Creo que esta vez ambos podemos ayudarla con Vah Ruta, yo hablaré hoy con el Rey Dorphan para que mañana ajustemos juntos los últimos detalles con la Bestia Divina, tres cerebros son mejor que dos, ¿no lo crees?
— Me parece perfecto. — Afirmó el elegido, dándole una ligera sonrisa.
Zelda exhaló aliviada sin que Link se percatara, por lo que este no sospechó nada. Sin embargo, aquí había gato encerrado. La única vez en la que Zelda se subió a ayudar con una Bestia Divina fue junto a Urbosa, siendo esta una excepción muy especial para pasar tiempo con su tía. Ahora, de un día para otro, ella quiere ir con Mipha, siendo ella la campeona con quien menos ha convivido, la princesa Zora es una persona con la cual no tiene ningún vínculo afectivo... Pero Link sí.
Por el resto del camino, la tensión se fue, retomando esas frescas conversaciones que la princesa tanto disfrutaba. Los hermosos paisajes junto a la compañía de su escolta personal hacían de este momento algo casi perfecto, tan perfecto que ni siquiera sentía dolor en las piernas después de andar por senderos y colinas de todo tipo. Finalmente, tras cruzar el Cruce de Luto, el imponente Dominio Zora se dejó ver.
ESTÁS LEYENDO
The Legend of Zelda: Age of Calamity
AdventureCuando se confirma el rumor de que un joven proveniente de la Aldea de Hatelia se hizo con el poder de la Espada Maestra, el reino de Hyrule entra en estado de alarma ante la inminente llegada de la maldad en su más grande expresión.