El valiente Goron.

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"La valentía es cuando entras en una batalla que no estás seguro de ganar."
- Jeffrey Fry.

Lo que pasó después de la insistencia de Zelda por dirigirse a Ciudad Goron no fue nada fuera de lo esperado. El viaje los dejó muertos. Fue tanto el cansancio de un viaje de 7 horas que tuvieron que Zelda tuvo que mover cielo, mar y tierra para que la reunión con Daruk y los Goron fuese pospuesta para el día siguiente, ya que no estaban en condiciones de una junta de medio día. Llegaron a las 4 de la tarde, sin embargo, no aguantaban caminar un metro más, por lo que, tras dejar a las yeguas en el Establo del Pie del Cañón, llegaron a la Ciudadela de Akkala.

Una impenetrable torre que fungía como el segundo campo de entrenamiento de la familia real de Hyrule, la cual estaba a únicamente a 20 minutos de la entrada al Cañón de Eldin. Zelda ni siquiera ordenó comida, ya que fue directo a la cama para no despertar hasta el día siguiente. Por el contrario, las malas lenguas dicen que Link se adentró en el comedor principal a comer como una bestia, para posteriormente ir a un dormitorio que tenían guardado para él debido a que en más de una ocasión entrenó en la región de Akkala.

Tras esto, héroe y princesa llegaron al Establo del Pie del Cañón a las 7 en punto, donde eran esperados por Daruk y su gente.

— ¡Princesa! ¡Pequeñín! — Saludó el enorme Goron. — ¡Un placer tenerlos por aquí! Sería un honor llevarlos hasta la Ciudad, pero creo que es la peor idea del mundo.

— El placer es nuestro, Daruk. — Contestó Zelda, dejándose llevar por la calidez del carácter Daruk. — Recibí tu mensaje, parece ser que Vah Rudania se está poniendo complicada.

— Por Hylia, ¡esa salamandra está loca! — Afirmó el guerrero del volcán. — Está claro que no soy el piloto más habilidoso, ¡pero definitivamente ese cacharro me está sacando canas verdes!

— Tranquilo, para eso estamos aquí. — Respondió la princesa, dando una carcajada. — Escucha, me temo que no podré subir hasta la montaña a ayudarte con Vah Rudania. Sabes que no puedo subir a la Montaña de la Muerte, podría caerme y no habría heredera al trono. Por lo que Link te acompañará.

— ¡Ven aquí, Pequeñín! — Dijo entusiasmado el Goron, dándole una fuerte palmada en la espalda a Link, quien solo abrió un poco más los ojos. — ¿A dónde irás, princesa? Puedo pedirle prestados unos guerreros al jefe para que te escolten a donde vayas.

— Tranquilo, no iré muy lejos. — Replicó Zelda. — Tenemos hospedaje en la Ciudadela de Akkala, realizaré unas investigaciones y después iré a rezar a la Fuente del Poder, aprovechando que me queda bastante cerca.

— ¡Perfecto, princesa! Yo cuidaré a Link mientras él me ayuda con la salamandra. — Afirmó Daruk. — ¿Te parece si nos vemos en 3 horas?

— Me parece genial, Daruk. — Afirmó la rubia. — En ese caso, ¡nos vemos a las 10!

Zelda tomó a Ventisca, y fue directo a la Ciudadela de Akkala, sin darse cuenta que estaba siendo escoltada por dos enormes y fuertes Goron enviados por Daruk para cuidarla. Mientras tanto, este último le dio a Link unos elixires de protección contra las quemaduras, bebidas que provocaban una inmensa bajada de temperatura en el cuerpo del portador, lo que provocaba que, al subir el clima del ambiente de forma tan extrema, el cuerpo de Link pudiese mantenerse estable.

El camino a Vah Rudania fue sumamente largo, subidas pedregosas que provocaron que las piernas de Link comenzaran a pesar. Después de un viaje de 45 minutos, Link y Daruk se encontraban por fin cruzando el Puente de Eldin para llegar a la Montaña de la Muerte, donde los esperaba el coloso mecánico en forma de salamandra. El enorme volcán de Hyrule imponía muchísimo respeto, desde ahí podía verse casi todo el reino, con excepción de la Ciudadela Gerudo y el Poblado Orni.

The Legend of Zelda: Age of CalamityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora