Mipha.

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"La peor forma de extrañar a alguien, es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener."
- Gabriel García Márquez.

Antes de que cantara el Cucco, la princesa Zora ya estaba lista para su entrenamiento junto a la Bestia Divina Vah Ruta. Sin embargo, más que prepararse para una sesión de práctica, parecía haberse alistado para una cita romántica. Joyas preciosas de brillante plata adornaban su pequeño y delicado cuerpo, rodeada por su bufanda de color azul cerúleo con la figura del elefante. Colocándose la más rica fragancia del Dominio Zora, se miró al espejo durante varios minutos con la misma pregunta dando vueltas por su cabeza:

"¿Esto le gustará?"

Después de pensarlo mucho, Mipha salió de su habitación con la intención de ir a buscar a quien sería su compañero el día de hoy. Estaba nerviosa, por cada paso que daba sentía como las mariposas volaban por su estómago, su rostro comenzó a acalorarse por el inminente rubor, aun cuando ni siquiera estaba frente a él. Cuando por fin llegó a su destino, respiró profundamente, verificó que sus accesorios estuviesen perfectamente colocados, y tocó la puerta tres veces. Fue recibida por la persona con la que soñó durante toda la noche.

— Buenos días, Mipha.

Su varonil voz era ronca, sabía perfectamente que apenas se había levantado. Su larga y rubia cabellera caía por sus hombros, era una de las primeras veces que lo veía con el pelo suelto, y no podía negarlo, lucía increíble incluso si recién había despertado. Aunque, siendo sinceros, para ella él luce excepcional en todo momento.

— B-B-Buenos días, Link... — Contestó, luchando por no sonrojarse.

— Llegaste media hora antes de lo previsto. — Comentó el elegido. — Me acabo de levantar hace 5 minutos, me cambié como pude.

— Oh... D-Disculpa... — Dijo la princesa Zora, cabizbaja.

— Descuida. — Respondió Link, tomando la Espada Maestra. — ¿Estás lista?

— Si, ven conmigo, te guiaré hasta Vah Rutah.

El camino era un tanto largo, había que caminar muchísimo para llegar a la Reserva del Este, donde se encontraba el coloso mecánico en forma de elefante. Link escaló las montañas mientras que Mipha nadaba a través de las cataratas, pensando en lo que hubiese sido subirlas con el elegido en sus brazos. Para ayudar a los hylianos, los Zora normalmente nadan con ellos a sus espaldas, por lo que la fantasía de subir cataratas con el hateliano abrazándolo no era tan descabellada.

Tras un camino bastante largo, finalmente estaban frente a la Bestia Divina Vah Ruta, quien emergió de las profundidades de la Reserva del Este y abrió sus puertas para que el elegido por la Diosa y la princesa Zora comenzaran con su entrenamiento.

[...]

Mientras los dos jóvenes entraban a la Bestia, la chica de los ojos verdes apenas despertaba de un corto sueño. Había dormido entre 3 y 4 horas, ya que dentro de su cabeza había una tormenta de sentimientos que chocaban sin parar. Después de derramar lágrimas durante un buen rato, su cuerpo se encontraba ya demasiado cansado, lo que provocó que cayera como una tabla durante unas cuantas horas.

Se levantó de la cama con una mentalidad "ganadora", si podemos llamarla así. Se dijo a sí misma que no se iba a dejar llevar por sus emociones, que ella era más fuerte que todo esto. Ya había llorado lo suficiente ayer como para seguir decaída y triste, ella era la maldita princesa de Hyrule, la sangre real corría por sus venas, ella era única. Por lo que, como nueva, se dispuso a ir a desayunar con el Rey Dorphan para tratar temas mucho más importantes que un simple amor adolescente.

The Legend of Zelda: Age of CalamityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora