[Retrato manchado]

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El auditorio dentro de la escuela Elmore se encontraba lleno. El evento del día era una presentación de Banana Joe presumiendo los poderes de vidente que poseía su madre.

Incluso para hacerlo más profesional (y más fácil para que los espectadores vieran) pidió una cámara y un cañón de la biblioteca para proyectarlo en la pared del escenario.

Había varios que entraron por genuina curiosidad, otros querían burlarse pensando que era una estafa, y otros solo fueron porque prometieron pizza gratis a los oyentes.

Gumball, sabiendo de antemano que el poder de Banana Bárbara era verdadero, fue por un asunto personal. Quería asegurarse de no estar involucrado.

Se había escabullido tras el telón. Estaba viendo desde arriba del escenario, gracias a los elevadores manuales jalados por polea, a sus objetivos.

Barbara y su hijo estaban hablando. Más bien, Joe hablaba y su madre solo se limitaba a escuchar sin quitar su mirada (y pincel) del lienzo.

— ¿Otra vez él, mamá? Si tuviera una moneda por cada vez que Gumball se vuelve protagonista en tus pinturas, tendría tres. Lo cual no es mucho, pero me sorprende que haya pasado tres veces.

"¡Lo sabía!"

Gumball estaba colocando sus manos en la cuerda de la polea para bajar y ver la pintura. Pero como el karma lo odia, se confundió de cuerda.

Era la cuerda de la cortina del escenario.

Cuando Bárbara y su hijo vieron el telón alzarse a medias, y el sonido de la gente emocionada, alzaron la mirada para encontrarse con Gumball.

En su desespero por escapar, Gumball buscó la cuerda de la polea para desamarrarla y descender.

Obviamente había sido una estúpida idea.

Las manos del chico gato comenzaron a arder por la fricción y, por instinto, cambió a la cuerda del telón, haciendo que la cortina se abriera nuevamente.

El público que apenas estaba viendo lo que ocurría, miraban confundidos (al igual que Joe y su madre) cómo Gumball cambiaba de una cuerda a otra hasta estar cerca el suelo.

Los brazos de Gumball se agotaron y, a medio camino, terminó cayendo encima de Bárbara y su pintura.

Joe se apresuró en atender a su madre quitando de encima a Gumball. Cuando todos se recuperaron, la mujer levantó con preocupación el lienzo con su obra arruinada.

Fue ahí cuando todos lo vieron.

Efectivamente, Gumball estaba nuevamente como protagonista en la pintura, con la diferencia de que estaba usando un chaleco verde encima de sus hombros. El ambiente detrás de él era oscuro y apenas visible, pero estaba en una habitación con posibles espejos. En ella, el chico gato estaba en una posición como si estuviera besando a alguien. Pero había un problema. Una mancha grande de múltiples colores arruinaban el cuerpo y la cara de la persona misteriosa.

Ahora el futuro era incierto.

— ¡Mira lo que hiciste!, ¿Qué rayos te pasa Gumball?

— ¿Porqué es mi culpa? ¡Mejor explícame porque siempre aparezco en las pinturas!

— El mundo me dice que eres interesante de pintar. – Una voz suave y calmada asustó a los dos jóvenes. Banana Bárbara nuevamente estaba sonriendo, como si la pintura no se hubiera arruinado.

— Cierto, lamento haber caído encima suyo...

— No te preocupes. – Bárbara volvió a acomodar el lienzo en su caballete de madera. — La voz me dijo que eso sucedería.

[GumOcho One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora