[Hacks]

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Hay una regla general que todo el mundo aceptaba. Si eres de Elmore, es porque eres alguien extraño.

Por algo la mayoría de habitantes tenían ciertas habilidades, más allá de su fisiología que los hacían destacar.

Carry podía hacerse invisible y atravesar paredes, Larry tenía la habilidad de estar en cualquier lado con el fin de cumplir su trabajo, Masami podía flotar y manipular el clima según sus emociones, y los Watterson eran hibridos de animales como gatos, conejos y un pez.

Pero, ¿Qué hacía destacar a Ocho?,  ¿Qué hacía destacar al enano pelinegro? (aparte de sus enormes problemas de temperamento).

Simple. Podía manifestar códigos a través de la realidad. Una habilidad muy compleja, pero a la vez limitada.

Quizás no tenía los códigos para volverse un Dios, pero al menos podía hacer trampas en los exámenes o no pagar en las máquinas expendedoras. Aunque eso último dependía más de su paciencia, si es que no terminaba golpeando la máquina.

Gracias a esos códigos podía llevar una vida sin tantas complicaciones, pero la desgracia era que no podía abusar de su habilidad por lo mucho que llamaba la atención. Siempre se aseguró de ser sutil al momento de querer salir de una situación molesta o que no le apetecía batallar.

Pero aún con toda su sigilo, no pudo escapar de Gumball.

El chico gato sabía de antemano que era común en todos los habitantes tener algo especial, por eso, cuando un día se cuestionó qué habilidad tenía Ocho, se obsesionó.

Orgullosamente no llegaba al nivel de acoso de Sara, pero era bastante bueno si se comparaba con su némesis Rich.

Gumball lo veía de lejos, tomaba fotografías cuando tenía la oportunidad, escribía notas de las palabras que murmuraba, y hubo incluso un tiempo donde se grababa a si mismo para ver si cualquiera podía usar los códigos.

En medio de su investigación, encontró un doloroso y difícil sí, cuando en una de sus prácticas terminó encerrándose en un tanque de guerra.

Luego de ello, concluyó que la mejor opción era chantajear a Ocho para que usara sus habilidades para hacerle favores. Pero para ello, debía seguir esforzándose en recabar evidencias.

Y estaba tan cerca que podía saborearlo.

Los pasillos de la escuela estaban semi-desiertos, eran las dos de la tarde y Ocho se había quedado para terminar un trabajo de equipo con Tobias y Banana Joe

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Los pasillos de la escuela estaban semi-desiertos, eran las dos de la tarde y Ocho se había quedado para terminar un trabajo de equipo con Tobias y Banana Joe.

Los tres chicos se despidieron y tomaron rutas distintas, dejando a Ocho vagar por el pasillo donde los casilleros rojos destacaban. El pelinegro estaba terminando de guardar unas libretas y pensando si debía llevarse unos libros a su casa.

La tranquilidad de los pasillos se vió interrumpida por un sonido, como si un pie hubiera hecho fricción con el suelo resbaladizo. Ocho levantó su mirada curiosa fuera del casillero, volteando a ambos lados para asegurarse de que no estaba loco.

[GumOcho One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora