Ocho caminaba con una mirada molesta fuera del campus universitario. Por haber llegado tarde, no lo dejaron entrar a la clase.
Ocho sabía que debía entretenerse con algo para no sentir que desperdiciaba dos horas de su vida mientras esperaba su siguiente clase.
Decidió detenerse en una cafetería que estaba cerca del campus porque se moría de hambre.
En lo general, a Ocho no le gustaba quedarse a comer en las cafeterías o restaurantes. Se sentía bien con solo pedir comida rápida y llevarla a su dormitorio para degustarla en paz. Además, terminaba siendo más barato que comer en un lugar donde terminaban cobrando de más por la estadía.
Pero en este tipo de situaciones donde quería un cambio de aire por su estresante mañana, se dejaría dar el gusto.
Al entrar, Ocho fue recibido por el olor a café concentrado y el dulce de los postres mostrados en un exhibidor. Le hizo sentir más cómodo de lo que debía, quizás era por su reciente adicción a la cafeína para poder durar en las jornadas del semestre.
El local era pequeño, pero al mismo tiempo acogedor, los colores crema en las paredes y las plantas colgadas en las esquinas daban una sensación hogareña.
Dejando la estética de lado, Ocho se alegró internamente al ver que no había mucha gente, por lo que, cuando se sentó, fue rápidamente atendido por un chico con cabello azul y orejas de gato.
— Buenos días, ¿Puedo tomar su orden?
Ocho se quedó callado unos segundos. Olvidó que no miró el mostrador en donde estaban las bebidas. Diablos, ni siquiera había visto los precios. Bajo la mesa, apretó la tela de sus pantalones para mantener la calma.
— Nunca había estado aquí antes, ¿No tiene una carta donde pueda ver qué sirven?
— O-Oh, claro. En seguida. – El chico chocó sus palabras antes de irse al mostrador.
Ocho quiso darse un golpe en la cara por lo apático que había sonado eso. Todavía le costaba socializar de manera normal sin sonar que estaba dando una amenaza de muerte.
"Genial, el chico solo está trabajando y probablemente le arruine el día con mi actitud"
— Aquí tiene, señor. – Nuevamente, el chico peliazul habló con una sonrisa mientras colocaba la carta en la mesa.
— Gracias. – Ocho tomó con rapidez la carta para cubrir su vergüenza.
Para su suerte, los precios se veían estándar. No era algo caro, pero debía elegir bien que pedir.
— Dame un café mediano y un sandwich. – Ocho regresó la carta haciendo una pausa en sus palabras. — Por favor.
— En un momento te lo traigo. – El chico anotó la orden en una libreta pequeña que sacó de su bolsillo. — ¿Cuál es tu nombre?
— Ah... Ocho, ¿Y tú?
— Gumball. – El peliazul rió. — Solo era para saber a quien iba dirigida la orden.
— Oh... – Ocho no pensó que esperaba de esa pregunta. Porque debía admitirlo, el camarero tenía su atractivo.
Luego de unos eternos minutos de espera, y de ver a todos lados para seguir apreciando el decorado del lugar, recibió su orden.
Justo cuando estaba a nada de comer su sandwich, Ocho miró una nota adhesiva en su café con su nombre y un corazón dibujado con pluma negra permanente.
Es lo más lindo que le habían hecho en todo el día.
Quizás por eso se tomó su tiempo para disfrutar su comida como no lo había hecho en meses.
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[GumOcho One-shots]
FanfictionOne-shots de Gumball/Ocho de El Increíble Mundo de Gumball. ESTE SHIPP ESTÁ SUPER INFRAVALORADO, DENLE OPORTUNIDAD, PORFA.