Dos de Marzo.
Hoy nuevamente lo ví por los pasillos. Estábamos a dos casilleros de distancia. Escuché a Gumball hablar con Penny, planeaban una salida al cine para ver una película que él quería mirar con ansias desde hace dos años.
Al parecer fuí el único que lo notó. Con oír su simple voz, Gumball estaba rogando por adelantar su salida, ya que la gente que había visto la película andaba comenzando a soltar spoilers.
En este punto conozco bastante bien a Gumball. Sus manerismos, su sentido del humor, su arrogancia (que a veces puede ser irritable, pero al mismo tiempo encantador), su inflado ego, su forma de actuar cada vez que quería conseguir algo, sus expresiones cada vez que le disgusta algo.
Conozco todo. Y este diario es evidencia de eso.
¿Cuánto tiempo seguiré viendo a la distancia?, ¿En serio no tendremos la oportunidad de siquiera volver a ser amigos?, ¿Tan poco le agrado?
En el fondo, siento que es lo mejor. Porque si incluso tuviera de vuelta la oportunidad de volver a acercarme, no lo soltaría. Sería intenso. Algo que, ya dejó en claro, es algo que lo asusta de mí.
Pero, ¿Cómo puedo evitar serlo cuando me llega el constante recordatorio de que tiene novia?
Gumball lleva un año con ella, se ve feliz, sonríe como un tonto cada vez que hablan. De la misma forma que yo lo hago en mi interior cuando el se acerca de manera involuntaria.
¿Algún día podría hacerlo sonreír de la misma forma?
¿Podré borrar que, en algún punto, lo dejé temblando con solo mirarme?
Me siento asqueado. Recordé la vez que, en el tiempo donde Gumball hacía lo posible para volverse mi amigo, cumplió el rito de iniciación para ganar mi confianza. Obviamente sabía que lo lograría. Pero cuando le quité aquel costal que cubría su cara y admiré sus ojos llenos de lágrimas y miedo, algo en mí se revolcó.
No pude evitar pensar que se veía adorable.
No pude evitar sentir que quería protegerlo.
No pude evitar sentir que mi ego se había inflado con la simple idea de Gumball llorando entre mis brazos, rogando que no lo suelte y que me quede a su lado. Que lo reconforte. Que le diga que todo estará bien.
Quería que Gumball fuera mío.
Pero, cómo era de esperarse, Gumball tiene algo que otros no. Algo que amo y detesto de él. Sabe confrontar a la gente.
Por eso cuando me confrontó aquel día, en su típica manera poco convencional para hacer las cosas, pidiendo que dejáramos de ser amigos, me sentí decepcionado y orgulloso al mismo tiempo.
Orgulloso de saber que mi querido ex-amigo era alguien valiente, y decepcionado por saber que esa valentia la estaba usando para lastimarme y alejarme.
Y, como buen perdedor que soy, lo dejé ir.
¿Hice bien?, ¿Debí insistir en otra oportunidad?, ¿Me hubiera dado una segunda oportunidad si le prometía que no me seguiría saltando mis clases de manejo de la ira?
¿Seríamos algo?
Ocho apretó el lápiz con el cual escribía, se frotó los ojos con insistencia para evitar ponerse sensible. Cómo se alegraba que la gente no le gustará entrar a la biblioteca.
Porque así nadie podía verlo vulnerable. Hasta el final de los días mantendría esa fachada de ser alguien peligroso. Bueno, lo era. Pero también tenía sentimientos.
Ocho miró de reojo por última vez lo que escribió antes de colocar su lápiz en medio de la libreta y cerrarla, como si fuera un marcador.
No sabía en qué momento decidió escribir en su diario cuando al principio estaba buscando libros de historia para hacer su tarea.
"Siempre puedo hacerla mañana"
Ocho se convenció. Agarró los libros que, honestamente, había elegido al azar y los devolvió a sus estantes. Cuando vió que uno de los libros lo llevó a la sección de cuentos infantiles, se quiso reír por su idiotez.
"Si, claro. Estudiar"
Dejando el libro infantil, Ocho regreso a la mesa para recoger su diario.
Oh, pero el mundo parece odiarlo a muerte.
Gumball, de todas las personas existentes de la escuela, estaba mirando el diario que dejó.
Y, cómo era parte de su naturaleza desvergonzada, comenzó a ojearlo, luego de voltear a sus alrededores checando si había alguien más en la biblioteca.
"¡Soy idiota!, ¿¡Porqué me oculte?!"
Gritaba en su interior el pelinegro, viendo con pánico las expresiones confundidas del chico gato cuando prestó atención a lo que había en el diario.
Preso del pánico, Ocho decidió afrontar la situación y caminar hacia Gumball para arrebatarle el diario.
— ¡Oye...! Oh, hola... ¿Eso era tuyo? – Como esperaba Ocho, Gumball cambió sus reclamos a una voz más dulce para no verse intimidado.
— No lo sé, ¿No leíste lo suficiente?
Gumball le dió una mirada severa que confundió a Ocho.
— Viejo, literalmente solo pude ver un montón de ceros y unos escritos, por un momento creí que era la tarea de matemáticas de Boberto.
— Espera, ¿Eso quiere decir que...?
— Ocho, no entiendo código binario. Y soy muy flojo para tratar de investigar por cuenta propia. – Gumball se cruzó de brazos.
El pelinegro dió un suspiro de alivio al escuchar lo ignorante y vago que podía ser su interés romántico.
— Incluso siendo patéticos, eres adorable...
— ¿Perdón?
Ocho apretó el diario en su pecho.
— ¿Lo dije en voz alta?
— Sí, y no sé si sentirme ofendido o halagado. Así que sentiré las dos cosas.
Con un jadeo dramático, Gumball dió un cachetazo sin miedo a la mejilla de Ocho, para luego frotar con cariño esa misma parte que golpeó.
Fue tan rápido que Ocho tardó en sentir el ardor en su mejilla ser remplazada por la cálida mano del chico gato.
Definitivamente estaba soñando.
— Okey, suficiente. – Gumball se separó de Ocho justo cuando el pelinegro comenzaba a reposar su peso en la mano ajena. — Al menos la próxima haz dibujos para que tenga algo con qué molestarte.
Y como si fuera una tormenta pasajera, Gumball caminó como si nada a la salida de la biblioteca, dejando a Ocho todavía con su cerebro cargando, tratando de procesar lo que había ocurrido.
Tocó con delicadeza su mejilla mientras una sonrisa tenue se levantaba en sus labios.
No se lavaría esa mejilla por el resto de la semana.
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[GumOcho One-shots]
FanfictionOne-shots de Gumball/Ocho de El Increíble Mundo de Gumball. ESTE SHIPP ESTÁ SUPER INFRAVALORADO, DENLE OPORTUNIDAD, PORFA.