¡Ah, Arequipa, mi linda ciudad! Me siento orgullosa y feliz de haber nacido en un lugar tan increíble. Y es que aquí hay tantos sitios que visitar: la campiña arequipeña, el mirador de Yanahuara, la Plaza de Armas, el parque de Selva Alegre, el centro de la ciudad con sus edificaciones de sillar que le dan un aire tan elegante y original, las callejuelas de los barrios tradicionales con sus floreros y farolas, los centros comerciales tan animados y divertidos... Además está su excelente clima, casi siempre soleado y con cielo despejado; con un clima así dan ganas de estar contenta todo el tiempo. Por eso y muchas cosas más me encanta pasear por mi ciudad... Pero, pero, ¡pobre de mí, ahora ya no podré hacerlo nunca más! ¡Es tan terrible! La maldición que me ha caído encima ha arruinado mi vida por completo. Tendré que vivir encerrada en mi habitación para siempre, cargando con esta tragedia tan, tan, ¡tan púrpura! ¡Así es, no permitiré que nadie se burle de mí! Por eso ya lo he decidido, hasta que no resuelva este mal que me aqueja viviré aquí sola y aislada en mi habitación como un ermitaño. ¡Lo juro! Ay, amigos, así de trágicas están las cosas en mi vida. ¡Qué catástrofe tan terrible!
***
–¡¿Qué es lo que te pasa hija?! ¡¿Te encuentras bien?! –la mamá de Mandy le habló desde afuera de su habitación, en tanto tocaba la puerta con insistencia y al mismo tiempo, aunque en vano, intentaba abrirla.
–¿Qué le pasa a la hermana? –una voz de niño se oyó.
–¿Mandy está bien? –una voz de niña intervino esta vez.
–¡Harold, tu hija se ha encerrado con seguro! ¡Tráeme la llave!
–He traído la llave, Susan –el padre de Mandy llegó al poco rato con un mandil puesto y con la llave sostenida en su mano derecha. Él se encontraba algo agitado, pues había venido corriendo.
–Abre de una vez la maldita puerta, Harold, que Mandy no me contesta.
–Por dios, Susan, modera tu lenguaje, que los niños están presentes.
–Ay, lo siento. Pero es que ese grito que lanzó nuestra hija fue tan, tan... ¡parecía que la estaban matando!
El señor Harold introdujo la llave en la cerradura.
–¡No entren! ¡Por lo que más quieran no lo hagan! –desde el interior de la habitación se oyó la voz de Mandy. Ella se oía muy afectada.
–¿La has oído, Harold? ¡Hija, ¿qué es lo que te ha pasado?! ¡Respóndeme, que soy tu madre!
–Me he convertido en un monstruo, mamá. Eso ha pasado. Todo se ha acabado para mí.
–Bah, con que era eso. Seguro le ha vuelto a salir un grano –el señor Harold se relajó.
–Ah, así que era eso. Sí recuerdo la última vez que nos montó una escenita similar. ¡Oye Mandy, deja de ser tan exagerada, que por un grano nadie se ha muerto!
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Super Purple: One Cursed Girl
Teen FictionBurlarse de los demás era el pan de cada día de Mandy Carpio, hasta que un buen día una compañera de su colegio ya no aguantó más sus bromas y decidió darle una inimaginable lección que le cambiaría la vida para siempre.