A mamá le prometí que este lunes que viene iré al colegio así llueva o truene. Pero, ¿saben? Eso no me preocupa en lo más mínimo, porque ya tengo la solución para resolver mi problema. Y me queda todo el domingo para ponerme manos a la obra. ¡Ya verán como el día de mañana volveré a la normalidad! Una lástima, Daysy, pero aquí se acaba tu estúpida maldición. ¡Dile adiós para siempre a tu ridícula venganza!
***
Era un soleado y tranquilo domingo por la mañana.
–Fiu, fiu, fiu, ¡fiuuu! –Mandy silbaba una alegre melodía mientras bajaba a la cocina a desayunar. Allí su familia ya se encontraba en la mesa.
–¡Ah, es una mañana tan hermosa la del día de hoy! –Mandy comentó, y se sentó a la mesa. Continuó silbando.
–La hermana está muy contenta – observó Tabata.
–¡Mandy está así de feliz!! –Robin se tocó las mejillas con los dedos índices y esbozo una sonrisa de oreja a oreja.
–Desde ayer cuando regresaste de la calle te noto muy animada, hija –señaló el señor Harold.
–Me parece muy sospechosa tanta alegría. No estarás maquinando alguna treta para mañana faltarte a la escuela, ¿no? Porque mañana irás sí o sí. Ya me lo has prometido –le advirtió la señora Susan.
–Lalalaaa, ¿así que quieren saber el motivo de mi alegría? –Mandy terminó de comer su plato de rodajas de naranja. De inmediato cogió su sándwich de mantequilla. Dio un mordisco. Se demoró en pasar–. ¡Ah!, ¡qué bien te quedó todo, papá!
–Gracias, hija.
–Vamos, ya déjate de tanto rodeo y desembucha, Mandy –la apremió su madre.
–Está bien, les contaré. Estoy tan feliz porque he descubierto la forma para por fin poder librarme de mi maldición.
–¡¿Cómo?! –los padres de Mandy preguntaron al unísono. Se miraron entre ellos, sorprendidos por lo que acababan de escuchar.
–Tal como lo oyen. Dentro de poco volveré a ser una chica normal, ya lo verán. Pero ya fue suficiente, por ahora no diré nada más.
El señor y la señora Carpio se miraron nuevamente entre sí, ahora mucho más asombrados y confundidos que antes.
–Bueno, me voy. Provecho con todos –Mandy dijo tras apurar su taza de café con leche. Se levantó de su asiento y abandonó la cocina canturreando una alegre melodía.
"¡Lalala bye bye heartache lalalaaa!", sus padres y hermanitos oyeron la voz de Mandy cada vez más lejana. Ella subió las gradas hacia su habitación. Oyeron la puerta cerrarse. Al poco rato la oyeron abrirse. Luego oyeron los pasos de Mandy bajando por las escaleras.
–¡Estoy lista, me marcho! –Mandy se apareció en la cocina vistiendo vaqueros de color celeste claro, zapatillas urbanas rojas con plataforma blanca, y un polo color blanco con un estampado en negro de una vaca rapera. Sobre la cabeza llevaba puesta su gorra de lana gris, y en la espalda llevaba colgada una pequeña mochila de cuero. Bajo el brazo derecho cargaba su patineta.
–¿Se puede saber a dónde piensas irte tan campante un domingo por la mañana? –le preguntó su madre.
–Eso es... ¡un secreto! –Mandy señaló, y tras guiñar el ojo y soltar una risita picara se marchó.
–¿Y a esta que mosco le ha picado? –la señora Susan se preguntó en voz alta. Todos en la cocina se miraron extrañados y negaron con la cabeza, en tanto se encogían de hombros.
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Super Purple: One Cursed Girl
Teen FictionBurlarse de los demás era el pan de cada día de Mandy Carpio, hasta que un buen día una compañera de su colegio ya no aguantó más sus bromas y decidió darle una inimaginable lección que le cambiaría la vida para siempre.