Vaya, me siento algo culpable por lo que le pasó a la profesora Inés. Me enteré que durante la clase que le tocaba después de con nosotros dijo que se sentía mal y tuvo que irse. Consultándoles a algunos chicos de ese salón, me dijeron que la profesora había ido al hospital. Debido a ello es que junto con mis amigas decidimos ir a visitarla un rato en la tarde. Por suerte, la profesora nos contó que el médico le dijo que lo suyo no había sido más que una ligera descompensación, nada grave, de modo que en pocas horas le darían de alta. Sin embargo, cuando le pregunté a la profesora sobre cuando recuperaríamos las clases de disección, nos dijo que de pronto se estaba comenzando a sentir mal nuevamente, así que tuvimos que irnos. No lo entiendo, si hasta ese momento se le veía tan sana. ¡Cielos! Supongo que a esa edad los achaques son algo que te viene de pronto, es lo único que se me ocurre...
***
–¡Esta es la oportunidad perfecta para vengarme, chicas! ¡Ya lo verán! –Mandy les dijo a sus amigas muy excitada.
–¿Vengarte? ¿De qué estás hablando? –le preguntó Roberta. En ese momento las cuatro chicas se dirigían junto con el resto de las mujeres de su año a la cancha de losa en donde se había armado la red de vóley. Guiando a todas iba la profesora de educación física. Ella llevaba un saco repleto de pelotas de vóley.
–Me refiero a mi venganza contra esa jirafa oxigenada, contra Martina. ¡¿Acaso ya se olvidaron la terrible humillación que me hizo pasar la semana pasada?!
–Ah, eso. ¡Jajaja! Sí, ya lo recuerdo –se rio Estela.
–Yo creo que tú solita lo provocaste todo por culpa de tus exagerados celos –opinó Bianca.
–¿Mis celos? ¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Cuáles celos?! ¡Yo no tengo nada de celos por nadie!
–Oigan, chicas, ¿esos de allá no son Martina y Xian? –de pronto Bianca señaló hacia adelante.
–¡Es cierto! Y no sé si será mi impresión o qué, pero por la forma en la que conversan hasta parecen esposos –comentó Roberta.
–¡Ja, qué tontas son! ¿En serio creen que caeré en un truco tan barato como ese? –Mandy se cruzó de brazos y cerró los ojos mientras fruncía el ceño–. El día de hoy ya no son clases mixtas, así que Xian no puede estar hablando con Martina. No me subestimen, chicas –ella esbozó una sonrisa.
–¡Dios mío, esto sí que no me lo esperaba! –Bianca exclamó esta vez, y se llevó las manos a la boca–. ¡Martina acaba de tomar la mano de Xian y ambos se están escapando sin importarles las clases!
–Por la dirección que toman parece que se están yendo a detrás del coliseo. Quien sabe que pasiones secretas se revelarán en ese solitario lugar. ¡Uy no, de solo pensarlo hasta me sonrojo! –añadió Estela.
–¡Sobre mi cadáver!! ¡No permitiré que esa mujerzuela corrompa con sus perversiones al pobre de Xian! –Mandy escupió fuego por los ojos, y con los puños cerrados dirigió la vista hacia donde señalaban sus amigas. Para su sorpresa no había nadie allí.
–Demasiado tarde, Mandy –Roberta la tomó del hombro–. Ya se escabulleron en su nidito de amor.
–¡No lo permitiré! ¡Debo rescatar a Xian de las garras de esa harpía! –Mandy apretó el puño derecho delante de su rostro, y se dispuso a partir.
–Hola, Mandy –en eso Martina pasó por su costado. Ella caminaba en compañía de unas amigas–. Tú siempre tan llena de energías. Qué envidia me das. ¡Ya quisiera yo tener tu vitalidad!
–¿Martina? ¡Tú! ¿Qué haces tú aquí? Yo pensé... este... ¡hola!
Martina esbozó una sonrisa por respuesta, y a continuación les dio alcance a sus amigas.
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Super Purple: One Cursed Girl
Teen FictionBurlarse de los demás era el pan de cada día de Mandy Carpio, hasta que un buen día una compañera de su colegio ya no aguantó más sus bromas y decidió darle una inimaginable lección que le cambiaría la vida para siempre.