Ya no puedo más con mi desgracia. Ha pasado todo un día desde que decidí no volver a salir nunca jamás de mi casa, y la verdad es que estoy más aburrida que un hongo. ¿Qué hacer? Mi familia insiste en que salga de casa, mis amigos me escriben y me llaman para que salga con ellos. Deseo tanto poder salir y divertirme, pero... es imposible. Mientras cargue con esta maldición estoy expuesta a las burlas de todos... ¡No dejaré que nadie se burle de mí, jamás de los jamaces!! ¡Lo juro!
***
Xian
–Vamos, hija, tienes que salir. Vamos a ir toda la familia de compras. A ti siempre te ha gustado salir de compras. Por dios, hija, ¿es que en serio piensas pasarte toda la vida encerrada como una prisionera? ¡REACCIONA! –mientras hablaba, la señora Susan jalaba del brazo a su hija con todas sus fuerzas para obligarla a dejar su habitación. Mandy por su parte, con uñas y dientes se aferraba al marco de la puerta.
–¡Déjame en paz, mamá! ¡No insistas! –Mandy a duras penas podía hablar, dado el esfuerzo que le suponía permanecer pegada a su puerta cual una lapa.
–¡Harold, ayúdame hombre, que no estas de adorno! –la señora Susan le increpó a su marido. Él asintió y se aferró a la cintura de su esposa para ayudarla a jalar.
–Mira, mira, Robin, la hermana parece un koala pegado a su tronco, ji ji –dijo Tabata.
–¡Síí, que gracioso! –río Robin. Ambos hermanos acababan de subir al pasillo del segundo piso, provenientes de la cocina.
–¡Dejen de burlarse de mi desgracia, engendros del demonio! –Mandy exclamó en medio de su agitación.
–¡Mandy, cuantas veces te he dicho que no llames así a tus hermanitos! –la regañó su madre.
–¡Niños, ayúdenme con su hermana! –les pidió a los pequeños el señor Harold.
–¡Síí! A ayudar, a ayudar – Robin corrió hasta donde su padre y se aferró a una de sus piernas, la que a continuación se puso a jalar con todas sus fuerzas.
–¡Yo también ayudaré! –Tabata hizo lo propio con la otra pierna de su padre.
–¡Nooo, déjenme en paazzz! –Mandy les increpó a sus familiares.
–¡Un poco más, jalen, jalen!! –exclamó la señora Susan.
–¡Nooo! –Mandy gritó con lo que le quedaba de fuerzas, cuando en eso se oyó un crujido.
–¡Woooa! –todos los miembros de la familia Carpio se fueron contra el suelo cuando la madera a la que Mandy se estaba aferrando se desprendió de la pared.
–Ayayayayy –el señor Harold se incorporó pesadamente del suelo en tanto se sobaba adolorido la cabeza–. Niños, ¿están bien?
–¡Lo logramos, lo logramos! –Robin comenzó a bailar la ronda con su hermana.
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Super Purple: One Cursed Girl
Teen FictionBurlarse de los demás era el pan de cada día de Mandy Carpio, hasta que un buen día una compañera de su colegio ya no aguantó más sus bromas y decidió darle una inimaginable lección que le cambiaría la vida para siempre.