¡Aaaaay...! ¡Como me duele el estómago! Creo que no debí haber aceptado el reto del queso helado. Rayos, y yo que quería aprovechar este fin de semana para desestresarme y pasármela bien. ¡Definitivamente esta no ha sido mi semana!!
***
Max
–¡Niños, ustedes no deben decir esas cosas! –la señora Susan miró a su esposo en busca de apoyo. Pero en ese momento el señor Harold se encontraba durmiendo en su silla, con la cabeza echada hacia atrás.
–Ahora ya sé a quién ha salido tan vaga mi hija –la madre de Mandy frunció el ceño, y le lanzó un trozo de papaya a su marido. El trozo cayó justo en la boca abierta del señor Harold. Al poco rato él se puso morado. De un saltó se levantó de su asiento y con ambas manos se tomó el cuello.
–Ash, está bien. Aquí me tienen. He decidido bajar para honrarlos con mi presencia...
–¡Cof, cof, auxilio, que me ahogo!!! –con voz agonizante el señor Harold se quejaba.
–¡Escupe, escupe! –la señora Susan palmeaba con todas sus fuerzas en la espalda de su marido. Ella estaba desesperada.
–Mira, Tabata: papá se ha puesto morado como una uva –señaló Robin.
–Papá ahora se parece más a Mandy –Tabata rio.
–¡Toma, toma! –la señora Susan golpeó con más fuerza.
–¡Argh! –el señor Harold se llevó la mano a la espalda en gesto de dolor.
–¡Vaya familia de locos en la que me ha tocado vivir! –Mandy se sentó muy tranquila a comer su ensalada, pero cuando se estaba llevando a la boca el tenedor, un trozo de papaya le impactó entre los ojos y luego cayó a su tazón.
–¡Por todos los cielos, creí que me iba a morir! –jadeante, el señor Harold se tomó del cuello y cayó pesadamente sobre su asiento.
–Ya cariño, ya todo pasó –la señora Susan le sobó la espalda con suavidad a su esposo.
–¡Mandy, en tu tazón se cayó la papaya que se comió papá! –señaló Tabata.
–Papá ya no se parece a ti –observó Robin. En ese momento el señor Harold ya había recuperado su color.
–Se me acaba de quitar el apetito –Mandy hizo a un lado su tazón de frutas. Tenía el rostro muy serio.
–¡Dios mío, hija! ¿En serio el pedazo que escupió tu padre cayó en tu tazón? –ya en su lugar, la señora Susan le preguntó a Mandy.
–Mejor no digo nada –fue la lacónica respuesta de Mandy.
–¡Oh, cuanto lo siento, mi Mandisita! –se disculpó la señora Susan, aunque al poco rato ya no pudo más y estalló en carcajadas. El señor Harold y los pequeños, pronto se terminaron contagiando de las risas.
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Super Purple: One Cursed Girl
Roman pour AdolescentsBurlarse de los demás era el pan de cada día de Mandy Carpio, hasta que un buen día una compañera de su colegio ya no aguantó más sus bromas y decidió darle una inimaginable lección que le cambiaría la vida para siempre.