𝚅𝙸𝙸

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Unos ojos dorados miraban de lejos a ambos jóvenes, estaba celosa ¿Que había pasado con las promesas de Aether? ¿Por qué estaba perdiendo el tiempo con aquel Adeptus? Ella lo conocía mejor que a nadie, él jamás se había portado así, tan amable, alegre o risueño, ni siquiera con ella había expresado tan bien sus emociones ¿Por qué, Aether, por qué había cambiado de la noche al alba? Se preguntaba mientras abría otro portal para regresar al abismo.

- Princesa Lumine, ha regresado - decían los soldados Fatui mientras se caían arrodillados al notar la presencia de la joven de rubios cabellos.

- ... - volvió a quedar callada de nuevo, Lumine, la actual gobernante del Abismo, no había emitido palabra alguna desde que volvió a encontrar a su hermano al lado del adeptus, incluso, sus subordinados, empezaban a creer que tal vez la "Princesa" había quedado muda.

- Majestad, si me permitiera la intromisión ¿Hay algo que la esté afligiendo últimamente? - preguntó con desasosiego uno de los magos del abismo siguiéndola.

- Si, hay demasiadas cosas que no me dejan conciliar el sueño por las noches - hablaba Lumine con una voz fría y segura de sí, mientras mantenía un caminar distante, con pasos fuertes dejando resonar el sonido de sus zapatos.

- ¿Cuáles son esos problemas, su alteza, hay algo que nosotros podamos hacer por usted? -

- No, esto debo resolverlo yo misma en persona - hablo con seriedad mientras se posiciona frente a unas puertas colosales, pintadas de negro con bordes carmesí brillantes, la entrada a su trono.

- ¿Podría saber más sobre aquello que la incomoda? y así ser capaz de poder aportar ideas con un solución efectiva -

- ... Bien - suspiro con pesadez y solo espero unos segundos frente a dicha puerta.

El retumbar de las paredes se volvió notorio, temblaban con fuerza, el chirrido de las bisagras oxidadas de las puertas llenaba el pasillo con un sonido insoportable, el propio mago del abismo sufría de ansiedad antes el ruido, más la princesa se mantenía firme, imponente, como si ese ruido cotidiano no fuese más que una miniatura ante sus verdaderos problemas, a pasos firmes, empezó a adentrarse a una silla oscura como la noche, decoraciones de espinas que, al sentir la presencia de Lumine, dejaban nacer rosas teñidas de uno de los rojos más puros que se pudieran encontrar en el mundo, de una de las rosas, la más grande y hermosa, situada en la cúspide del asiento, se alzaba con elegancia una corona, hecha de oro y pulida con esmero por los sirvientes de la princesa, adornada con rubíes de todas las clases, la antigua viajera, subió por los breves escalones con alfombras en tonos de un borgoña oscuro, la corona fue tomada por unas manos frías como hielo, manos que se mancharon con sangre y que perdieron su sutileza al ser heridas por la empuñadura de una espada dorada, con el poder en su cabeza, Aluminé solo se sentó en su trono y comenzó a reflexionar sobre sus acciones, sobre sí misma, pero más que nada, sobre lo que sucedía con su hermano ... Uno de los magos, a pedido de la fémina gobernante, abrió un pequeño portal frente suyo, uno que le permitía ver con claridad y a detalle todas las cosas que pasaban por Liyue, podía escuchar hasta el dulce trinar de las aves, no le tomo importancia, solo seguía buscando con una mirada gélida a aquel quien hacía llamar "hermano" lo pudo ver, era Aether, otra vez con aquella sonrisa nerviosa, honesta y hermosa ¿Por qué? Aether parecía disfrutar mucho su estancia en Liyue, aunque ahora debería haber llegado ya a Sumeru, su hermano estaba corriendo por los floridos prados del mismo bosque el cual visitó una vez, corría alegremente, hasta que sus pies fallaron, iba a caer ...

- ¡Xiao! -

Lumine escuchó dichas palabras con atención ¿Quién era Xiao? ¿Que tenía que ver con su querido hermano? ¿Era un amigo? ¿Era su pareja? Creía que sus ojos la traicionaron pero no fue así, lo que vio era real, un joven de cabellos azabaches apareció de la nada y tomó a su hermano con sutileza, evitando que este cayera, solo ver los ojos de su hermano confirmaron sus dudas, Aether veía a aquel chico con unos ojos distintos, con una mirada diferente, había caído preso ante los encantos del adeptus, Aether se había enamorado. Aether la había reemplazado.

No, no podía ser, ella no podía ser olvidada, Aether se lo prometio "Cuando mi viaje acabe, iré a buscarte y volveremos juntos a nuestro hogar" ella recordaba esas palabras como si fuese del ayer, ella realmente ansiaba encontrarse con su hermano, pero solo era una marioneta de alguien superior, siempre depositó sus esperanzas en él, pero a este paso, ese rescate se iba alejando poco a poco más y más, aunque, no podía rendirse aún, después de todo, aquel Adeptus parecía alguien serio, frío, como ella, un insensible que no sabía la connotación que le daban los humanos a las emociones, quizás, aún tenía tiempo para poder hablar con su hermano y hacerlo entrar en razón, ese chico nunca lo amo ni lo amaría ... al parecer su temor a la soledad se hizo más grande a la felicidad de su hermano menor, Lumine tomo el cetro del mago del abismo y lo partió a la mitad con sus manos, no deseaba ver más, sobre todo lo último, el Adeptus había sonreído, aquel rostro serio que creía ver se ablando al ver la dulce sonrisa de su hermano, ellos no debían amarse, no dejaría que su temor se haga realidad, no aceptaría una derrota y menos una condena al olvido eterna.

El mago la vio confundido ¿Había necesidad de romper aquel instrumento mágico suyo? Pero todos sus pensamientos se quedaron en sus adentros, decir algo de ello en voz alta sería su perdición.

- Mago, exijo que investiguen más de cerca a mi hermano y al joven que lo acompaña - alegó mientras se acomodaba en su trono y tiraba las varas partidas a la mitad lejos de sus manos.

- Claro su alteza, la única información que de momento tenemos, es que aquel chico al lado de su hermano, corresponde al nombre de "Adeptus Xiao" o solo "Xiao" -

- Muy bien, investiguenlo, si en algún momento logran atraparlo con la guardia baja, traiganlo frente mío, y yo decidire su forma de muerte -

- Como usted diga, Princesa Lumine - fue lo último que dijo antes que partir.

¿Afecto, dependencia, miedo? Ya no importa la extraña mezcla de emociones que sentía la joven, lo único que importaba, es que no se detendría en este punto, ya había declarado la guerra y no la perdería por nada.

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Nota de la autora

Son las 1:13 am tengo sueño aaa
gracias por leer, bye bye~

ꔷ㆒᮫᮫ᨗ᪼͘⸼ֻ݇᠂⃟🍰-Sweet_cookiecake-
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• 𝚄𝚗𝚝𝚒𝚕 𝚍𝚎𝚊𝚝𝚑 𝚞𝚗𝚒𝚝𝚎𝚜 𝚞𝚜 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora