𝙸𝙸𝙸

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Descansando en aquel prado del bosque, con una respiración silenciosa, se le veía calmado, tranquilo, apacible, el joven adeptus disfrutaba de lo que parecía ser un día pacifico para él, uno donde sus problemas parecían haberse esfumado por un momento.

Ahí se encontraba él, con los ojos abiertos de par en par, viendo unos cabellos rubios ser guiados por el viento moviéndose de forma libre y elegante, el de cabellos azabache estaba confundido ante aquella presencia, no lo podía descifrar, entonces, empezó a andar, con cada paso, se podía vislumbrar una espada en manos del desconocido, no, era una desconocida, no lo descifraba, su rostro cambiaba el tamaño y apariencia del enemigo, el aroma a sangre se hizo presente, y las gotas con ese tono rojizo distintivo color suyo, se volvieron charcos gigantes cerca de él, quería moverse, llorar, gritar ... ¿Por qué? ¿Por qué se sentía así, vacío, sólo, destruido? Un cadáver frente suyo yacía en el piso, el cuerpo se cubrió de rosas naciente de la sangre derramada, y las espinas, se ataron con fuerza al brazo del adeptus, desgarrando su piel sin cuidado, gritando con fuerza - ¡Todo esto es tu culpa! ¿Dónde quedaron tus promesas? - estaban gritando con enojo, agonizantes, Xiao no podía con el dolor, las espinas empezaban a recorrer su torso, sus piernas, arrancando cada centímetro de él, era doloroso, su afónica voz, harta de gritar, terminó por apagarse, sus ojos solo se cerraron con fuerza, sucumbiendo ante el dolor, ya no podían, nunca pudieron, sentía que había visto todo, cuando en realidad no había visto nada aún.

Un último grito bastó para volver a su realidad, con la frente sudando y sus ojos alterados revoloteando por todo el lugar.

- ¡Hey, cálmate! ¿Se puede saber qué demonios pasa contigo? - decía con enojo un joven de rubios cabellos.

El miedo de Xiao solo creció al ver a Aether, su cabello rubio, era como el que vio en esa pesadilla, tratando de mantener una cordura evitando gritar o correr con paranoia, mantuvo una expresión serena, regresando sus ojos a Aether.

- No pasa nada, estoy bien -

El rubio no se creyó dicha mentira, acaban de ver a alguien despertar de una pesadilla, y no se iría de ahí hasta saber qué pasó realmente.

- No te creo - refutó con un puchero en sus mejillas.

- No seas tan necio, estoy bien - el de azabache solo frunció un poco el seño ante la actitud contraria.

- Estabas sudando y se te veía muy asustado, confía en mí, puedes decirme lo que sea - se sentó un poco más cerca del de cabellos azabache.

- Yo no confío en ti ni en nadie, así que, dejemos esta conversación hasta aquí - se levantó con leve enojo, y se preparó para partir, su día de calma había sido arruinado.

- Si ya te vas, al menos ¡Responde mi última pregunta! - dicho esto, vio al contrario detenerse en seco y voltear hasta donde estaba él.

- ¿Qué es lo que deseas preguntarme? - hablo con cierto fastidio y alegría por qué al fin se libraría del rubio.

- ¿Has visto a mi hermana? ella tiene un cabello corto, pero es de tonos rubios, como mi cabello, usa ropas blancas y es muy linda - la voz del contrario sonaba, triste, temblorosa - Hace ya mucho tiempo la estoy buscando, pero, no la encuentro - el aire le era insuficiente, se estaba hiperventilando.

Lágrimas cayendo a forma de cataratas fueron presenciado por Xiao, quien se quedó perplejo ante tal confesión, solo se acercó unos pasos más hasta quedar frente de Aether, quien solo parecía lamentarse por no poder haber hecho nada para salvar a su hermana el día en el que separaron, Xiao entendía, entendía el dolor del contrario, él fue condenado a una soledad eterna por un contrato que ni siquiera quiso firmar, un sentimiento agonizante, inmenso, era un mar de emociones que no pudo describir, pero que odiaba con el alma, la soledad lo volvió así, sabía que todos aquellos que venían en busca de amistad o consuelo, terminaban heridos por su culpa, por ello siempre buscaba alejar a todos, Aether no era la excepción - Debo de lucir como un idiota ahora, pero ... ¿Dime, la has visto? - El Adeptus no podía responder nada no importaba la descripción que le dieran, no podía recordar a nadie con aquellas descripciones.

- Lo lamento, no he visto ni me encontré con alguien así - hablo con seriedad, a pesar de no conocer a Aether, pudo ver qué esas palabras fueron suficientes para ponerlo en un estado peor aún.

- Entiendo, lamento haberte quitado tanto de tu tiempo en esta tontería - sonreía tratando de ocultar su dolor mientras secaba las amargas lágrimas en sus mejillas.

- ... - "Fue una tontería agradable" eran las palabras que el contrario realmente quería expresar, conocer a Aether lo ayudo un poco a olvidar su miserable soledad, pero, no podía decir mucho, sabía que cualquier palabra salida de sus labios, solo empeoraría todo, después de todo, tenía ser traicionado con las palabras equivocadas - Fue bueno conocerte, Aether -

El rubio vio confundido a Xiao ¿Después de tantas palabras gélidas, simplemente se ablando de la nada? , pero ya no importaba mucho, ni siquiera sabía si se volverían a reencontrar, solo se levantó y empezó a caminar. Xiao, por su parte, solo lo vio alejarse a paso lento ¿Enserio estaba satisfecho con aquella despedida? Claro que no, pero ir a por el ahora quizás no sea bueno, quería darle su espacio y tiempo, y, si el destino lo permitía, lo volvería a encontrar y por fin, tener una charla de verdad.

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Nota de la autora

Nada mejor que unas cuantas galletas para escribir un capítulo, me siento renovada, gracias por leer, bye bye~
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• 𝚄𝚗𝚝𝚒𝚕 𝚍𝚎𝚊𝚝𝚑 𝚞𝚗𝚒𝚝𝚎𝚜 𝚞𝚜 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora