Guardaron lo indispensable para su gran viaje, como comida y algunas de sus armas. Flechas para Kagome y Kikyou; Espadas y algunos Kunhai para Rin, pergaminos y algunos amuletos.
-Con esto debería de ser suficiente.- Kagome se limpió el sudor, ella se encargaba de llevar la comida y los cilindros de bambú donde guardarian el agua. Rin se encargaría de llevar las armas, mientras que Kikyou se encargaría de llevar el dinero, pergaminos y amuletos.
-¿Están listas?.- dijo Kikyou llevándose su maleta al hombro.
-¡Sí!.- contestaron las otras dos jóvenes al unísono.
Todas se pusieron un sombrero de paja para cubrir su piel del sol tan fuerte que caía de lleno sobre de ellas.
Cuando entraron al pueblo que estaba a los pies de la montaña, Kagome y Rin estaban encantadas, nunca habían visto tantas cosas tan maravillosas ni habían olido tantos aromas tan deliciosos.
-Debemos de apresurarnos, no se separen.- les ordenó Kikyou.
-Sí.
Conforme iban avanzando, la gente del pueblo las veía con curiosidad y susurraban entre ellos.
-¿Serán espíritus? No se ven sacerdotisas por estos alrededores.- dijo un hombre mayor.
-Quizás son los espíritus de las sacerdotisas que perdieron la vida en el templo Sakura.- le contestó otro hombre que estaba a su lado.
-...
Kagome y Rin no estaban muy acostumbradas a ese tipo de comentarios, incluso, como nunca salían del templo, no sabían como reaccionar.
Kikyou, quien ya había salido más al pueblo, ya estaba acostumbrada a que la mirarán con curiosidad y en algunos, miedo.
-Cubran sus rostros con el sombrero y procuren no escuchar nada de lo que dice la gente.- les dijo Kikyou intentando hacer sentir mejor a sus hermanas.
A las afueras del pueblo, había un bosque frondoso por el cual tenían que pasar. Se adentraron en el, pero además de sus pasos, comenzaron a escuchar otros más.
-Kikyou...- dijo Rin asustada.
Kikyou iba volteando a todos lados, pero no pudo sentir alguna presencia sobrenatural.
-Vaya, vaya ¿Pero qué tenemos aquí? Además de una carga bastante interesante, unas bellezas...- de entre los arbustos, salieron varios hombres de aspecto descuidado y que tenían múltiples heridas por todo el cuerpo.
-Bandidos...- susurro Kikyou y se puso delante de sus hermanas. Pero no se había dado cuenta que estaban completamente rodeadas. Eran alrededor de 40 bandidos.
Rin temblaba de manera incontrolable, debido al trauma que tenía de cuando era niña, eso atrajo más la atención de aquellos hombres.
-Niña, no nos temas, sólo queremos jugar contigo, hace tiempo que no me acuesto con una mujer.- se acercó uno de ellos y la miro de manera lasciva.
-Atrás imbécil.- Kagome la abrazó y la cubrió con su cuerpo.
-Yo me llevo a la niña valiente, me encanta ver sus expresiones de impotencia cuando están debajo de mí.- dijo otro acercándose por detrás de Kagome.
Kikyou sacó un pergamino, aunque no era muy útil contra humanos, podía crear una distracción para poder correr.
-Yo me llevaré a la mayor, me gustan mucho las que tienen mirada sería.
-Vamos niña, ven a jugar conmigo.- de repente, uno de ellos tomó a Rin del brazo y la alejó de Kagome, quién fue tomada por la espalda por otro hombre.
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Sagrada Maldición
FanfictionUna maldición milenaria aqueja a un viejo templo. Cuando muere su antecesora, las tres jóvenes sacerdotisas, Kikyou, Kagome y Rin, siguen sus enseñanzas e intentan cumplir su deber como protectoras de la legendaria perla de Shikon, pero ¿Cual es esa...