Entrenamiento

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Aquí estaba la cosa Toya como tal nunca fue bueno en los entrenamientos físicos que requerían que se autoeducara en ellos, por otra parte era muy bueno en auto educarse en la teoría, no es que eso ayudara mucho de todos modos, una cosa es leerlo y otra muy distinta es hacerlo.

En resumen Toya odiaba su vida.

Decidió que primero que nada tenía que volver a tener el control sobre su peculiaridad, por que, por muy fuerte que esta fuera no le serviría de nada si no la controlaba y ya de paso descubría sus puntos fuertes y débiles.

Así que la opción más lógica es volver a entrenar a ese pico que tanto odia y tantos traumas causó.

Sigue odiando el lugar con su alma, cada paso que da trae sensaciones desagradables a su piel, como si estuviera a punto de quemarse, lo odiaba, pero era el único lugar cerca de su casa donde podía entrenar sin que algún héroe al azar le reclamara por el uso ilegal de su peculiaridad, después de todo los héroes no pasan por aquí, el lugar estaba cerca del hogar del héroe número dos, ningun villano en su sano juicio se atrevería a acercarse.

Cuando llegó al claro donde solía entrenar observo todo con atención, no recuerda mucho de este lugar, pero algunas cosas que aun recuerda es la tranquilidad que se podía sentir en todo el lugar, no más gritos de su padre hacia su madre, a el mismo o cualquiera de sus hermanos menores, no más lágrimas de su madre o el resto de los miembros que conformaban la familia, no más pasos enojados por un hombre que lentamente estaba destruyendo su propia familia creyendo que algo de lo que esta haciendo esta bien, nada de eso estaba aquí todo era simplemente calma, un respiro de todas sus desdichas.

Eso es por supuesto hasta que recuerda lo que se suponía que debía suceder aquí.

Reprime un temblor y finge que ese recuerdo no existe o existió nunca, después de todo eso es lo que siempre hace cuando las cosas se ponen feas para el fingir que no le pasa nada es más facil, reprimir emociones que sabe que en algún momento estallaran pero que no le importa lo suficiente para hacer algo, hacer cosas estúpidas que lo meterán en más problemas y quizás a veces drogarse o emborracharse para olvidar todo, los últimos dos no eran algo que hiciera muy seguido por que no era tan estúpido como para generar se un adicción como esa cuando apenas podía sobrevivir como estaba en ese entonces.

Era solo cuando las cosas se volvían demasiado y las voces que sonaban sospechosamente como su padre no se callaban, recriminando lo patético que era como persona, el ya sabía eso no necesitaba voces que le recordarán eso todo el tiempo. Dando un gran suspiro dio una última mirada a su alrededor y se puso a prácticar lo mejor que podia, inició con lo que ya sabía su típica llama azul, claramente más difícil de controlar de lo que recordaba originalmente, pero de nuevo estaba en su yo más joven así que era natural que le costará más que cuando era un adulto.

Las quemaduras seguían allí, pequeñas manchas rojas comenzaron a aparecer por su piel nada que realmente requiera preocupación pero aún así eran molestas, observo su brazo con atención, había pasado mucho tiempo desde que pudo observar su piel sana mientras entrenaba, sacudiendo su cabeza se preparó para lanzar otra ronda de llamas pero esta vez  de un tono celeste bastante bonito, eran frías pero afortunadamente estas no lastiman su piel, sabe que debe haber un límite de tiempo antes de congelarse y contraer una posible hipotermia pero ahora mismo esta bastante emocionada de no tener daños o fatiga de algún tipo.

La primera vez que uso la peculiaridad de Geten no fue bonito, si bien su peculiaridad no lo lastimaba si lo hacia sentir cansado y esa era una debilidad que simplemente no se podía permitir en especial por la situación en la que se encontraban en esos momentos.

Pero todos esos momentos ya quedaron atrás, no es como si le hicieran algún daño ahora que estaba en el pasado.

O almenos eso era lo que el ahora niño quería creer, pero muy en el fondo.

Con un suspiro cansado procedió a practicar el control de sus llamas celestes, viendo atentamente como el desafortunado árbol se congelaba rapidamente, de largo alcance y muy útil pero al igual que sus llamas habrá que tener cuidado de no matar a nadie, una risa sin humor escapa de los labios del adulto en cuerpo de niño, matar es algo que a estado haciendo durante más de una década y ahora deberá evitar todo lo relacionado con ello, levantando otra vez uno de sus brazos se dispuso a seguir entrenando un buen tiempo.

Rápidamente se dio cuenta de que su cuerpo podía soportar al menos veinte minutos antes de que su cuerpo comience a sentirse entumecido y con ligeros temblores producto del frío, decidido a no morir de frío allí activo sus llamas durante un momento notando que ya no habían quemaduras, mentalmente se pregunto si esta era una especie de inmunidad temporal al fuego.

Al intentar llamar a sus llamas heladas se dio cuenta que no podía, podía sentir el frío en su piel pero nada más, después de unos minutos resurgieron como si nada, no había que ser un genio para darse cuenta que con este inconveniente es imposible usar las dos partes de su peculiaridad a la vez, otro factor esta que no pueden usarse inmediatamente después de dejar de usar un lado de manera consciente.

Aun estaba curioso de su peculiaridad así que dispuesto a descubrir todo lo que pueda sobre la misma, se dispuso a tener un largo día de entrenamiento incluso si todo comienza a doler.

Y tenía curiosidad por su posible inmunidad al fuego o si esto también aplicaba al frío.

***

Horas más tarde y acostado en su cama después de un buen baño, observo el techo de su habitación como si fuera la cosa más interesante del mundo, su cuerpo dolía, tenía pequeñas ronchas aquí y allá esparcidas por todo su cuerpo no visible gracias a la ropa, pero a su vez se sentía frío debido a las arduas horas de práctica, se sentía agotado de todas las maneras posibles y este era solo el primer día de su continuo sufrimiento.

Demasiado cansado para hacer algo, decidió que el mejor curso de acción es enrollarse con sus mantas y fingir que el mundo dejó de existir por al menos unos momentos más.

Un golpe en la puerta lo saco de su ensoñacion momentánea, sacando la cabeza sus cómodas y calidas mantas miro a la puerta como si esta fuera una traidora del peor tipo por ser la causante del ruido.

"Pase" y con esto dicho quien entró a su cuarto fue su hermana menor por menos de un año "¿Se te ofrece algo?"

"Tú" mirándolo con una indecisión, su hermana finalmente habló "¿Estas entrenando otra vez?"

"Sí" fue su simple respuesta a la pregunta de su hermana.

"¡Pero te haras daño!" la preocupación se filtro de la voz de su hermana "Yo no quiero que te lastimes" fue dicho en un susurro mientras miraba al suelo mientras apretaba sus manos en su falda.

"Estoy bien Yumi, no es nada de lo que debas preocuparte ni ahora ni nunca" hizo una mueca interna al darse cuenta de que su tono de voz salió más duro de lo que pretendia, era consiente de la preocupación de Fuyumi por el, sin embargo nunca quiso esa preocupación, era más una molestia que otra cosa, le recordaba a su madre y si había una cosa que Toya odiaba con todo su ser eran sus padres, por ende superponer la imagen de su madre encima de la de su hermana no ayudaba a querer mucho a su hermanita, además tampoco eran precisamente cercanos en el pasado, claro jugaban juntos como cualquier niño pero allí terminaban la mayoría de sus interacciones.

Es triste saber que tu hermana se preocupa más por ti de lo que tu jamás podrás por ella.

"Aún asi no puedes andar por allí usando tu peculiaridad como si nada, ¿qué pasaría si se descontrola y te haces daño o peor aún a los que te rodean?" el punto de su hermana por mucho que lo odiase era válido, después de todo ya paso una vez en un pasado que ya no regresara pero aún así no podía evitar enojarse con ella.

"Entonces ese será mi problema y uno del que no deberias preocuparte lo tengo todo bajo control" finalmente sentándose al borde de la cama para verla directamente a los ojos y retar la a decirle algún otro comentario no bienvenido.

"Entiendo" con un suspiro resignado su hermana se marchó de su habitación no sin antes darle una última mirada que expresaba toda su preocupación por el.

Toya fingió no darse cuenta de ello.

De regreso al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora