Lo que no se dice de Bruno

Primera Parte: 3- Dolores

Siendo la única que siempre supo de la existencia de su tío en la casa, pero a la que nadie creía, decidió mantener sus labios sellados; muchos se preguntan muchos como pudo hacerlo y la respuesta es bastante simple. Tal vez tenga su origen en su más tierna infancia, cuando no había recibido su don y supo que no a todo el mundo le gusta que se sepan sus secretos, como tampoco lo que dicen de frente a otros... ni a espaldas de ciertas personas.

Cuando Dolores recibió su don vio las ventajas, sobretodo durante su adolescencia saber lo que todos dicen facilita bastante saber con quienes relacionarse y con quienes sincerarse, pero con el tiempo su don fue más que suficiente para relacionarse con los demás. Todos sabían que ella les oía siempre, aunque tenía la capacidad de seleccionar la información que consideraba relevante, no era algo que el mundo entendiera.

Cuando su tío "desapareció" ella tenía once años y siempre supo que su tío aún estaba en la casa pero aunque lo dijera nadie le creía, sabía que debía guardar silencio al respecto; más cuando la silenciosa normativa de "No se habla de Bruno" invadió cada oscuro rincón de la localidad.

Tal vez fuera por todo eso que, cuando Bruno "regresó" sintió cierto peso en su pecho y cuando tuvo la ocasión de estar a solas con su tío no perdió la oportunidad de hablar. Aunque apenas si podía abrir la boca.

― ¿Sucede algo? ―preguntó su tío, pues su sobrina estaba en medio del pasillo, inmóvil y buscando con la mirada algo.

Silencio.

― Escuche a algunas personas hablar sobre ti

Bruno se avergonzó levemente, posteriormente apareció una suave sonrisa y tomando las manos de su sobrina entre las suyas, como si la consolara.

― Déjalos que hablen, Dolores, siempre lo han hecho y no me debes nada ―y como si cambiar de tema fuera fácil, soltó las manos de la joven y agregó― Supe lo de ese chico ¿Cómo se llamaba? Ah sí ¡Mariano! ―hizo otra pausa y tocándose el mentón parecía pensar en voz alta― Creo que Camilo lo adora, al menos ha sido en el que más se ha transformado durante estos días.

Dolores no pudo evitar que una risita escapara entre sus labios, algo que relajo un poco a Bruno que ya no sabía si divagaba demasiado.

― ¿Dije algo raro? ―preguntó el hombre rascándose la nuca nervioso.

― No tio, de hecho agradezco que me lo contaras. Es lo mejor que escuché esta semana ―dijo dando unas palmaditas en el hombro de Bruno.

Dolores se disponía a irse, ya había dado dos pasos pero volteo a ver hacia donde estaba su tío rascándose la pera, volteo a verlo completamente y habló con la voz más clara que jamás hubiera escuchado ni la misma Dolores usar.

― Lo siento ―dijo y cuando vio que Bruno la miraba confundido, agregó― Siento no haber insistido en el hecho que todavía estabas aquí.

Esta vez fue su tío quien rió levemente, como si se desperezara.

― No te disculpes, te agradezco que no lo hicieras, no sabría a donde ir si me delataras.

Tras esa conversación, Dolores fue a ver un par de funciones con los roedores como protagonistas, aunque también podía escucharlas. Por lo general, solía preferir escuchar la voz de su tío y alguno de sus primos relatando lo que sucedía a ciertas palabras que flotaban en el pueblo. Por eso también sintió la necesidad de "aportar" algunas ideas a las tramas mediante Camilo o Antonio que se sentían bastante involucrados con ese teatro-novela-cuentacuentos que permanecía 'escondido'.

Y cuando escuchó la voz de Luisa y sus ideas junto a las de Isabela y Mirabel tuvo la obligación de acercarse a hablar con ellas, se sintió una más en esa conversación y eso le resultó muy agradable, hasta el punto de prometerse que lo intentaría con más gente a la que ella consideraba como importante.

Decidió que si ninguno de sus hermanos estaba presente en esa conversación, ella sería la primera en hacérselo saber, por lo que ni Mirabel ni Isabela ni Luisa la detuvieron cuando la vieron correr hacia donde estaban sus hermanos menores.