Extra 2: Las citas, los recuerdos y las novedades (2/3)

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Mientras tanto Pepa y Félix tendrían su encuentro dentro del pueblo, iniciado con un espectáculo de música y baile, algo en lo que varios habitantes participaban sin desgano, para que al anochecer ambas parejas se encontrarán paseando por una feria nocturna que estaba llena de juegos o actividades que podrían hacer que se relajaran como cuando eran niños.

Fueron Camilo y Dolores quienes tuvieron que tironear a sus padres para poder ser seguidos y, sin saberlo, acceder a la propuesta de los más jóvenes de la familia Madrigal. Varias personas del pueblo les vieron a los cuatro tratando de llegar a algún lugar.

El punto elegido por los jóvenes fue en frente de la iglesia, esa donde se habían casado a pesar de las "profecías" de Bruno. Más bien era la plaza frente a ésta, pues allí fue donde se conocieron Pepa y Félix la primera vez.

Cuando se aproximaban pudieron observar el escenario, como aquella primera cita que habían tenido, un grupo de músicos hacía sonar sus instrumentos a la vez que unos bailarines parecían iniciar su danza.

Desde que la pareja vio la situación, avanzaron solos. La música era la misma, si bien parecía distinta para los oídos que lo percibían. Tal vez fuera el hecho que no era ese mismo instante pero sin dejar de ser una nueva oportunidad.

― ¿Me concede esta pieza? ―propuso Félix con una exagerada reverencia

Pepa tomó la mano y arrastró a su pareja hacia el centro. Ahí comenzaron sus pasos a imitar el ritmo musical.

Lo cierto es que en ese primer encuentro, ni Pepa ni Félix se habían animado a pedirle bailar al otro, se miraban desde lejos y ya. Bueno, ella tenía que disimular las tormentas que se formaban a su alrededor.

Esta vez tenían la oportunidad de hacer las cosas como les hubiera gustado hacerlas si no fueran tan vergonzosos, tan jóvenes ni tan asustadizos.

Ellos siempre se habían visto desde la distancia, Pepa iba y venía a las zonas de cultivo para colaborar con la cuestión climática que solía afectar las plantas más sensibles.

Sin embargo, por aquellos tiempos, la familia de Félix cultivaba de todo y nunca habían tenido problemas. Hasta que una plaga de saltamontes junto a los calores de esa primavera dificultaron que la familia pudiera hacerle frente a la situación.

Tras recurrir a la matriarca Madrigal, una joven, extravagante y radiante Pepa apareció por la finca y empezó a realizar una serie de observaciones. Aunque no lo pareciera, se requerían de algunos parámetros para tomar las acciones adecuadas en lo que a climas de cultivos refería.

De hecho Félix estaba algo escéptico de Pepa, desde que se "sabía" que Bruno era una especie de brujo que se dedicaba a repartir maldiciones, las familias trataban de no recurrir fácilmente a la ayuda de esta familia.

Por esos tiempos, los hermanos estaban un poco distanciados debido a esos rumores que no les facilitaban en lo absoluto el poder relacionarse sinceramente con otras personas. Motivos por los que Pepa no solía ser tan accesible.

Aún así, cuando Félix vio a Pepa recorriendo el lugar y con una actitud pensativa, fue incapaz de apartar sus ojos de la joven. Por tres días la observó hacer sus cosas hasta que finalmente diagramó un ciclo de leves lloviznas que terminaron de salvar los cultivos de la familia. Parte de la cual ofrecieron como forma de pago.

La familia Madrigal les recibió en su casita y allí Félix y Pepa pudieron hablar, pero algo que sorprendió al hombre fue la amistad que construyeron en una sola cena con Bruno. Desde entonces los tres empezaron a juntarse con Félix casi todas las tardes para jugar, bailar y hasta explorar los alrededores de Encanto. 

Lo que no se dice de BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora