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Desde que el cohete exploto nada había vuelto a ser igual.
Llevaba probablemente una semana en la soledad absoluta, no podía culpar a Anne y Dan por querer alejarse por un tiempo, después de todo, habían echo demasiado por él y solo les había devuelto problemas y dolor.

Odiaba la sensación de vacío en su cuerpo, como ahora podía sentir sus órganos ahí, sin más.
Era casi triste como se había apegado tan rápido al symbionte, que no tenerlo aquí ahora lo estaba matando, por dentro y por fuera.

Siempre que se mira en el espejo intenta enfocarse en este lo más que puede, con la esperanza de encontrar a Venom en su reflejo, pero nunca está ahí.
Lo único que observa es su rostro, más pálido de lo que nunca lo había visto y unas ojeras dignas de un personaje de Tim Burton.
Su barba sin recortar casi no deja ver la marca de su mandíbula, y siendo abiertamente sincero, no recuerda la última vez que se baño.

Su vista recae en la sudadera destruida que uso en toda la persecución, se había negado a tirarla, era uno de los recuerdo que tenía de aquel "parasito", no había olor, no había nada, pero simplemente cada vez que la miraba lo recordaba.

Tenerla colgada en su sala era como si le estuvieran haciendo acupuntura constante, una aguja se clava cada que piensa en Venom.
Y incluso su mente reproduce las imágenes y crea nuevas, donde Venom le dice perdedor por no poder superar su muerte, por no poder dejarlo ir de una vez.

Y como se lo espera, está llorando, sollozos tristes en un departamento vacío.
Este lugar estaba lleno de historias, ninguna feliz, y eso es exactamente lo que reflejaba su aura, pesadez, oscuridad, remordimiento, dolor, furia, todo combinado.

Se sentó en medio se la sala, sin moverse, en posición fetal.

Antes de tener a Venom y de todos los problemas, había pensado tal vez con demasiada frecuencia en el suicidio, en el momento le pareció descabellado, y se convenció a si mismo de que todo mejoraría, pero nada lo hacía.
Lo único que conseguía con seguir viviendo era sufrir, su destino desde que nació estaba marcado para que él no pudiera ser feliz.

Miro su puerta y decidió subir al techo de su complejo, sentándose demasiado cerca de la orilla, los pies colgando.
No estaba seguro de nada de lo que hacía, no estaba pensando con claridad.
Miro hacia abajo, al vacío, casi podía verse a si mismo saltando.
De todas formas, ¿A quién le importaría si lo hiciera?

Ya se imaginaba las noticias de los diarios amarillistas lucrando con su muerte con portadas llenas de mierda llamativa.
Ese pensamiento casi lo hace disuadirse, casi.
No tenía mucho que decir, no necesitaba hacer una carta de suicidio, todo lo que quería hablar lo había expresado en alto en algún punto de su vida.

Exalo levemente el aire que se acumulaba en los pulmones y se paró, mirando hacia arriba, se balanceo hacia adelante y hacia atrás, entre la vida y la muerte.

Estuvo al borde, hasta que escucho un pequeño murmullo, que si no fuera por la hora y el silencio de la ciudad sería inaudible.

"Eddie no"

Mierda, casi se cae pero ahora era de sorpresa.
Rogaba que no fuera su imaginación porque era un mal momento para que se hiciera presente.
A pesar de sus sospechas, se bajó de ahí

-Venom?...- pregunto al aire, rogando una respuesta, una señal, lo que fuera

"Aquí, Eddie, sigo aquí"

Vio como lentamente sus dedos eran envueltos en zarcillos muy delgados, Venom estaba débil, demasiado como para hacer algo más

Pero no hizo falta nada más, sus ojos estaban vidriosos, esta vez por felicidad, y espera que el symbionte pudiera entender que era por eso

-Hola amigo, joder te extrañe tanto-

"Yo también te extrañe, Eddie, lo siento, demasiado débil, pequeño como para comunicarme"

-No hace falta que aclares nada, por favor, descansa, no sabes lo feliz que estoy de que sigas conmigo, puedes explicarme lo que quieras cuando estés mejor... Cuando ambos lo estemos-

Dió un casto beso en la pequeña parte de Venom que se había materializado en su mano, viendo cómo estos se retraian lentamente hacia dentro de su piel

Eso es lo que más feliz lo pone, sentir a Venom debajo de su piel, una pequeña presión cálida en su corazón, mucho menor a la habitual, pero ahí esta.
Sonríe de manera imborrable y se dirige a su apartamento, necesita comer más de lo que lo hizo en toda la semana para que su amigo esté mejor.

"Para que ambos estemos mejor, Eddie"

-Tienes razón, esto es para ambos, por nosotros-

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