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Aunque solo pasaron unos cuantos segundos Camilo pudo observar con detalle algunos otros aspectos de la intrusa, su ropa era extraña llevaba una remera mangas largas con pantalones (algo que le parecía muy raro), traía consigo una bolsa que sujetaba su brazo derecho con bastante fuerza, también observó cómo la manga del brazo izquierdo estaba magullada y vio con cierto temor como unas marcas que parecían garras habían rasguñado la piel de su antebrazo, la herida parecía algo profunda ya que unas cuantas gotas de sangre caían de este.
Algo preocupado quiso preguntar:
—Oye tu-
—¡Camilo!—fue interrumpido por la voz de una de sus primas
—¿Uh?
El nombrado volteo su mirada a lo que la intrusa aprovechó esa distracción para patear al cambiaformas en la entrepierna logrando que este la soltara y se retorciera del dolor al mismo tiempo que cambiaba a su forma original.
Dos de sus primas se acercaron a él preocupadas, Isabella y Mirabel.
—¡Camilo! ¿Estás bien?—pregunta Mirabel acercándose a este
—...No…—logro decir levantando la cabeza
—¡¿Cómo lo dejaste escapar?! ¡Iré por él!—dice irritada Isabella columpiándose por las barandas
Mirabel rápidamente ayuda a su primo a incorporarse, aun con dolor en su entrepierna logra pronunciar unas palabras.
—Pues...no es un él…es un ella.
La observadora mira sorprendida a su primo para después volver su vista a la dirección en donde se fue su hermana y la intrusa.
Volviendo con Isabella de alguna forma había perdido la vista del intruso, estaba tan cerca de atraparlo pero el muy escurridizo logró escapar por un pasillo y perderse, algo que ella no podía comprender como lo había hecho si le tenía rodeado con sus plantas en el segundo piso.
Todo el mundo ahora estaba desesperado por encontrar al intruso, tal vez ya había escapado o eso creyeron ya que Dolores nuevamente puso a trabajar su oído y escuchó unos pasos acelerados.
"La salida tiene que ser esa"
—¡Se dirige a la entrada!
Toda la familia corrió detrás del intruso, esta vio la gran salida y corrió hacia ahí sin importar quien la estuviera siguiendo por detrás, nadie podía detenerla.
—¡Casita, no la dejes escapar!—grita Mirabel desde el segundo piso viendo al intruso correr
La puerta de la entrada se cerró rápidamente ante esa orden, la intrusa casi se tropieza chocando con la puerta, intenta abrirla pero la casa no se lo permitía, al sentirse observada está volteo la mirada para ver que los Madrigal la tenía rodeada.