Japón y Taiwán

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― ¡Por favor, necesito que me ayudes con esto! ―había golpeado la puerta hace minutos atrás, Japón la abrió, topándose con esa chica que le mostraba y le indicaba una botella de tapa roja y tipografía muy bonita, con bastante desesperación, explicándole que incluso la potencia mundial no pudo.

Pobre Amerika-san, eso pensó Japón, dejando entrar a la mortal a su sala donde practicaba pasos de bailes para la pronta convención ‘Manga/Anime’ –a nadie le importa.

Le ofreció sentarse en una silla, ella acató sin más. Él también se sentó. Entonces, ¿quería que abriera su botella?

―Ajam, ajam.

― ¿Intentó con Doitsu-san?

―No estaría aquí ―se encogió de hombros, prosiguiendo―. Si se pregunta por Prusia, también. Y también con los mediterráneos. No hay caso, no sé qué hacer. Los hombres de aquí no sirven para nada…

― ¿N-No sirven para nada? ―se desconcertó, tomando aire por la boca, impulsándose a levantarse y pedir la botella estirando la mano― Lo haré por el honor de todos.

―Ok. ―relajada sin muchas esperanzas a decir verdad,  le entregó la botella viéndolo a depositarla en un mesón. En eso, la puerta se abrió. Entró Taiwán.

― ¡Japón, ya vine para el ensayo…! ―sonriente para practicar la coreografía con el japonés, se dio cuenta que por ahora no podrían gracias a la visita que tenía graves problemas con una botella. La chica ya parecía disco rayado explicando a todo el mundo lo que sucedía― Oh, vaya problema.

―Seeh, pero Japón lo hará. ―apuntó con la mirada hacia el susodicho, muy preparado y concentrado como todo un japonés ante sus deberes.

Japón sacó su katana del armario. Sí, en este salón especial tenía un armario donde guardaba su katana favorita y la única que podía traer por precaución y cuidados con los otros países… Italia del Norte ya tuvo un accidente accidental laboral, creyendo que con esa arma cortaría mejor la pizza. Italianos…

En resumen, Alemania tomó medidas drásticas por Italia del Norte -ahorrándose un accidente accidental laboral en el que Italia del Sur probara cortando los tomates-, no tanto con Suiza…

Volviendo a lo importante, con el honor japonés en juego, Taiwán lo animaba.

― ¡Vamos, Japón, tú puedes! ―animosa, ¿no? En tanto la mortal chica, ya comenzaba a sentirse escéptica. Y tuvo razón, esa maligna botella era reultradura, haciendo trizas la katana favorita de Japón― ¡¿Se rompió?!

― ¿Eso es posible? ―se preguntó Anni. Viniendo de esa botella que había pasado muchas pruebas, sí.

Taiwán corrió a atender con emergencia a Japón. Pobre de su honor…, al menos no necesitaría una máscara de oxígeno…

Japón demoró media hora en recuperarse y asimilar que su katana estaba en un bonito lugar, viviendo la gozadora vida. Pasaron muchas situaciones juntos, de todo tipo. Reír, llorar, saltar, dormir, comer, duchar, correr, caminar, bailar, y asdasdasdad más. Pero debía guardarlo en su memoria. Vengaría la muerte de su katana. Por el honor.

Así que se incorporó sacando fuerza de quien sabe dónde…

―Mi cadera. ―si no fuera por su edad que le pasaba la cuenta, saltaría como canguro. Pero eso no me quitaría las energías, usaría su más reciente invento, ¡el robot 3.000 f4!

― ¿Robot 3.000? ―cuestionó la chica. Japón acertó con la cabeza, mostrando una sonrisa satisfactoria, era su arma secreta, un robot mega tecnológico poseedor de una gran fuerza― Eso debió usar Estados Unidos ―susurró para sí misma, suspirando después― ¿Y qué hará exactamente?, ¿destrucción masiva?, ¿sushis a la velocidad de la luz?

¿Quién Puede Abrir Mi Botella? -Hetalia- DETENIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora