Cambio

II.- El Incendio

Como dijo Derek, la muerte de Claudia sucedió tres días después. Pero antes Stiles fue dado de alta y lo primero que hizo fue ver a su madre aunque su lobo no estuvo de acuerdo, tenía miedo de que le hiciera daño otra vez.

- Hola cariño. – lo saludó Claudia desde su cama, había recuperado su conciencia.

- Hola mamá. Necesito tu ayuda.

- ¿Qué necesitas?

- Necesito que quites el sello de mi magia, no quiero que lo haga Alan. – dijo Stiles de manera seria.

Claudia sonrió mientras acariciaba la mejilla de su hijo.

- Supe que venías del futuro desde el día que te perdiste en el bosque. ¿El futuro no fue bueno para ti? – le preguntó con tristeza.

- Fue bueno a veces pero también pasaron muchas cosas malas. – bajó su mirada mientras trataba de retener las lágrimas, no había ni un solo día en el que no tuviera pesadillas – Perdí a muchas personas que amaba, me rompieron el corazón y me traicionaron. – miró hacía arriba, sus ojos denotaban ira – Gracias a eso perdí a mi familia, mis amigos, las personas que mas amaba y al amor de mi vida. Regrese al pasado para evitar muchas cosas, no dejaré que les hagan daño nuevo. – su mirada se suavizó y en su rostro apareció una sonrisa – Papá fue feliz, se caso y adoptaron a dos niños. Eran una familia. – le dijo Stiles.

Claudia sonrió con cariño mientras acariciaba la mejilla del niño con cariño.

- Así es la vida, esta llena de felicidad y tristeza pero no tiene de malo tratar de resolver todas las cosas que sucedieron. Ellos merecían algo mejor. – sonrió con cariño mientras colocaba su mano sobre la frente del menor – Sé que lograrás todo mi pequeña travesura, me alegra ver un poco del hombre en el que te convertiste. Te queda un largo camino y doloroso porque la carga que llevas sobre tus hombros no es sencilla. – una luz salió de su mano – Te deseo toda la suerte y que tengas tu final feliz al lado de aquellos que se ganaron un espacio en tu corazón. – susurró sus últimas palabras, su mano cayó, la magia envolvió a Stiles y Claudia Gajos respiró por última vez.

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Stiles veía de manera tranquila como su madre era enterrada, de nuevo. No era su primera vez y aunque le dolió despedirse de nuevo esta vez lo pudo hacer de la manera más honesta posible. La mano de su padre se apoyo en su hombro y él solo pudo sonreír con cariño.

- Aún me tienes, niño. – le dijo Noah con cariño a lo que Stiles lo miró con una sonrisa en su rostro.

- Tú me tienes a mi papá, no estamos solos. – miró a los Hale y a sus amigos – Ya no lo estamos. – le dijo Stiles.

- Tienes razón, no lo estamos.

Stiles vio a su padre una última vez para después correr y aferrarse a los brazos de Derek, quien solo acarició su cabello con cariño mientras lo dejaba descansar y sentirse mejor.

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El castaño se encontraba recostado sobre la cama de Derek mientras leía un libro y el mencionado terminaba unos trabajos en su escritorio. En la mansión se encontraban todos y Stiles podía sonreír calmado. Kate era un perra rastrera inteligente pero no más que él así que estaba preparado para el incendio que sería hoy. Durante esas semanas se encargó de que Boyd y Jackson espiaran a Kate y Laura así que sabían acerca del plan. En cuanto esa mujer incendiara la casa él sacaría a todos cortando al línea de serval y sacaría a la manada antes de cualquier incidente.

- ¿En qué tanto piensa Mitch? – le preguntó Derek con una sonrisa. Amaba a ver a su castaño concentrado, era un niño de 12 años pero para él parecía mucho más maduro solo que no podía decirle ya que había decidió esperar a que el menor tuviera la edad suficiente para salir con él.

- En algo que me dijo Scott en la escuela. Era sobre un juego de dragones o algo así. – le dijo el castaño con una sonrisa cargada de inocencia.

Derek rio levemente mientras continuaba con sus tareas pero todo fue interrumpido por el aroma de humo y los gritos de los miembros de la manada.

- ¡Mitch! – gritó el lobo mientras tomaba la mano del castaño y salían de la habitación.

El fuego había comenzado desde la parte trasera de la mansión y del sótano así que solo quedaba la puerta de la entrada que por más que la golpearan los lobos no podían salir. James, el padre de Derek se encontraba desesperado buscando la manera de salir mientras que Thalia reunía a la manada.

- No veo la ceniza. – le gritó James a su esposa.

Stiles sentía sus pulmones arder, el era un hechicero pero su magia no era mucha así que no podía recuperarse como los lobos y el humo lo afectaba. Derek trato de tapar su boca pero él solo negó acercándose a la puerta.

- ¿Mitch? ¿Qué haces? ¡Es peligroso! – le dijo James tratando de apartarlo de la puerta que comenzaba a incendiarse.

Stiles usó toda su fuerza y rompió la barrera con un poco de su magia, la manada corrió pero el castaño vio como Thalia regresaba corriendo así que él también lo hizo.

- ¡MIECZYSLAW! – gritó Derek mientras trataba de entrar de nuevo pero James lo sostuvo con la ayuda de Laura. - ¡NO! ¡Tengo que volver! ¡No puedo perderlo!

Stiles avanzó entre las llamas mientras tosía con fuerza, algunas llamas rozaban su cuerpo pero no se detenía. Encontró a Thalia abrazando a Cora, la alfa había sido aplastada por una viga mientras que la menor estaba inconsciente.

- ¡Mitch! ¡Llévate a Cora! – le gritó la mujer con desesperación.

- ¡No voy a dejarte! – tomó la viga sin importar que lo quemara y traro de levantarla, su cuerpo le dolía y apenas podía mantenerse en pie por la adrenalina pero sabía que pronto colapsaría.

- ¡Mieczyslaw! – el menor la miró con lágrimas corriendo por sus mejillas, ella sonrió de manera dulce – Tienes que irte, ya no hay escape para mí. Ustedes deben de sobrevivir. Cuida de ellos, van a necesitar tu inteligencia y se leal al siguiente alfa. – le dijo Thalia.

Stiles asintió y tomó a Cora entre sus brazos corriendo lejos de la mujer que fue su segunda madre.

- Vivan. – susurró Thalia.

Stiles se desmorono en cuanto salió de la mansión, su cuerpo ardía y apenas podía respirar. Sintió muchas personas a su alrededor, alguien lo tomó con extrema delicadeza y dolor comenzó a desparecer, las manos estaban sobre él con un tacto cariñoso y familia. Después todo se volvió negro.