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Un silencio profundo descendió de pronto en el sótano del club, iluminado pobremente por velas y luces de linternas. Un silencio terrible. Completo.

El monstruo se había alejado ya.

Zayn estaba sentado en el banco que unas almas caritativas le habían dejado cuando bajó las escaleras cargado con Liam.

El Omega estaba tumbado a su lado, muy pálido e inmóvil, con la cabeza manchada de sangre apoyada en el regazo del Alfa. Alguien le había pasado un paño limpio de cocina y Zayn lo apretaba en la herida de la sien de Liam y lo veía mancharse lentamente de rojo.

Se dijo que el flujo empezaba a hacerse más lento, pero no podía estar seguro de que fuera cierto.

Brody, de pie al lado del banco, sostenía la mano floja de Liam con rostro serio. Los padres de Liam, Landon y Dirk se hallaban a poca distancia, todos silenciosos.

—Ya ha pasado —dijo alguien en medio del silencio.

Y de encima de ellos llegó un crujido lento y doloroso. Algo cayó con un golpe seco.

—¡Oh, santo cielo! —gritó una Omega.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó un Alfa.

No le contestó nadie, porque nadie lo sabía.

Zahir sacó un teléfono móvil del bolsillo interior de su chaqueta y probó a marcar.

—No funciona —dijo—. Supongo que el tornado ha tirado algunas torres —miró al director del club—. ¿Tienen línea de tierra aquí abajo?

Una de las damas de honor habló cerca de una pared, donde empezaba a entrar agua procedente de las tuberías rotas de arriba.

—Aquí hay un teléfono —levantó el auricular y se lo acercó al oído. Negó con la cabeza—. No hay línea.

Muchas personas probaban ya con sus móviles... pero sin resultado.

—Está bien —dijo Zahir—. Vamos a ver cómo podemos salir de aquí.

Eligió a un par de Alfas fuertes y subieron los tres las escaleras. El director del club y dos de los empleados fueron en dirección contraria, hacia la entrada exterior, una puerta de acero montada en cemento y a la que se llegaba por un pasillo subterráneo que se alejaba unos diez metros del edificio del club.

Zayn no se movió del sitio, en ese momento sólo le importaba el Omega inmóvil que tenía en los brazos. Miró su rostro quieto y por primera vez se le ocurrió pensar en un médico.

¿Qué demonios le pasaba? Tenía que haber pedido un médico en cuanto llegó allí con él. Levantó la vista.

—¿Dónde está el doctor Flannigan?

El padre de Liam lo miró sorprendido.

—El médico. ¿Por qué narices no se me ha ocurrido antes? —levantó la voz todo lo que pudo—, ¡Doctor! Necesitamos al doctor Flannigan aquí.

La voz se corrió por las habitaciones desnudas del sótano.

—Doctor Flannigan.

—¿Alguien ha visto al doctor Flannigan?

—Doctor Flannigan. Lo necesitan en la parte delantera.

Un par de minutos más tarde llegaba hasta ellos el doctor, un hombre Alfa alto de pelo gris. Miró al Omega y entregó su chaqueta a Brody.

—¿Puedes cuidármela y apartarte un poco?

Brody dejó con cuidado la mano de su padre, tomó la chaqueta y se apartó de mala gana. Zayn lo miró y pensó que era un niño maravilloso. Con sólo diez años era capaz de mantener la compostura con un edificio derruido encima de ellos y su padre inconsciente y cubierto de sangre.

El secreto de Liam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora