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Cuando Liam terminó de contar la verdad, hubo un silencio en la cocina. Su madre fue la primera en romperlo.

—¡Oh, cariño, qué lío! Lo siento muchísimo...

Su padre bajó la cabeza.
—Liam, muchacho... siempre he querido decírtelo, pero nunca he sabido cómo...

Liam no podía creer lo liviano que se sentía, liberado al fin del peso de su secreto y de todas las mentiras y evasivas que lo habían acompañado.

—Dímelo ahora, papá. Te prometo que te escucho.

Heck levantó la cabeza y lo miró con ojos atormentados. Liam se compadeció de él. Por primera vez comprendió lo mucho que había sufrido él por su parte en lo que había ocurrido once años atrás.

—Siempre me preocupaba... cuando eran adolescentes, me preocupaba por Landon. Todos los chicos Alfas iban detrás suyo y estaba seguro de que acabaría en un lío. ¡Tú eras tan listo y callado! No parecías tener tiempo para ligues, sacabas buenas notas y todas las universidades te ofrecían becas. Cruzó los brazos en la mesa y miró el Rolex que llevaba con tanto orgullo.

Enid le puso una mano en el hombro.—Díselo, querido. Liam quiere oírlo.

Heck levantó la vista de nuevo y miró a Liam a los ojos.
—Supongo que me volví loco cuando quedaste embarazado. No sabía qué hacer. No estaba preparado. ¡Quería tantas cosas para ti! Ahora comprendo que esperaba mucho más de ti que de tu hermano. Me puse furioso y te asusté con mis gritos y mis amenazas. Y luego te envié lejos. Te envié lejos... —se le quebró la voz. Bajó la vista de nuevo y esa vez era evidente que no miraba su reloj. Le temblaban los hombros—. Y no volviste nunca. Lo siento. No tenía que haberte enviado fuera.

Liam extendió la mano y le apretó el brazo.—Papá, te perdono. Y sí he vuelto. Ahora estoy aquí, ¿no?

Él levantó entonces la cabeza. Sus mejillas estaban llenas de lágrimas. Las secó con el dorso de la mano. —¿Has visto esto? Llorando como un niño pequeño. No sé qué me ha pasado.

—Estoy aquí, papá —repitió el Omega con suavidad—. Estoy aquí de verdad.

Su padre lo miró a los ojos. Sonreía entre las lágrimas.

Más tarde, durante la cena, Enid preguntó por Zayn.

—Sé tan poco como tú —confesó Liam—. Yo diría que está claro que tiene intención de ser un padre de verdad para Brody.

—Brody no ha dicho nada, así que supongo que no lo sabe.

Liam negó con la cabeza.
— Zayn quiere que antes lo conozca mejor. Quiere darle la noticia sin brusquedad. Yo voy a intentar respetar sus deseos en ese terreno, así que, a menos que Brody lo pregunte directamente, por favor, no le digáis nada todavía.

—¿Pero y si pregunta? —quiso saber Enid.

—Entonces le dicen que venga a hablar conmigo. No quiero que nadie le mienta.

—Entendido —asintió su padre.

—¿Y Zayn y tú? —preguntó su madre—. Hasta hace poco parecía que había algo.

—No lo sé, mamá. En este momento las cosas no van muy bien entre nosotros.

[...]

El jueves a las cuatro y media de la tarde, Zayn estaba sentado en su estudio del Doble Z, con un whisky con hielo al lado del codo y Liam en la cabeza. Sonó el teléfono.—¿Diga?

—Soy Liam.

—Te iba a llamar ahora —comentó el Alfa.

El Omega tardó un momento en responder.—Ya estoy bien —dijo—. Y tenemos que hablar. Tenemos que llegar a un acuerdo razonable sobre Brody y sobre el futuro y lo que queremos...

El secreto de Liam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora