Park Jimin había amado con todo su corazón, lo había dado todo por aquel alfa que decía amarlo. Realmente creyó ciegamente en aquel hombre que le juro amor eterno, jamás hubiera pensado que moriría solo en una fría cama, sin nadie a su lado... bueno...
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Todo parecía ir de acuerdo a como lo recordaba, Namjoon y Seokjin cada día eran más cercanos por lo que la boda estaba próxima a ser. Sus padres estaban bastante felices por aquello, incluso se alegraron cuando Namjoon aceptaría el apellido Park para poder seguir con el marquesado como tal, porque Seokjin sería el heredero.
Eso a Jimin no le importaba, de hecho, le alegraba. No quería ser llamado "marques Park", no de nuevo. Sentía que si alguien le llamaba así, vomitaría y lloraría todo lo que pudiera, porque le traía muy malos recuerdos.
Sin embargo ahora todo parecía tan en calma, claro que se sentía vigilado de vez en cuando, más que nada cuando salía de la mansión, pero de ahí en más todo había estado bastante bien.
Lo único diferente, hasta el momento, había sido que recibía muchos regalos. Primero eran cosas normales como joyas o telas, trajes incluso. Pero ahora eran cosas que le gustaban más, incluso el último regalo podría haber sido su favorito porque era un arco bastante liviano pero resistente, era de color amarillo y por lo que le dijeron, era de oro, casi en su totalidad.
Además había comenzado una pequeña rutina con el duque, no es que se pudieran ver siempre, pero una vez a la semana se reunían para poder tomar el té. Al principio había sido para hablar de los Jong y de las cosas que habían descubierto.
Pero poco a poco los temas fueron cambiando, hasta llegar al punto de que hablaban de muchas cosas distintas, desde el trabajo del duque, hasta algo tan trivial como lo que Jimin ceno la noche anterior.
Les gustaba de esa forma, se sentía cálido tener a una persona con la cuál hablar y no tener que aparentar ser perfectos debido a su estatus. Aunque era extraño también, pero jamás pensaron que se llevarían tan bien.
— Parece que Namjoon conoce bastante bien a tu hermano – asintió Yoongi con una sonrisa
— Claro que sí, de hecho casi nadie de la familia sabía que a él le gusta cocinar postres, yo lo descubrí una vez pero no quise decirle nada porque sabía que se avergonzaría – explicó con una gran sonrisa comiendo el pastel de fresa – Pero el que Namjoon le haya pedido permiso a papá y luego le haya construido su propia cocina alejada de todo, fue una gran sorpresa hasta para mí
— Hacen buena pareja – sonrió Yoongi – Tienes pastel aquí – se levantó un poco y limpio la comisura de los labios de Jimin
— Yoongi – reprochó molesto, con el tiempo logró dejar de ser tan formal mientras estaban solos
— Ya, ya – sonrió
— ¡Duque Min! – exclamó Hoseok mientras corría hacia ellos
— Conde Jung, le dije que no quería interrupciones – gruño molesto y Jimin se obligó a contener una burla por la mirada seria del mayor
— Lo sé, pero ha pasado algo en la mansión de los Jong – explicó con el ceño fruncido
