Epílogo: Felicidad infinita

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Jimin se levantaba como cada mañana, bastante temprano y todo con tal de poder levantar a sus hijos él mismo

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Jimin se levantaba como cada mañana, bastante temprano y todo con tal de poder levantar a sus hijos él mismo. No era común que un omega como él, cuidara de sus cachorros por sí mismo, pero era algo que le gustaba hacer.

Al principio no muchos lo entendieron, pero con el tiempo las personas comenzaron a entender lo lindo que era cuidar de sus propios hijos. Claro que muchas veces era frustrante y a veces solo quería encerrarse en su habitación y romper algo, pero respiraba hondo y se prometía ser paciente. Sus hijos eran inteligentes, aunque hacían berrinches a veces, podía hablar con ellos y llegaban a un acuerdo.

Entro a la habitación de su hija mayor, una hermosa señorita de quince años. Sí, ya había pasado bastante tiempo desde que se había convertido en el duque consorte, pero aún seguía sintiéndose tan feliz como en aquella época.

— Arriba, cariño – le pidió a su hija dejando un suave beso en su mejilla

— No... cinco minutos más – pidió tapándose con las sabanas

— No puedes, Yoonji, recuerda que tienes clases de esgrima y luego debes seguir con las clases teóricas – le recordó

— Pero todo eso ya lo sé – gruño molesta

— Si quieres ser la próxima duquesa, debes estudiar arduamente – aclaró

— Está bien, ya voy – suspiro levantándose lentamente

— Bien, te espero en el comedor – sonrió despidiéndose para dejar que las sirvientas entraran a ayudar a su hija a vestirse

Camino un poco más y llegó a la colorida puerta que daba a la habitación de su segundo hijo de doce años. Yeonjun era un poco más difícil de levantar, tenía el sueño profundo de su padre, pero al menos con un par de mimos y cosquillas lograba despertarlo sin berrinches.

— Tengo sueño – se quejó volviendo a acomodarse

— Oh, entonces tendré que decirle a Soobin que no puedes salir a jugar hoy, será mejor que envié una carta a los Jung – se lamentó falsamente

— ¡Está bien, ya desperté! – exclamó levantándose rápidamente

— Ese es mi hijo – animó Jimin con una gran sonrisa – Entonces te esperaré en el comedor

— Sí, mami – asintió

Después de eso, Jimin continuo su rutina, ahora era el turno de su hijo menor. Sunghoon, a diferencia de sus hermanos, ya estaba despierto pero se mantenía en su cama acostado esperándolo para levantarse completamente.

Cualquiera que lo conociera a primera vista, pensaría que era igual a Yoongi, su personalidad y apariencia lo hacían ver así. Pero entre los más cercanos, Jimin podía reconocer que su pequeño hijo era un consentido de primera y él no podía evitar consentirlo.

No amaré en esta vida - YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora