Capítulo 13.

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Juliana

―¡¿En serio va a regalármela?! ―chilló Mani empezando a dar saltitos.

Rodé los ojos y cerré mi casillero encarando a mis dos mejores amigas.

―Al menos eso dijo anoche. ―me encogí de hombros frunciendo el ceño al ver sus sonrisas picaronas.

―¿Y qué clase de actividades hacías anoche, Juliana? ―preguntó Lucy dándome un codazo intencional.

―No es lo que piensan, solamente jugamos Call of Duty. ―me expliqué con un nerviosismo que no debería estar allí.

―Te creo, Juliana, pero no me niegues que Achaga está para comerse sola. ―Mani señaló con sus ojos la entrada.

Valentina y sus amigos estaban llegando y hablaban muy entusiasmados sobre algo, después de eso llegó la castaña alta acompañada por Jauregui y fueron a abrazarlos. No se maldita sea ¿por qué? Pero al ver como Cottrill saltaba a los brazos de Valentina, sentí un nudo en el estómago y como mi mal humor se iba apoderando de mí.

―¡Hey Juliana! ―Sergio vino hasta mí y yo sonreí automáticamente.

―¡Sergioi boo! ―le di un fuerte abrazo casi enganchándome a él.

―Tengo un montón de cosas que contarte. ―me ofreció su brazo y junto a las chicas fuimos a nuestra clase.

...

El día transcurrió normal, excepto por una cosa.

En clase de historia, vi a Valentina llegar al lado de sus amigos. Mi mirada no la pude despegar ni un segundo de ella ¿cómo hacerlo? Tenía el cabello algo revuelto, las mejillas sonrosadas, sus ojos azules brillaban con total diversión.

No puedo explicarlo, simplemente es extraño porque nunca me sentí atraída por una chica y mucho menos de alguien diferente a mi clase social.

Intenté ignorarla toda la clase, pero como si mis ojos no pudieran evitarlo iban dirigidos hacia ella. Era linda cuando se concentraba, mordía la tapa de su lapicero y cuando no entendía algo rascaba su ceño fruncido.

"Derrochas cubos de azúcar, Juliana". ―Pensé sintiéndome patética por pensar en aquellas cosas y sin evitarlo rodé los ojos.

Al final de la clase agradecí al cielo porque fuera la única que compartiera con esa "ojitos de mar" como le decía Lorenzo, en aquel día. En la hora del almuerzo todo fue normal, estuve con mis dos inseparables amigas y después se unieron dos más. Ares y Camila.

―Se los juro chicas, la acorralé en el baño y tuvimos una laaarga sesión. ―comentó Mani mordiéndose el labio ante su recuerdo.

―¿Y ella qué te dijo cuando acabó? ―preguntó Lucy con total interés y como no, su típico tono perverso.

―No le di tiempo ni de respirar, me fui antes de que abriera los ojos. Pero al ver cómo me correspondió, dudo que se queje. ―todas soltamos una carcajada al verla sonreír con coquetería.

―Pues vamos a ver cómo reacciona ahora, viene entrando. ―Ares señaló con su cabeza al grupo que llegaba enérgicos como siempre a recibir sus almuerzos.

Clairo se le notaba a larga distancia lo distraída que estaba, casi le derrama una botella de agua a Lauren y soltaba grandes bocanadas de aire cada dos minutos.

Lastimosamente no pude seguir viendo las torpezas de Clairo Cottrill porque mis ojos fueron a la chica que no me deja vivir en paz. En estos días he notado varios rasgos faciales en ella, como que se rasca el cuello cuando está disgustada, que levanta una ceja cuando se atreven a retarla...

Me sentí enojada, ¿cómo podía pensar en todas esas cosas? ¿Cómo podía dejar que mi mente pensara en ella? ¿Cómo...

La directora interrumpió mis pensamientos, llegó hasta el centro de la cafetería con seis policías detrás.

―Jóvenes, silencio por favor. ―habló quitándose sus lentes y colocándolos en la abertura de su camisa azul.

La cafetería rápidamente se sumió en un silencio sepulcral y allí empezó a hablar.

―Voy a otorgarle la palabra al capitán Onfroy.

Un hombre con un feo bigote mostacho y el cabello algo largo en rastas se hizo al frente y enredó sus dedos en los bolsillos de sus pantalones.

―Valentina Achaga. Isabella Morgado, Clairo Cottrill, Lauren Jauregui, Aiden Luthor, Oliver Moore. Acompáñenme a la estación de policía, están en investigación por la desaparición de Alison DiLaurentis.

Fruncí el ceño ante la mención de ese nombre tan familiar para mi, busqué con la mirada a los mencionados y cuando lo hice Valentina estaba igualmente frunciendo el ceño y mirando al capitán con cara de ¿te fumaste un porro? Odiaría que mi madre le hubiese compartido porros a unos oficiales.

―Vengan con nosotros, por favor. ―dijo uno de los oficiales tomando unas esposas y enredándolas en las manos de Aiden.

El resto de los oficiales hicieron lo mismo con los demás y antes de irse se dirigieron a la directora Cervantes.

―Agradeceríamos que no mencionara esto antes de tener pruebas suficientes.

Con un asentimiento, todos ellos empezaron a salir pero antes, Valentina me miró y me guiñó un ojo.

Hija. De. Perra.

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