Capítulo 7.

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Un nuevo día y la misma rutina de siempre, levantarme, bañarme y después colocarme ese asqueroso uniforme. Bajar a desayunar y después irme en esa camioneta hasta el instituto.

Al llegar, nos encontramos a Lauren y Clairo hablando y después de unos rápidos saludos, nos dirigimos a nuestras clases.

―Tengo hambreee. ―me quejé mientras caminábamos hasta matemáticas.

―Acabamos de salir de casa. ―dijo Oliver y yo lo fulminé con la mirada.

―Para la comida nunca hay un horario. ―me crucé de brazos.

―Yo te entiendo amiga, pero tengo un método para entrar a la cocina sin ser detectada. ―Clairo me guiñó un ojo y yo me acerqué a ella.

―Cuéntame tus secretos, maestra. ―hice una reverencia escuchando las risas de todos.

Clairo me dio su secreto. No era tan complicado, solo era entrar por la puerta trasera que tenía un código ―el cual era la fecha de nacimiento de la directora― y podías sacar la comida que quisieras.

Fui sola a mi aventura, porque Clairo se había abastecido de comida ayer después del almuerzo, e hice justo como ella me indicó: me fijé de que no había nadie, escribí la clave y el paraíso se abrió ante mis ojos.

Como no había nadie, me fue aún más fácil agarrar dos manzanas y tres bananas. Cuando iba a irme, me llevé una gran sorpresa.

―Al parecer no soy la única con hambre aquí. ―comenté abriendo paso a una sonrisa de lado.

Juliana dio un respingo y dejó los platos sucios de lado para mirarme con irritación.

―¿Qué haces aquí, Achaga? ―se cruzó de brazos intentando verse intimidante, pero... ¿Quién coño se ve intimidante con una red para el cabello?

―¿Yo? Alimentándome, soy el futuro del país, necesito comida. ―me encogí de hombros. ―¿Y tú? ¿Prácticas para el futuro?

―Muy graciosa. ―me lanzó un poco de agua y yo no pude evitar reír.

A pesar de que Juliana era una mimada, molestarla era como un pasatiempo para mí. Además, me gustaba ver como se enojaba.

―Tranquila, Valdés. Guardaré tu secreto. ―me senté en la encimera y empecé a comer una manzana.

Juliana solo me miraba sin ninguna expresión en su rostro salvo la irritación total.

―¿Quieres irte? No me agrada estar al lado de una becada.

―Mm... ―hice una pose pensativa y después sonreí. ―Noup. No voy a irme.

―Hablo en serio, Achaga. Vete ahora mismo. ―dijo seriamente y yo solo seguí sonriendo.

―Oblígame. ―reté lanzando el corazón de la manzana a un basurero.

Juliana estaba a punto de estallar, tenía las mejillas rojas y sus ojos echaban chispas. Adorable ¿cier...

Olviden que dije esa parte.

―Hablo en serio. ¡Vete ahora mismo! ―agarró un cucharón y me amenazó con él.

―¡Oh! ¿Y un cucharón asesino va a hacer que me vaya? ―me burlé acercándome a una trituradora que tenía jugo de mora en su interior.

―¡Vete! ―Juliana versión Psicópata le dio un golpe al aparato y éste se encendió derramando el jugo por todas partes. Precisamente en nuestra ropa.

Me limpié la nariz y los ojos lamiendo con mi lengua algunos restos de mi boca, después cuando estuve más o menos limpia, abrí los ojos viendo como Juliana se limpiaba igual que yo.

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