Capítulo 20.

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Juliana

Te lo digo enserio, Sergio boo. Parecían garrapatas encima de ella, ¿desde cuándo hay tantas chicas gay en ese instituto?

―Qué suerte que no eres celosa, Juliana. Y con respecto a las chicas gay me parece increíble que todavía no descubrieras que tu chica tiene un encanto sobrenatural sobre todas las demás.

―Ya sé que mi Valentina tiene un encanto increíble, pero eso no quiere decir que todas esas zorras deben estar detrás de ella.

―Ay perdóname, Juliana, pero con ese paquetote que se manda Achaga me pone a delirar hasta a mí.

―Se supone que eres mi consejero y mejor amigo, no mi rival.

―Perdóname cariño, pero es la verdad. Ahora discúlpame que Tom llegó por mua.

―Diviértete traidor.

―Besos.

Dejé mi celular al lado de mi cuerpo e intenté no recordar a esas zorras que no paraban de insinuársele a mi Valentina y todo gracias a un grito que ella dio con una palabra toda rara.

Escuché un bullicio en la planta de abajo y varios golpes también, bajé a investigar de que se trataba y me encontré con algo sumamente raro: los amigos de Valentina la traían a ella cargada y parecía muerta, pero al menos balbuceaba.

―No quiero volver a ver una de esas cosas repugnantes en mi vida.

―¡Uyy! ¡Una salchicha! ―chilló Lorenzo dando brinquitos.

―¡MIAAA! ―gritó Valentina volviendo a quedar noqueada.

―Hola Valdés. ―saludó Isabella ayudando a los chicos a subir a su amiga.

―Hola Morgado. ―devolví el saludo siguiéndolos escaleras arriba. ―¿Qué le sucedió a Valentina?

―Comió muuchas salchichas. ―Clairo alargó la palabra y siguió subiendo a mi chica.

Fueron hasta su habitación ―que sabrá Dios y la virgen María como saben cuál es― y la dejaron en la cama.

―Me van a dar caries, chicos, Valentina se ve adorable mientras duerme. ―Lauren se mordió el labio y yo quise imitarla.

Valentina estaba en posición fetal, su cabello desordenado y desde donde estaba podía ver como sus largas pestañas descansaban delicadamente casi llegando a sus mejillas.

―Debemos volver. ¿La cuidarías por nosotros campeón? ―le preguntó el chico rubio llamado Oliver a mi hermanito.

―Yo me encargó campeón. ―chocó manos con todos y después se fueron de la habitación con una despedida para mí.

―Vuelvo en un minuto Juliana, cuida a ojitos de mar un momento. ―pidió mi hermanito sonriéndome antes de salir de la habitación.

Me senté en la cama al lado del cuerpo dormido de Valentina y empecé a peinar su cabello hacia atrás.

―Juliana... ―murmuró y sin poder evitarlo sonreí.

―Descansa, cariño. ―susurré pasando mi dedo por sus facciones.

―Juliana... ―volvió a murmurar y me acerqué más a ella.

―¿Qué sucede?

―¿Me quieres? ―preguntó con voz risueña y mi sonrisa se ensanchó más.

―Claro que te quiero. ―paré mis caricias en su cabello y escuché su gruñido.

―¿Mucho?

―Como a nadie en el mundo.

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