Capítulo 26.

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Te extrañé demasiado. ―susurró Juliana escondiéndose en el hueco del cuello de su novia.

―Y yo a ti, como no tienes idea. ―contestó despegándose para ver el rostro lloroso de su novia. ―No llores cariño, no me gusta verte llorar.

Todos los que presenciaban la escena estaban vomitando cubitos de azúcar al ver la ternura de esas dos chicas.

―No quiero que vuelvas a irte, te mataré si lo haces ¿escuchaste? ―Juliana le agarró el rostro y la obligó a verla.

―Me doy por advertida. Te amo.

Y sus labios volvieron a unirse, solo por unos segundos, gracias a los sonidos de vómito que hacían sus amigos para hacerlas sonreír.

―¡Oigan! ¡Pensé que esto era una fiesta! ―exclamó la heredera entrelazando su mano con la de su novia.

Los gritos no se hicieron esperar y pronto, todo volvía a ser diversión.

―Ya están distraídos, vámonos de aquí. ―susurró Valentina jalando el brazo de Juliana y sacándola del lugar de la fiesta.

―¿Qué travesuras planea hacer señorita Carvajal? ―preguntó una pícara Juliana dejándose guiar por su novia hasta uno de los salones más alejados de la fiesta.

―La verdad no lo sé señorita Valdés, solo quiero estar unos minutos a solas con usted. ―la heredera tomó de la cintura a su novia y la atrajo en un tierno y caluroso beso.

Justo cuando sus lenguas iban a encontrarse, Juliana rompió el beso y se alejó de su novia quien la miraba extrañada.

―Debería castigarte, me mentiste sobre quien eras desde que nos conocimos. ―Juliana se apoyó en el escritorio del maestro y miró a su novia con malicia.

Valentina sonrió de lado y se volvió a acercar a ella envolviendo su cintura entre sus brazos posesivamente.

―Estamos a mano, te recuerdo que yo era un experimento para ti. ―contraatacó dejando sin respiración a Juliana gracias a su sonrisa.

―Eso se llama maltrato psicológico ¿sabías? ―Juliana envolvió sus brazos alrededor de su cuello y apegó más sus rostros.

―Quiero hacerte mía, Juliana. ―susurró Valentina desviando sus labios al cuello de su chica.

Juliana soltó un pequeño gemido en cuanto sintió una pequeña mordida en la piel sensible de su cuello.

―¿Quién te impide hacerlo?

Esas palabras fueron suficientes para que Valentina atacara sus labios en un desenfrenado beso, sus manos bajaron hasta el voluminoso trasero de su chica y después la levantó hasta sentarla en el escritorio del maestro.

Juliana enredó sus manos en el sedoso cabello de su novia y gimió nuevamente al sentir como apretaba su trasero. Los labios de Valentina hicieron un camino de besos desde sus labios hasta su cuello el cual mordió y chupó a su antojo hasta dejarle unas cuantas marcas.

Sus manos subieron lentamente por su espalda, precisamente hasta el cierre del vestido de Juliana, no esperó mucho tiempo y bajó la cremallera hasta su espalda baja y acarició la piel suave. Dejó que el vestido cayera hasta la cintura de su chica y admiró como aquel sostén de encaje negro realzaba sus pechos.

―Tócame. ―jadeó Juliana volviendo a acercar sus labios.

Valentina cumplió su petición y desabrochó el sostén de su novia antes de empezar a masajear sus pechos lentamente. Los gemidos de Juliana lograban que la presión en los bóxer de Valentina se volviera más dolorosa.

Juliana notó su desespero y también bajó la cremallera de su vestido hasta que tocó el suelo y después hizo lo mismo con el sostén, Valentina levantó lo suficiente a Juliana para sacar su vestido y después hizo lo mismo para bajar delicadamente sus bragas por sus morenas piernas.

Valentina se alejó un poco para admirar la belleza que tenía por novia y no pudo evitar morderse el labio. Juliana estaba con su cuerpo ligeramente arqueado hacia atrás, sus pechos estaban totalmente libres y erizados, y sus piernas parecían infinitas desde aquel ángulo, su cabello estaba desordenado y sus labios estaban rojos e hinchados.

Juliana pasó una mano por el abdomen plano de Valentina y cuando llegó hasta su cuello la atrajo en un apasionado beso. La presión en su bóxer estaba siendo insufrible, así que Juliana con ayuda de sus piernas logró dejar completamente desnuda a su novia.

―No tengo condón. ―susurró Valentina luchando con todas sus fuerzas para no hacer suya a Juliana.

―Tomo la pastilla hace años.

Juliana fue quien obligó a la chica de ojos azules entrar en ella de una sola embestida, gimió con fuerza al sentir un calor invadir su vientre y sus uñas fueron a dar en la espalda firme de su novia.

Valentina empezó a moverse lentamente en ella deleitándose con sus gemidos, eso la impulsó a ir más rápido y fuerte. Juliana envolvió sus piernas en la cintura de Valentina y gimió cada vez más fuerte al sentir la fuerza con la que era penetrada.

Gracias a los besos de Valentina en sus pechos, el posesivo agarre en su trasero y la fuerza de las embestidas. Juliana sintió como todo su abdomen quemaba y sus gemidos salían sin control alguno de su boca. Valentina sintió como las paredes vaginales de su novia envolvían su miembro y empezó a ir más profundo.

Finalmente, el orgasmo que fue atrapado entre los labios de ambas dejó que se desplomaran con la respiración agitada y sus corazones a mil.

―Fue el mejor que tuve en mi vida. ―dijo Juliana al recuperar el aliento.

Valentina solo sonrió y acarició las mejillas rojas de su novia saliendo de su interior.

―No sabes cómo me alegro de haber cometido ese error, Juliana. ―susurró sin apartar sus manos de las mejillas de la chica de ojos chocolate.

―¿En serio?

―Gracias a eso te conocí... Y he tenido los mejores momentos de mi vida a tu lado.

―Te amo Valentina Carvajal.

―Y yo a ti Juliana Valdés.

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