4. Letum.

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Enzo.

No hui de mi territorio como un cobarde, no escape por miedo a lo que venia, ni corrí asustado para no enfrentar a todo el que se cree capaz de derrumbarme. No me fui solo para vengarme de Francesca, cuando arme mi plan antes de matar a Cassia, lo hice totalmente consciente y seguro de mi decisión.

Pude haber actuado de una vez y deshacerme de todo antes de que me atacaran, pero donde estaría la diversión en ello. Necesitaba que las ratas salieran de sus madrigueras, para que rebelaran sus verdaderas caras e intensiones y así poder exterminarlas de una vez por todas.

Cuando le dije a Francesca que tenia mi jodida confianza, fue verdadero.

Ver a Eros tocar a mi mujer, lo que me pertenece, fue como si cabeza explotará. No decidí irme y dejar el puesto de Capo fingiendo mi muerte, solo para que ella aprendiera una lección por el juego que mantenía con el mierdecilla, mi decisión fue tomada porque era necesario.

Francesca es tan ambiciosa como yo y es totalmente capaz de ocupar mi puesto, no pude dejar a mejor persona porque nadie tendría los huevos que ella me ha demostrado tener. Pero tenia que reaccionar, tenia que hacer las cosas por su cuenta, tenia que aprender por si sola el costo de las equivocaciones, así que sí, por muy maldito que suene, la deje atrás.

Me marche seguro de que al regresar la mujer junto a mi seguiría viva y mas fuerte que nunca, que se haría un nombre por su cuenta, ganándose el respeto de los hombres que siempre la veían como mi puta.

Mi intención principal fue darle lo que tanto anhela, obtener el poder por su cuenta y mostrarle a todos que subestimarla es el peor error. Si Francesca no tenia está oportunidad, nunca hubiese estado bien conmigo, yo seguía siendo un freno para ella. Pero ahora nada, impediría que todo fuese nuestro.

Excepto el rencor. Porque por más que ambos queramos lo mismo, y podamos unirnos con el mismo fin, al final no sé si algún día podremos perdonarnos.

Supe quien era Francesca desde que la elegí, no la hice mi esposa de manera espontánea. Los greco siempre han sido lideres y mi esposa debía ser alguien tan letal y peligrosa como yo, su padre fue una desgracia para el apellido, que derrumbo los cimientos que sus antepasados construyeron durante milenios.

Cuando la vi por primera vez, me gusto. No podía negar que la belleza que veían mis ojos, me resultaba tan exótica como venenosa.

Su mirada gritaba que debían tener miedo y su andar indicaba que su sensualidad era solo una trampa mortal. Me interese tanto que la investigué, llevándome la enorme sorpresa de que pertenecía al único apellido realmente importante que aun persistía en Italia.

Quería saber todo de ella, no fue difícil infiltrar a alguien dentro de su hogar, para descubrir a una hermosa mujer en un mundo de hombres que había sido entrenada, que destilaba deseo y que también aparentaba ser débil.

Un arma en potencia con un apellido que merecía obtener una redención, una que yo le otorgue.

No creo en la desigualdad, todos tenemos potencial, tanto hombres como mujeres, pero no siempre sabemos explotarlo. Y ella junto a mi era una potencia que no podía pasar por alto, nunca imagine que sus curvas y su mirada altiva serian mi perdición. Que el deseo de asesinarnos mutuamente, también era el de mantenernos con vida.

Soy un hombre imperfecto que comete errores, pero también he aprendido, que un error en este mundo te puede costar la vida, y que si quieres sobrevivir, debes enseñarle a todos que no es fácil vencerte.

Y Francesca es fuerte, estoy al tanto de todo lo que ha vivido porque aunque decidi dejarla pelear sola las consecuencias de sus decisiones, no pude alejarme del todo. Necesitaba que la observarán y seguir cada uno de sus movimientos, tal vez si era necesario, protegerla.

Éxtasis. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora