21. En marcha.

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Francesca.

Llego justo a tiempo a mi habitación de hotel, para alistarme y asistir a la reunión de La Parca.

El consejo de La Parca solo se reúne en su lugar, su tribunal seguro y custodiado por su gente, por lo que Eros y yo nos dirigimos allí.

Es primera vez que piso este lugar, y no es tan intimidante como solía oír. O tal vez a mi no me lo parece.

Cada jefe de familia y representante de la Parca esta aquí, Eros y yo tomamos asiento en unas de las sillas cuando deciden comenzar.

—Un saludo cordial a todos, agradezco que hayan venido y atendido al llamado del consejo.— Inicia Emiliano, ya que Marcos quien ahora está a la cabeza antes que él, por su apellido, permanece callado y sumergido en su duelo—. Hemos solicitado su presencia, porque como una de las organizaciones criminales más peligrosas en el mundo, no podemos permanecer con dos puestos de nuestro consejo vacío, es importante elegir los reemplazos cuanto antes.

—《Debido a la perdida de Mateo Morelli y el traidor, Fabiano Berlusconi. Tomamos la imperiosa decisión de reclutar a los dos nuevos miembros que pasarán a ser parte del consejo. Uno elegido por nosotros y otro que elegirán ustedes.》

La mirada de Emiliano se queda en alguien al fondo de la sala, logrando que no continúe, por lo que Marcos es quien sigue hablando.

—El puesto de mi hermano será ocupado por alguien de mi apellido, su primer hijo Marcelo Morelli.— carraspea ante el silencio de la sala—. Será el primer miembro joven del consejo, debido a que tiene cuarenta.

—《Con respecto al puesto de Berlusconi, quedará en sus manos. Deben proponer y elegir al nuevo miembro.》

Los murmullos suenan, pero nadie propone algo. Así que luego de minutos que parecen eternos, me levanto obteniendo la atención de todos.

—Propongo otro miembro joven de la organización. Alessio Buccieri, hijo de Emiliano.

Emiliano pone sus ojos en mí, al mismo tiempo que se oyen las afirmaciones ante mi postulante.

—Apoyo la propuesta, Alessio es formidable y confiable como su padre.— agrega Alister, secundando mi decisión.

Los demás se ponen de acuerdo y aceptan mi elección, Eros permanece callado con la mandíbula apretada antes de que Marcos le hable.

—Marchetti, ¿Estás a favor o en contra de la proposición?

Eros me mira un segundo y luego se muestra de acuerdo, a regaladientes.

—En ese caso, si Alessio acepta. Seria el primer miembro más joven con sus veintiocho años, del consejo. Mi sobrino seria el segundo.— dice Marcos mirando al fondo, y es cuando descubro que a quien miraba Emiliano, era a su hijo.

No lo he visto desde anoche que estuvo dentro de mi y luego me desmaye, por lo que cuando unos pasos resuenan en la sala, me giro un poco para verlo avanzar hasta el consejo.

Su rostro esta serio y estoico, con un gran hematoma en uno de los laterales. Me siento mal por su golpe, pero realmente no fue como que lo obligue a participar, y tampoco estaba en mis sentidos como para evitar que Enzo lo golpeara.

Sin embargo, me enoja darme cuenta que tal vez Enzo pueda tener razón, porque aunque lamento el hematoma en su rostro, no me siento culpable por lo que sucedió o por como termino todo.

Alessio se detiene frente al consejo y dice la palabra que me hace sonreír, porque eso es lo que se necesita.

—Acepto.

♡♡♡

Después de la elección de miembros, para los doce del consejo, Eros me pide ir a almorzar.

No dudo en aceptar, porque pronto necesitaré una excusa.

Desde que entramos al restaurante dibujo muecas en mi rostro y mantengo la platica amena, hasta que Eros parece cansarse.

—¿Hay algo que te esté molestando?— pregunta.

—Es mi cabeza, me duele demasiado. Creo que tengo migraña.

Su expresión decae.

—Deberías descansar y mañana podemos irnos temprano para regresar a casa, nuestra casa.— añade tomando mi mano en un gesto amoroso que me hace querer devolver la comida que acabo de ingerir.

Eros es como la indigestión, en este momento.

—Si, ¿Qué tal si nos vamos ahora? — pido en voz baja—. La cabeza me está matando.

—Claro.— Fabricio cancela la cuenta en efectivo y nos escolta al auto, antes de subirse a su puesto para llevarnos al hotel.

—¿Te gustaría que me quedará contigo hoy? Puedo mimarte y cuidarte, tal vez darte un masaje relajante.— dice con tono sugerente.

Asco y repulsión, eso me provoca su propuesta.

—No creo que sea buena idea, en verdad necesito total silencio y tranquilidad.— insisto.

—Esta bien.— acepta resignado.

Una vez llegamos, me escapo con rapidez a mi habitación y me cambio de ropa, espero al menos una hora intercambiando mensajes con Enzo sobre los planes de esta noche.

Pavel y yo salimos del hotel a escondidas, mientras los demás se quedan en el lugae con sus respectivas tareas. El viaje en auto por la carretera, dura unos 45 minutos hasta que paramos frente al poco glamoroso motel que Alister nos indico.

Reviso el último mensaje de Enzo, con el número de habitación y me dirijo allí junto a Pavel. Thomas es quien nos abre la puerta y entramos con rapidez para no ser vistos.

Mientras yo estaba en la reunión, Enzo se encargo de alquilar la habitación junto a la de mi padre.

Mis músculos están tensos, pero cuando me detengo frente a Enzo, su aroma me rodea distrayéndome un poco.

—Tu padre no ha salido de la habitación desde que llegamos, imagino que en cualquier momento lo hará para buscar algo de comida.— murmura acercándose a mí.

Sus manos halan la cinturilla de mi pantalón, haciendo que choque contra su pecho y que mi cuerpo hormiguee cuando comienza a meter un arma dentro de mis vaqueros. Sus ojos me miran al mismo tiempo que acomoda la pistola en mi cintura, y si nuestros escoltas no estuvieran aquí, ya estaríamos uno sobre el otro.

Cuando la puerta de la habitación de al lado suena, Pavel y Thomas salen para seguir a mi padre en silencio. Enzo y yo esperamos un par de minutos antes de salir también.

Saco de mi jean un gancho de cabello y fuerzo la cerradura de la habitación de mi padre para abrirla y entrar. Hay un olor como a humedad y a encierro en el cuarto oscuro de Fazio que me asfixia un poco, ambos, tanto Enzo como yo, nos adentramos y encendemos la luz.

Mi respiración se acelera y mi sangre bombea a un ritmo enloquecedor que me impide escuchar algo más que no sea, la forma violenta con la que retumba en mis oídos.

La vista se me vuelve borrosa e intento respirar para contener la ira que me nubla de un segundo a otro.

Sangre, haré correr su sangre.

Enzo se coloca detrás de mí, pero ni siquiera su presencia me tranquiliza al ver el estado maltratado del cuerpo frente a mí, y el como su cabeza cuelga contra el espaldar de la silla, haciéndola lucir como nunca la vi, débil.

—Madre.—susurro con dificultad.

Éxtasis. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora