23. Machacador.

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⚠️ADVERTENCIA⚠️ 

 EL CONTENIDO DE ESTE CAPITULO NO ES APTO PARA TODOS LOS LECTORES. MUCHO MENOS PARA AQUELLOS/AS DE CARÁCTER SENSIBLE, POR FAVOR EVITAR LEERLO EN ESE CASO.

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Francesca.

La imagen frente a mi, resulta preciosa y macabra, mi madre sabe que la muerte de Fazio no se seguirá posponiendo, no después de atreverse a herirla y a traicionarme.

Y solo por eso tome la decisión de hacerlo tan lento y tortuoso como fuese posible, mi nuevo juguete adquirido me ayudará con ambas cosas. Ladeo la cabeza disfrutando de la vista de Fazio inmovilizado y me acerco solo para arrebatarle la silla, por lo que se ve obligado a ponerse estrepitosamente de rodillas, ya que no puede sacar su cabeza del instrumento.

—Así te ves mejor, debo admitir que este aparato te sienta de maravilla.—digo riéndome y burlándome de él— ¿A qué no adivinas su nombre?

Mi padre se niega a responder o a mirarme, una vez más se siente humillado por mí. La diferencia es que ya no tengo que contenerme, ya no debo recluir mis deseos de dañarlo, nunca he ocultado mi odio o asco hacia él, pero tampoco había dado él paso para lastimarlo de verdad, hasta ahora.

—Le dicen Aplastacabezas o como me gusta llamarlo, el machacador de cabezas.— Me rio de forma cruel cuando lo veo temblar nuevamente—. Con cada giro de esta palanca, sentirás cada vez más presión en tu cabeza, de una forma tan lenta y precisa que será casi un arte ver como tu cráneo se deforma.

—Francesca…

—Silencio, padre.—lo callo—. Si vuelves a hablar sin mi permiso, romperé cada uno de tus huesos antes de aplastarte la cabeza.

Fazio intenta no llorar, pero uno que otro ruido lastimoso se escapa de sus labios, que al igual que su cuerpo han comenzado a temblar sin parar.

—Hagamos de esto un juego.— digo emocionada con la excitación y adrenalina corriendo por mi cuerpo como si fuese electricidad —. Te haré una simple pregunta y por cada respuesta equivocada que des girare este hermoso y grande tornillo.— digo colocando mis manos sobre el objeto—. Si contestas bien, pasaremos a la siguiente pregunta.

La barbilla de Fazio tiembla y no se distinguir si es rabia o impotencia, tal vez ambas, pero ya que esta aprisionada sobre la barra inferior, mientras que la parte superior de su cabeza se encuentra bajo el casquete, el movimiento parece muy leve.

—¿Quién soy?— pregunto cruzándome de brazos y comenzando a caminar a su alrededor para que el sonido de mis tacones lo intimiden.

—Mi hi…ja— tartamudea.

Miro a Enzo con una sonrisa casi tan cruel como la que esta dibujada en sus labios.

—¿Qué te parece? ¿Acertó?— le pregunto mirándolo divertida.

Enzo sacude la cabeza y se lame los labios viéndome, instándome a seguir con sus palabras.

—Yo digo que le des vuelta al tornillo y aprietes un poco para que las ideas le fluyan mejor.

Me acerco a la palanca y le doy no una, sino dos vueltas, oyendo como mi padre suelta un quejido doloroso.

Éxtasis. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora