6. Celos.

669 58 12
                                        

Francesca.

—Acabo de regresar.— dice la voz al otro lado del teléfono.

—Me parece bien. — Contesto despreocupadamente, en el camino de regreso a casa.

—Mañana debo volver a partir.

 —¿Y quieres que te desee suerte?— pregunto con ironía.

—Quiero que nos veamos.—su voz suena molesta, por lo que contengo mis ganas de reír—, quiero verte.

—¡Que mal!— exclamo con fingido pesar—. Justo hoy tengo una cena a la cual no puedo faltar.

—¿Con quién?

—Realmente—hago una corta pausa—, no es de tu incumbencia.

—¿Es con el hijo de Buccieri?—no puede ocultar su furia—. Parecen haberse vuelto bastante cercanos.

—Cuidado, Enzo.—advierto con un deje de diversión—. Casi podría creer que estás celoso.

Suelta un bufido del otro lado de la línea.—Ningún hombre podrá hacer que olvides, que eres mía.

—Es verdad. —Le doy la razón—, para eso me tengo a mi misma. Adiós.

Me despido, pero antes de cortar puedo oír parte de lo que iba a decir.

—No me vayas a co…

Debe estar furioso ahora, pero que se joda.

La camioneta se detiene en la entrada y Fabricio se baja, para abrirme la puerta del auto, y ayudarme a salir de el.

Es tarde, apenas tendré tiempo de cambiar mi atuendo. Pero luego de salir de la casa de Alessio,  debía ir a comprar algo muy importante, lo cuál ayudo a mi retraso. No es como que este emocionada por cenar con Eros, pero no quiere decir que vaya a demostrarlo.

Subo rápidamente a mi habitación, evitando cruzarme con él.

Enzo vuelve a llamar varias veces, pero está vez rechazo las llamadas, negándome a contestar.

Tardo al menos media hora en arreglar mi maquillaje y colocarme una braga de cuerpo entero, de color negro, con un escote en el área entre mis pechos que parece una extraña y atractiva figura geometría.

Busco algunos accesorios para usar y entre mis joyas, veo el juego que Enzo me regalo. Lástima que no tuve más oportunidades de usarlo, cada prenda es muy hermosa.

Mi teléfono vibra con un nuevo mensaje, y lo abro suponiendo quien lo envía.

Muerto: “No me quieres molesto, Francesca”.

Al instante llega un segundo texto, que me hace reír.

Muerto: “CONTESTA EL MALDITO TELÉFONO”

Suelto el teléfono en mi habitación y termino de prepararme, colocando algo de perfume y metiendo el pequeño frasco que compre, dentro de mi ropa.

Cuando bajo las escalera y me dirijo al salón, lo menos que planeo encontrar, es un intento de cena romántica, sacada de película cursi.

¡Por Dios, noo!

La enorme mesa está decorada con velas y varios pétalos de rosas rojas, las luces están bajas y hay música de fondo, que inmediatamente me hace desear, regresar por donde vine y seguir entreteniendo en molestar a Enzo.

Eros aparece en un traje azul marino bastante elegante, parece un príncipe. Su cabello peinado hacia atrás, su calzado elegante y su mirada encantada al verme llegar.

Si tan solo este fuese otro cuento.

Pero la verdad es que aquí, yo no soy la princesa esperando el amor verdadero. Yo soy la que derroca al diablo, lo humilla y se apodera de su infierno.

Éxtasis. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora