11. Promesa.

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Francesca.

Me despierto con una caricia en mi mejilla, que sigue un camino por mi cuello, mi hombro y en medio de mis pechos, para pasearse por mi abdomen y luego repetir el mismo camino de regreso a mi mejilla.

Abro mis ojos para toparme con Enzo, creo que mis labios se mueven solos para darle una pequeña sonrisa, que rápidamente borro de mi rostro al notar que ha anochecido y él aún sigue aquí.

—¡Oh-oh!— exclama poniendo su mano sobre mis ojos.

—¿Oh-oh, qué?—pregunto mientras aparto su mano y lo miro molesta, antes de levantarme un poco y recostarme contra el espaldar de la cama para sentarme.

—¡Oh-Oh! Alli estan tus ojos de “Largate”—dice burlón mientras se coloca en la misma posición que yo— ¿Me preguntaba cuando aparecerían?

—No sé  de que hablas.

—Es una expresión nueva que usas desde que regrese. Hablo de cuando me das esa mirada furiosa, porque quieres que me vaya.—Señala hacia mis ojos y debo contener mis ganas de poner los ojos en blanco.

—En ese caso, ya sabes que hacer para que desaparezca.—murmuro mientras comienzo a quitar las sábanas que  cubren mi desnudez para ir al baño.

—Probablemente deba quedarme está noche.— dice y debo detener mis movimientos, para mirarlo con los ojos entrecerrados.

—No. Nada de pasar la noche, te irás.—advierto.–Ahora.

—Obligame.— se encoge de hombros y se pone más cómodo.

Me pongo de pie, obviando mi desnudez y lo miro como si pudiera matarlo.

—Fuera.—rumio.

—Me pregunto qué cenaremos hoy.

—Yo me pregunto si sería muy imprudente aventarte por la ventana.

—No pienso irme sin cenar.— dice relajado.

¿Desde cuándo se volvio tan insoportable?

—Bien.—digo simplemente antes de coger mi teléfono y una bata para ir a la cocina a ordenar que me preparen algo.

Envio varios mensajes a Paul para ver como están las cosas y aprovecho para ordenarle que me avise cuando aborden el avión de regreso.

Paul: Vamos al restaurante del hotel.

Comienzo a escribir que esté muy pendiente de cada uno de sus movimientos y de si alguien se acerca a hablar con él, pero me detengo cuando los tres puntitos se mueven.

Paul: Hay otro hombre en la mesa.

Paul: Por su aspecto físico y las descripciones que usted me dio, asumo que es quien creo que es.

Lo sé antes de recibir su siguiente mensaje.

Paul: Kostandin Dervishi.

Yo: Ya sabes que hacer.

Respondo con una sonrisa en mis labios, lamo el superior y me preparo mentalmente para lo que sigue.

♡♡♡

—Listo.—le digo al muerto en mi cama, una vez ha terminado su sándwich.

A veces desearía que si lo estuviera, muerto, así no recuerdo lo tonta que me vi ese dia.

—Al menos me podrías haber dado la cena con una sonrisa.

—Basta.—suelto molesta—. Deja de comportarte como un niño.

Éxtasis. [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora