Cinco: Quiero consentirte

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Los ojos se me expandieron al punto de casi salirse de sus cuencas. ¿Había oído bien?

—¿Qué? —Dije volteando hacia él.

—De acuerdo, no exactamente conmigo, pero en el departamento que compre para nosotros.

Debió haber perdido la cabeza.

—¿Por qué? —Cuestioné realmente confundido.— Lo conozco hace unos días; sé que nos hemos acostado más veces de las que he tenido con cualquier otro extraño pero... No. Le dije que yo-

—Lo sé —me cortó sujetando mi rostro entre sus manos, girándome hacia él—. Lo entiendo. Solo escúchame, ¿sí?

Me soltó y me permitió tomarme el tiempo de respirar profundamente y asentir antes de comenzar a hablar.

—No tengo tiempo para tener una pareja tampoco: viajo mucho y lo único que me importa es satisfacer los deseos básicos de mi cuerpo para mantenerme sano y continuar haciendo bien mi trabajo —declaró con una sonrisa—. Creo que nos parecemos en eso.

Volví a asentir lentamente.

—La caza es divertida si tienes el interés; mas cuando regreso de un viaje, lo último que quiero es ir en busca de una presa, ¿te ha pasado?

Mordí mi labio y bajé la mirada. Obviamente me había pasado. Tras un día difícil, quieres a alguien esperando por ti para ayudar a relajarte, no tener que ponerte una careta e ir a buscar a un extraño lo suficientemente normal con quien acostarte esa noche.

Podía ser realmente agotador.

—Quiero tener un lugar al que llegar, con una persona que me reciba... y quiero que seas tú —declaró completamente seguro.

Inspirar, exhalar. Inspirar, exhalar.

—A cambio, podrás hacer uso del departamento como gustes, como si fuera tuyo. No tendrás que pagar por alquiler y la despensa siempre estará llena para que consumas lo que desees.

Subí mis piernas al sofá y las abracé contra mi pecho.

—Quiero oír sus condiciones —solté directo, aún sin saber por qué estaba siquiera sopesándolo.

—Solo una: no tendrás sexo ni dormirás con alguien que no sea yo —se encogió de hombros—. Soy algo celoso —sonrió despreocupado.

Y viéndose extremadamente apuesto. Dios, estaba volviéndome loco.

—Aparte de eso, puedes hacer lo que quieras. No voy a entrometerme en tu carrera, vida social, trabajo o cualquier aspecto de tu día a día —indicó—. No espero muestras de cariño como regalos, llamadas o lo que sea, porque tampoco podré dártelas. Solo que estés conmigo cuando regreso de viaje, que cuides de mí.

Suspiré y asentí, entendiendo.

No era una mala propuesta, me daba un lugar donde dormir y un tipo caliente con quien follar. Eso disminuía las probabilidades de una Enfermedad de Transmisión Sexual o de que me suceda algo malo por juntarme con algún psicópata; además, me regalaba horas extras de sueño al no tener que ir a cazar y luego huir para llegar a casa a dormir.

—Hay un inconveniente —pronuncié bajando mis piernas para verme más serio.

—Te escucho —dijo sin perder su sonrisa.

—Ensayo y trabajo todo los fines de semana, desde temprano y n-

—¿Por eso siempre escapas después del sexo? —Me cortó frunciendo ligeramente el ceño.

Rasqué mi cabeza y asentí.

—Debo ir a casa para guardar el traje y alistar mi bolso de deporte o mi uniforme dependiendo del día y el turno que tenga —expliqué, aún incómodo.

Entre sombras [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora